Kerry Kennedy
Kerry Kennedy - Sofia Wittert

«No hay que subestimar a la gente, incluso un grupo pequeño podría frenar a Donald Trump»

Kerry Kennedy es la séptima de los once hijos de Robert F. Kennedy, exsenador demócrata y ministro de Justicia durante la presidencia de su hermano

Ha creado un programa educativo para concienciar a los jóvenes sobre los Derechos Humanos que ha llegado a 300 alumnos españoles, concretamente madrileños

MADRID Actualizado: Guardar
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Kerry Kennedy es la séptima de los once hijos de Robert F. Kennedy, exsenador demócrata y ministro de Justicia durante la presidencia de su hermano, John F. Kennedy.

Una familia marcada por la política pero que a Kerry la ha llevado por otros derroteros, aunque muy influida por los mensajes y el activismo a favor de los Derechos Humanos de su padre y de su tío. «Una sola persona puede hacer la diferencia», recuerda que le decía su padre o el más que famoso: «No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer tú por tu país», del presidente norteamericano. Al fin y al cabo, participación, resume Kerry pensativa, como si escuchara cada frase por primera vez.

Pero aparte de la influencia familiar, «vengo de una familia de siete hermanos y tres hermanas, por ahí empieza», bromea, el verdadero impulso por su dedicación a la lucha por la justicia social y la defensa de los Derechos Humanos viene de las atrocidades de lo que vio desde su propia retina. «Cuando tenía 21 años trabajé en Amnistía Internacional e investigué acerca de los abusos cometidos por los oficiales estadounidenses contra los refugiados que venían de El Salvador. Estaba horrorizada por cómo los trataban. A partir de ese momento, leí la Declaración Universal de Derechos Humanos y aprendí también sobre el activismo en Sudáfrica, sobre la lucha de las propias madres en el Salvador...sobre toda esa gente increíble que estaba tratando de generar cambios en sus comunidades y sus países y dijo: "Necesitamos esto". Por eso, ahora quiero asegurarme de que cada niño sepa que esto existe y que tienen el poder para crear cambios», cuenta Kerry con mucho sosiego y sin perder jamás la solemnidad del discurso.

El programa educativo de Kerry Kennedy ha llegado a 300 alumnos españoles

Su lucha por los derechos fundamentales tenía un claro objetivo: la gente joven. Por eso, Kerry se puso manos a la obra y aparte de ponerse al frente de la Fundación Robert F. Kennedy Human Rights creó un programa educativo que ha llegadon en nuestro país, a 300 alumnos, concretamente madrileños. Participan el colegio St. Annes School, el colegio Brains, el instituto Beatríz Galindo, la Universidad CIS (The College for Internacional Studies) y el Centro de Estudio Díaz Balaguer.

Su programa está formado por una serie de entrevistas que ha realizado durante dos años a defensores de Derechos Humanos de todo el mundo: Rigoberta Menchú, Elie Wiesel, Marian Wright Edelman, Rana Husseini... y que ha transformado en un contenido académico para chicos de colegios y universidades. «No se trata de contenido extracurricular, son conceptos que los maestros pueden incluir en cualquier clase, de Lengua, de Historia e incluso que los lleve a tratar temas como por ejemplo, la vida de Malala y preguntarle a los alumnos qué harían si estuvieran en su lugar. La idea es generar diálogo y trabajar en la empatía y la comprensión», explica Kennedy.

«Expulsar gente es una violación de derechos»

Difícil resulta hablar de empatía a jóvenes españoles si su país y el continente que habitan le pone trabas a los refugiados que huyen de guerras y buscan abrir fronteras donde empezar de nuevo que les cierran sistemáticamente.

Si la experiencia de Kennedy empezó precisamente ante su indignación por el trato de los americanos respecto a los salvadoreños, la pregunta sobre la crisis de refugiados era obligada. Y la respuesta, casi también. «Devolver gente a Turquía es ilegal; expulsar gente por cuestión de raza u otro motivo es una violación de los Derechos Humanos básicos», zanjó Kennedy después de algunas vueltas sobre los problemas «estructurales» de los países europeos respecto a la inmigración.

Pero al otro lado del charco también hay una «amenaza» y tiene nombre y apellido: Donald Trump. «Es increíblemente difícil conseguir cambios desde abajo cuando hay figuras tan poderosas como Trump. Sin embargo, ese cambio se produce. No hay que subestimar a la gente, incluso un grupo pequeño podría frenarlo».

Y es que Kennedy tiene motivos para creerlo: «Cuando empecé con los Derechos Humanos había un montón de países latinoamericanos bajo dictaduras, el este europeo estaba bajo el comunismo, Sudáfrica sufría el apartheid, los derechos de las mujeres no formaban parte de la agenda...Ninguno de esos cambios vinieron porque los gobiernos querían que se produjeran, sino que intentaron pararlos al igual que las corporaciones. Se dieron porque grupos pequeños, activistas, estudiantes, gente de la Iglesia, dijo: "Lo que está pasando en mis país o en mi comunidad no está bien y voy a trabajar para cambiarlo, voy a empezar incluso ayudando a una sola persona..." Eso creció hasta convertirse en una revolución. Lo he visto durante años. Margaret Mead dijo: "Nunca subestimes el poder de un pequeño grupo de gente decidida a cambiar el mundo" y eso es absolutamente cierto».

Kennedy está preocupada por la elección de Trump pero cree que finalmente no llegará al poder. «Trabajaremos duro para impedirlo».

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