El presunto parricida de Ubrique en un momento de su detención y en el juicio
El presunto parricida de Ubrique en un momento de su detención y en el juicio

«Me miraba y repetía: mis hijos me tenían muy harto»

El guardia civil que encontró al presunto parricida de Ubrique en el campo dice que el acusado estaba "tranquilo" y que no lloró

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«Le pregunté por qué lo había hecho... Solo decía: Mis hijos me tenían muy harto. Me tenían muy harto, muy harto... Lo repetía, no sé si quería que nosotros le reprocháramos algo». El guardia civil que llegó primero hasta Juan Márquez, el presunto parricida de Ubrique que acabó presuntamente con la vida de sus hijos con más de 40 puñaladas, ha declarado este martes en el juicio que se sigue contra el autor de uno de los crímenes más negros y atroces que se recuerda en la provincia de Cádiz.

Según ha explicado, cuando llegó hasta él habían pasado varias horas del crimen. Juan Márquez había salido al parecer huyendo de la vivienda y tras él había dejado un reguero de sangre que sirvió de guía para llegar hasta él.

Estaba en el campo, a las afueras de la localidad, sentado bajo un árbol. «Recuerdo que llevaba una camisa celeste ensangrentada». «Me miraba y me decía, pégame un tiro», pero aún así, estaba «tranquilo, como pensativo. en estado de shock» aunque ha descartado que pareciera «perturbado».

Según ha añadido en el momento de la detención, en torno a las dos de la tarde tras la fatídica madrugada, el presunto asesino no opuso resistencia. Tampoco lloró.

Una sola herida y un solo cuchillo

La médico que le atendió en el hospital de Villamartín ha relatado que Juan Márquez no se mostró «colaborador» cuando le atendieron momentos después. Ha apuntado que, tal y como había dejado escrito en el parte de aquel día, el presunto filicida solo tenía una herida en la zona interna de la rodilla. Leve. Betadine y un antibiótico fue lo que le recetaron. Sin embargo, Juan Márquez en su declaración del lunes insistió en que le sangraban los oídos porque los guardias civiles le habían «reventado la cabeza». Esta versión fue anulada ayer por la doctora que le atendió. La única herida que se registró en el parte fue por un «autoagresión».

Por su parte el policía local que llegó primero al escenario del crimen, ha contado que «estaba todo ensangrentado, horrible, dantesco...» La imagen de Laura tendida en el descansillo no se le olvida. «Estaba ensangrentada. Fue a cogerle el pulso pero no lo encontraba. Ya estaba muerta, tenía cuchilladas por todo el cuerpo. Me quedé pero hubo otros compañeros que no pudieron aguantar esa visión».

También han dado su versión dos guardias civiles que aquella noche estaban de servicio y acudieron a la llamada de urgencia que daba aviso de «la agresión a un menor». Pero, cuando llegaron al piso del horror, lo que se encontraron fue mucho más de lo que habían imaginado. «Había vecinos en estado de pánico». Y en el suelo, sobre un charco de sangre, la niña «sin vida». Al conocer que había otro hermano menor y que podía estar dentro de la casa malherido, intentaron derribar la puerta pero fue imposible. «Estaba cerrada con llave por fuera», aseguró a preguntas de las acusaciones. Esta declaración invalida la tesis defendida por el padre de que el niño cerró la puerta para que su hermana no le siguiera agrediendo. «En el estado que estaba -había recibido casi veinte puñaladas- no podía haber llegado hasta la puerta». Cuando lo encontraron, el cuerpo de Juan Pablo yacía en el pasillo.

Además han contado que a unos 20 ó 30 metros del piso encontraron el cuchillo de matanza, el arma del crimen, el único, ya que, según han explicado, en aquella zona de maleza sólo se encontró un cuchillo y no los dos que Juan Márquez aseguró haber arrojado y que eran los que, según él, habían utilizado Laura y Juan Pablo para asesinarse entre ellos.

También ha declarado el padre de la mejor amiga de la joven. Como ha asegurado, él y su mujer a mediados de septiembre de 2014 trajeron a Laura de vuelta a Ubrique cuando la niña decidió dejar los estudios «para ocuparse de su hermano que estaba desatendido». «Juan Pablo era su prioridad. Su padre no se ocupaba de ellos». Dos semanas después, los dos chicos fueron asesinados.

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