CÁDIZ
La okupación de la Corrala ya es historia
El desalojo que se ha realizado en apenas una hora se ha desarrollado sin incidentes. La propiedad ha dado por cada vivienda un cheque de 5.000 euros según lo pactado con ellos
Habían pasado apenas unos minutos de las siete de la mañana y ya las bolsas y enseres se almacenaban en la puerta del número 56 de la Avenida de Portugal. La okupación de la Corrala de la Bahía comenzaba ya a ser historia en la capital gaditana tras seis años de ilegalidad.
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Cinco vigilantes tomaban pronto también posiciones y observaban puertas y puntos estratégicos de entradas y salidas. Además, los operarios de la empresa de sistemas de seguridad descargaban una a una las pesadísimas puertas antiokupas de los camiones. Las que van a colocar en las 28 viviendas que esta mañana han sido desalojadas a primera hora. Además pondrán alarmas y cámaras. Todo lo posible para evitar que vuelva a repetirse esta historia.
Y mientras, el mediador de la propiedad, que ha negociado durante más de un mes el acuerdo con los okupas, revisaba la documentación e iba entregando el cheque de 5.000 euros una vez que los beneficiados firmaban los recibís. La salida se ha producido sin incidentes, aunque sí con alguna queja y reclamación.
Ese ha sido el caso de Carmen, una mujer que llegó a la Corrala hace unos seis años. «Fui de la primeras en vivir aquí», contaba. «Nos han querido callar la boca con dinero y como el 80 por ciento estaba de acuerdo pues... a la calle. Si me quedo me juego que me multen, me metan por el juzgado y al final me vaya con dos patadas y sin un duro», lamentaba. «Aquí es verdad que ha habido muchos problemas pero no todos somos así. Yo misma tengo mi lastre, con un pasado, yo he sido politoxicómana y tuve que irme un tiempo por lo que había pero ahora es cuando más tranquilos estábamos ya». Ahora cuenta que se irá para casa de su madre pero de forma temporal hasta que busque otra salida. «A mí no me ayuda ni Asuntos Sociales ni nadie, al ser de Corrala no quieren saber nada de nosotros».
«Mira dónde tengo mi vida», decía otra de las okupas, también de nombre Carmen, al salir, señalando las bolsas que había dejado en el suelo. «Después de haber aguantado lo peor aquí, ahora nos echan», se quejaba tras cobrar el cheque. «Con 5.000 euros, ¿dónde vamos? Han puesto ese dinero en las manos, somos pobres y hemos dicho que sí, aunque yo hubiera preferido mejor una casa en condiciones donde poder tirar».
Y así iban saliendo todos los ocupantes de este edificio que, según vecinos y comerciantes han venido denunciando, se había convertido en un «foco» de inseguridad constante. Y también de insalubridad en algunas de sus estancias. Como por ejemplo el garaje. «Ahí hay ratas como leones» , comentaba uno de los vigilantes tras revisar si quedaba alguien.
Este mismo martes ya quedará el edificio vigilado por el personal contratado y también se pondrán las puertas blindadas y se cambiarán cerraduras. Además se instalarán cámaras y alarmas. Una vez se tenga controlado todo el tema de seguridad, se empezará a limpiar y adecentar el edificio ya que la mayoría de los pisos «están destrozados». Al igual que muchas de las zonas comunes. También se ha previsto activar la electricidad y el agua para asuntos de intendencia.
En cuanto al futuro del inmueble , desde la gestora de activos inmobiliarios de la propietaria Haya Real Estate no han concretado cuál es el propósito del fondo de inversiones Cerberus, los dueños del edificio. De momento insisten en que la fórmula que han seguido para desalojarlo, pactando con sus okupas con dinero, se ha debido a querer «restablecer el orden y la seguridad vecinal»
