poster Vídeo
Último mensaje de optimismo de Pablo Ráez, enfermo de leucemia, a través de su cuenta personal en Instagram. Reza lo siguiente: «Nunca te puedes rendir, todo pasa y todo llega, lucha siempre» - INSTAGRAM

Pablo Ráez: «La leucemia ayuda a cambiar cosas de mi vida que no había sido capaz de ver antes»

El joven que cuenta el paso a paso de su enfermedad en la Red se recupera tímidamente. Habla para ABC con un déficit de peso y de energía que contrarresta con una gran fortaleza interior y ganas de salir del hospital

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Qué se le pregunta a un joven de 20 años que tiene por lema en el WhatsApp «siempre intentando mejorar. Cada día, casa instante...» o que en su último mensaje de Instagram, como todos rebosante de optimismo, escribe que «nunca te puedes rendir, todo pasa y todo llega, lucha siempre»? En el mismo post en su cuenta personal de la red social ha anunciado, tras semanas durísimas, que «si todo va bien» saldrá del Hospital Regional Universitario Carlos Haya de Málaga, donde se encuentra ingresado desde hace 60 días, aunque -añade literalmente- «tampoco hay que confiarse».

[Pablo salió del hospital dos días después de la entrevista con este periódico, cuando llevaba 62 jornadas ingresado]

Curiosamente, lo primero que sorprende al otro lado del cable telefónico es el hilillo de voz que sale de un cuerpo que se ha quedado,reconoce, menudo. «Me sorprende hasta a mí mismo el peso que he perdido.

Me toco la espalda y solo noto huesos», comenta a este periódico. PabloRáez, marbellí, sumamente deportista, estudiante que debe comenzar este septiembre su ciclo superior de Educación Física, se ha hecho conocido en las autopistas cibernéticas por conducir su leucemia desde hace meses por el circuito de la alegría, incesantes llamadas a la donación de médula y aldabonazos continuos a otros enfermos y a sus familias. Como se dice coloquialmente, ha hecho viral su causa, etiquetada bajo el «hashtag» #siemprefuerte. Pero hoy no es buen día para él. O al menos, no es su mejor momento. Sigue pensando que si todo cursa como debe, podría recibir la ansiada alta hospitalaria en unos días, pero no acaba de tenerlas todas consigo. «Acabo de recibir una "quimio" suave, que dicen que "entretiene" la enfermedad, que está al 9%. Si la tolero bien y es eficaz, ese porcentaje no sube, incluso disminuye en algunos casos».

La razón por la que se presta a conversar es transparente: quiere ayudar a los demás, y sabe que sus palabras, por la vía mediática que sea, calarán. Encontrarán oyente o lector al otro lado, en la familia de un enfermo o en algún paciente sufriente de otro hospital, o quizás en un ciudadano anónimo que se preste a una donación de médula. Porque desde el Centro de Transfusión Sanguínea de Málaga dicen que en la provincia hay muchas más personas interesadas desde que conocieron su caso por internet, la televisión o los periódicos.

Sabe que sus palabras, sea por la vía mediática que sea, calarán. Tendrán eco en enfermos, familias o en un potencial donante de médula

El pasado día 7 el estado de Pablo había empeorado, no comía y había perdido el 80% de visión. Unos días después encontramos al otro lado las sensaciones, por boca de su protagonista.

«¿Has llegado a temer estos días por tu vida, Pablo?» (el tuteo es reclamado dada su juventud)

«Lo peor de toda esta enfermedad han sido los últimos quince días. Lo he pasado muy mal, ha sido un viaje en el que ni me he enterado de quién estaba aquí, he deseado que todo acabara, sí. No estoy preocupado por lo que me pasará, disfruto de lo que tengo ahora. Pasará lo que tenga que pasar. Ya se buscará donante, y si se encuentra, pues... A mis padres, mi hermana y mi novia les estoy enseñando que no tienen que preocuparse por el futuro. ¿Cómo nos vamos a poner a pensar en si hoy o no compatible con un donante si no he salido de un hospital? Y tengo que salir y recuperarme, porque si no, puedo coger una infección y volver de nuevo al hospital».

«Hay que valorar cuando uno está bien»

Paso a pasoPablo intenta transmitir su mensaje y forma de ver las cosas, pero «entiende que es difícil» para alguien nuevo que llega al hospital y al que dicen que padece este cáncer. «Por eso hay que valorar cuando uno está bien, es prioritario, porque no sabes cuándo te vas a encontrar mal. No estoy en absoluto preocupado por el futuro -posterga, e invita a una honda reflexión-. Un grave problema del ser humano es estar preocupado todo el tiempo por el pasado, y también por el futuro. Hay que tener mucha paciencia y fuerza de voluntad y pensar en el presente».

«De todo tu entorno, ¿quién lo está pasando peor?»

«Un grave problema del ser humano es estar preocupado todo el tiempo por el pasado y el futuro. Tenemos que pensar en el presente»

«Yo (ríe). Cuando me diagnosticaron la enfermedad en marzo de 2015, me costó mucho aceptarlo. Estuve 75 días en el hospital. Recibí un trasplante de mi padre. Todo fue bien. Luego, no tanto. Ahora estoy esperando un donante compatible. Parece que mi caso es complejo. En junio de 2016 me han diagnosticado por segunda vez la enfermedad. En todo este tiempo, he pasado al principio por decidir seguir un camino natural, sin medicamentos, y empezó ahí un proceso interior, un estudio de mí mismo. Me doy cuenta de muchas cosas, de que no me está dando tiempo a lo que tengo que hacer. Aceptar eso me costó mucho».

«¿Y qué te ha enseñado esta enfermedad tan dura, Pablo?»

He aprendido en todo este tiempo a quererme más, a ser feliz. Precisamente esto me ha hecho sentir más fuerte. Pero ya te digo que he pasado por muchos procesos. La leucemia ayuda a cambiar cosas de mi vida que no había sido capaz de ver antes.

«¿Cómo qué?»

(Ríe, incómodo). De la relación con mis padres y también de mí mismo.

«Me diagnosticaron leucemia a los 18 años. He aprendido en todo este tiempo a quererme más, a ser feliz»

Volvemos al punto de origen. ¿Qué se le pregunta a un muchacho repleto de vida, cuya voz se queda truncada por el efecto de la potente medicación? Lo dejamos descansar. Pablo lo necesita para, como repite, estar fuerte y escurrirse de la cama del Carlos Haya. «El plan -ultima- es salir adelante y de aquí. Tengo que coger peso, recuperarme, no soy consciente, pero estoy muy débil y tengo que continuar. El tratamiento es ambulatorio, cada 28 días, así que no tendría que quedarme en el hospital». Vuelta a su realidad, al presente.

Ver los comentarios