CÁDIZ

La Corrala de Cádiz: despedida, cheque y cerrojo

Un acuerdo «amistoso» con la propiedad, previo pago de 5.000 euros, pone fin a seis años de okupación en este conflictivo bloque de Segunda Aguada

Algunos de los afectados por el desalojo preparan su salida y sacan sus enseres de las viviendas. Antonio Vázquez

M. Almagro

«¡Sí, sí, pasa, no hay problema!» una pareja sube las escaleras y se detiene ante la presencia en el portal de quien llega a preguntar. La cuestión es justo esa. En unas pocas horas ya no se podrá pasar . La Corrala de la Bahía, el edificio situado en la intersección de las avenidas Portugal y Juan Carlos I de la capital gaditana y okupado desde enero de 2015 va a ser por fin desalojado . Y cerrado.

Una empresa mediadora ha logrado llegar a un acuerdo con las personas que actualmente viven allí como okupas (una treintena de pisos) para que se marchen y permitan a la propiedad, un fondo de inversiones norteamericano , hacer con el edificio lo que tengan previsto. Hacer uso de su propiedad como ellos dispongan. El fondo de inversión Cerberus se hizo con este bloque en 2019 tras comprárselo al Banco Santander dentro de un paquete de viviendas, pero nunca han podido rentabilizarlo ya que estaba okupado.

Y así han optado por pagar para que salgan. Según ha podido confirmar este periódico, darán 5.000 euros por vivienda. Un cheque por ese valor a llave entregada . El acuerdo se formalizará este martes una vez que vayan saliendo uno a uno. Una empresa mediadora contratada para este fin por el fondo ha estado durante más de un mes negociando con ellos con el objetivo de llegar a este «acuerdo amistoso». Una vez que esté vacía se adecentará y se instalarán puertas antiokupas, y vigilancia privada para que no vuelva a ocurrir.

Cheque que se le entregará este martes a cada vivienda okupada para la salida pactada.

Por otro lado, desde la gestora de activos del fondo, Haya Real Estate, se insiste que el objetivo es «restablecer el orden y velar por la seguridad de las personas lo antes posible, ya que la situación está causando muchas preocupaciones entre los vecinos y los comerciantes de la zona. En este sentido se trabaja siempre con el fin de agilizar la salida de los okupas y, como consecuencia, lograr restituir el orden vecinal en el barrio». «Dar más seguridad de acuerdo a lo que marca la ley», aseguran.

Y este lunes en la Corrala las familias que ahí viven preparaban sus cosas para irse. Otros ya las han ido sacando y guardando donde han podido. Ese es el caso de Sergio y Pilar, cuatro años en la Corrala, dos hijos pequeños. Ya se han buscado otro sitio para vivir. «Claro que queremos irnos de aquí y tener una vida digna con luz y con todo lo necesario para poder criar a mis niños», cuenta Pilar que confiesa preocupada que ha perdido treinta kilos en cuestión de semanas. «Hemos ido a todos lados para que nos ayudaran pero no nos han dado ninguna solución ... No queremos problemas, solo poder vivir tranquilos». Según explican, los problemas derivados de los trapicheos de drogas y las reyertas han ido ya a menos y solo «eran por algunos». «Me he tenido que pelear muchas veces con ellos para que no la liaran más», afirma sobre esto Sergio.

«Nosotros nos queremos ir ya de aquí, intentar seguir viviendo», dicen Sergioy Pilar. Antonio Vázquez

Al subir la escalera otros dos 'inquilinos' bajan muebles. «Ya nos vamos», nos dicen. Y en el siguiente rellano, al comienzo de un largo pasillo en una de las plantas «más tranquilas» se encuentran Constantine y Jorge, padre e hijo. Dos ciudadanos rumanos que también viven en la Corrala. Cuentan que hace cuatro años entraron cuando tuvieron «la oportunidad». «No pagamos nada a nadie. Quien estaba antes se iba a ir y nos dio las llaves» .

Ellos se dedican a recoger chatarra cada día y a los mercadillos, «pero nada más». Y desde entonces viven sin luz y todo lo que ello supone. Forman parte de ese círculo vicioso y de compleja salida que es no poder regularizar su situación porque la situación tampoco les permite regularizarla. «No tengo nómina, no puedo tenerla», relata en un entendible español Jorge. No tienen reparo en hablar. Es más, se les ve con ganas de hacerlo. Viven con varios miembros más de su familia y llegaron a este bloque desde una furgoneta en la que dormían. «¿Y ahora dónde iréis?», «no sé... a un sitio donde vivir» .

«Los problemas han sido por algunos pero también somos muchos los que no tenemos que ver con nada de eso»

A su lado escucha Alejandro, 33 años. Él se dedica a la artesanía. «Ahora con esto del Covid no puedo ni vender ni nada, tampoco irme de temporero al campo como he hecho muchas veces. Yo lo que quiero es trabajar pero si no tengo trabajo, ¿qué hago?». «El Ayuntamiento siempre nos ha ofrecido mucha ayuda pero al final... nada y nos hemos visto así». E insiste: «De verdad que aquí también hay muchas familias trabajadoras, pero llegó un momento que nos dejaron de lado, no nos daban otra opción, y ¿por qué a unos sí y a otros no?», se pregunta horas antes de irse. «Yo entiendo que no puedo estar en una casa que no es mía pero también entiendo que la Constitución habla del derecho a una vivienda digna y a que hay políticas sociales que tienen que ayudar a quien lo necesita». «Vale, nos dan dinero por irnos pero, con ese dinero tienes para diez meses, ¿no?, ¿luego, qué?».

En cuanto a las peleas, la droga, los gritos... no quieren que se generalice. Coinciden con Marcelo y María, otra pareja de rumanos que viven en la tercera planta. «Antes había aquí muchos problemas pero ya se fueron algunos y hace un año o así que está más tranquilo. Ya no se ven jeringuillas en las escaleras », dicen. Ellos ya han buscado también una casa donde irán de alquiler con sus dos hijos. Tienen otros dos en su país natal. «Ya veremos», dicen mientras entran una de las últimas veces que lo harán.

Marcelo y María suben a la casa donde han estado viviendo cuatro años. Antonio Vázquez

Pero estas son solo algunas de las historias que habitan en la Corrala de la Bahía de Cádiz. Cada puerta puede ser una versión distinta porque cada uno tiene su vida y sus motivos.

Los vecinos y los comerciantes se han quejado en multitud de ocasiones del trasiego de drogas que había en este bloque y de problemas de inseguridad. La Policía Nacional ha actuado cada vez que se le ha requerido por reyertas y ajustes de cuentas y se han realizado investigaciones que han llevado a prisión a algunos de los responsables de estos altercados cuando la justicia también ha actuado.

La situación fue empeorando desde 2015. A la entrada de los primeros okupas le siguió la de otras personas con las que empezaron los incidentes más serios. Un constante ir y venir con una puerta siempre abierta que a menudo traía el delito.

Ahora habrá varios vigilantes de seguridad, se instalarán puertas antiocupación en todos los pisos, se cambiarán las cerraduras y se pondrán alarmas. Lo que hará cada uno de ellos ya es otra historia.

ACTUALIZACIÓN: LA OKUPACIÓN DE LA CORRALA YA ES HISTORIA

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación