Cádiz

Un viral evidencia los problemas del pequeño comercio en Cádiz

El hijo de un ex trabajador de Delphi reconvertido a panadero lanza una llamada a la desesperada por el «inminente» cierre de este pequeño negocio

Eduardo (i) y Antonio Romero (d), padre e hijo, en la panadería-pastelería La Curva, en Segunda Aguada. La Voz

Fran M. Galbarro

Eduardo, estudiante de Ingeniería de 22 años, utilizó Twitter para lanzar una llamada a la desesperada , un grito de socorro que pusiera freno a un nuevo cierre de un pequeño comercio en Cádiz. «Mis padres abrieron una panadería como última salida después de que a mi padre lo echaran de su trabajo. Al principio iba bien pero cada vez se ganaba menos hasta que actualmente prácticamente estamos a punto de cerrar. Un RT –retweet, publicación compartida– es gratis. Contacto y dirección abajo», rezaba el texto de la publicación de este joven gaditano, acompañado de una imagen de la Panadería y Pastelería La Curva.

El apoyo fue multitudinario. En apenas unas horas la publicación se hizo viral, superando los 20.000 compartidos y rozando los dos millones de visualizacione s. Lo que empezó como un tweet para intentar que sus principales amigos difundieran la situación entre la gente del barrio, acabó con cientos de respuestas de todas partes del mundo. «¡Pero añade la provincia y la localidad!», le sugirió un usuario.

Eduardo sólo especificó que el negocio estaba en la avenida Segunda Aguada por inocencia. «Lo puse sólo para que lo vieran mis amigos y alguno lo compartiera. Pensaba que así lo verían amigos suyos que pudieran venir a comprar pan aquí, porque Cádiz es muy chico al final, pero no me imaginaba que llegara a esto ».

El joven decidió hacer la publicación cuando escuchó en casa que el negocio «iba a peor». Según explica su padre, Antonio Romero, la Navidad fue el detonante. Este ex trabajador de Delphi invirtió la indemnización en abrir este pequeño establecimiento junto a su mujer. Mientras que en años anteriores las fiestas fueron las fechas que más beneficios dejaban en el negocio, este 2019 ha sido el peor. «Escuché que íbamos a tener que poner dinero de casa para pagar el autónomo y pensé que el cierre era inminente », explica su hijo.

La panadería-pastelería La Curva recibe apoyo y ayuda de usuarios de todas partes del mundo

Tras el tweet llegaron respuestas desde todas partes de Europa y varios países latinoamericanos: México, Argentina... Y surtió efecto. «Ahora viene gente que antes no venía», explica el joven. Su padre confirma el leve pero agradecido incremento de ventas : «Vendemos una caja de barras más cada día».

Algunos, incluso, han ofrecido su ayuda en forma de servicios, especialmente de marketing. Un usuario ha realizado el nuevo logo de la empresa , que se está utilizando en las distintas redes sociales abiertas por Alberto. Muchos otros han ofrecido servicios de comunicación y consejos relacionados con vender mejor los productos. «¡Pero si tiene hasta roscón de Reyes sin lactosa!», observaba una usuaria, sorprendida, en las respuestas al tweet. «Y sin huevo y sin gluten y combinación de varias cosas, por ejemplo sin huevo y sin lactosa. Aquí atendemos a todo el mundo», le explicaba Eduardo desde su perfil.

Segunda Aguada envejece

La Panadería La Curva pone cara a uno de los problemas más destacados de la ciudad: el cierre del pequeño comercio , provocado por distintos factores.

Los propietarios de este negocio coinciden en que uno de los principales problemas de la pérdida de clientela está en el envejecimiento de la población del barrio, como ha recordado en más de una ocasión el presidente de la asociación de vecinos de la zona, Antonio Peinado. «Los hijos se independizan y se van de casa, fuera de Cádiz porque aquí no hay trabajo. Cada vez la gente es mayor y cuando los jóvenes terminan la carrera se van fuera. La familia que antes te compraba cuatro piezas ahora te compra una y se nota», explica Eduardo.

El goteo de negocios que cierran en Cádiz es una constante a lo largo del año. Las grandes superficies y multinacionales también ganan terreno al pequeño comercio. «No queremos lujos, sólo un sueldo para mantenernos», añade el hijo.

«Estamos todos iguales, es verdad», admite Antonio. «Pero fue mi hijo el que tuvo la idea y la gente nos ha apoyado», presume, orgulloso del ingenio de su descendiente. «Lo hizo él y fue una buena idea, aunque yo no entiendo de Facebook ni nada», admite el ex Delphi, que resiste a unirse a unas redes sociales en las que su pequeño establecimiento triunfó hace unos días.

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