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Las cárceles gaditanas, en el mapa de la yihad

Las prisiones de la provincia extreman la vigilancia tras el llamamiento hecho por cabecillas islamistas a sus seguidores para que ayuden a liberar a los «hermanos cautivos»

maría almagro
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«Acuérdate de la tristeza del cautivo musulmán cuando tú sonríes». Con clara e intencionada apariencia religiosa, cabecillas de la yihad hacían un llamamient0 el pasado 18 de julio a sus seguidores para «liberar» a los presos que, recluidos en cárceles españolas, cumplen condena acusados de delitos de terrorismo islamista.

El desafiante mensaje, en el que también se critica duramente el estricto control que tiene el Gobierno español con estos «hermanos cautivos», se publicaba en una web de ideología integrista. En este discurso, sus portavoces hacen referencia de forma indirecta al Programa de Intervención con Internos Islamistas, puesto en marcha tras los atentados de Francia y Túnez y que intenta evitar que las cárceles sean centro de reclutamiento de futuros muyahidines, o que desde los centros penitenciarios, se puedan planear futuros atentados.

El llamamiento a la comunidad islamista ha puesto en alerta a todas las fuerzas de seguridad del Estado que desde que se endureciera las acciones terroristas en Europa mantienen el nivel de alerta 4 (el máximo es el 5). Pero además, y más aún tras tener constancia del mensaje emitido por los cabecillas a sus seguidores muyahidines, se han incrementado las medidas de seguridad en los centros penitenciarios. Es el caso de las prisiones de El Puerto y Algeciras. Así, el pasado lunes desde la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, ordenado por el Ministerio del Interior, se envió una circular a todas las prisiones españolas para que se extreme la vigilancia sobre los presos yihadistas y cualquier otro que pudiera estar relacionado de alguna forma con terroristas.

Se extrema la vigilancia y se controla cualquier movimiento

Actualmente en los centros penitenciarios gaditanos más de una veintena de yihadistas están cumpliendo su condena por actos terroristas. Puerto I, prisión de régimen cerrado y de alta seguridad, es la que más internos de este tipo tiene, una quincena. En Puerto III, donde están al menos dos presos de Al Qaida, se supera la media decena, mientras que en Botafuegos hay tres presos que «luchan»al lado de la yihad para instaurar el Islam en los países considerados infieles.

Además, también hay otros reclusos, no acusados de actos terroristas ni violentos, pero sí relacionados con el islamismo. En la nota se advierte a los funcionarios que cumplan de forma escrupulosa y completamente medida el protocolo de actuación que existe para estos internos. Deben de estar siempre en celdas individuales, en el módulo 15 -antes denominado de aislamiento-, salir solos al patio y, únicamente en contadas ocasiones, se les permitirá ir acompañados de otro interno.

Una veintena de terroristas yihadistas cumplen condena aquí

Solos pero no aislados

Los cabecillas de la yihad también denuncian en el mensaje que desde su ingreso en prisión, a los reclusos no se les ha permitido «visita alguna, ni comunicación con sus familiares y amigos». Esta circunstancia se asegura que no es cierta ya que como cualquier preso común sí pueden mantener contacto con familiares, según dictan las normas penitenciarias. Reciben cartas y llamadas telefónicas, aunque en algunos casos éstas pueden estar intervenidas por orden judicial porque, por ejemplo, la causa siga en instrucción. También pueden tener locutorios o vis a vis. Eso sí. Al tratarse de presos sobre el que se ha activado un protocolo especial, el seguimiento es mayor.

Los funcionarios tienen evidentemente un papel primordial. Son los que tienen el contacto más directo con éstos y otros internos. Al vigilarlos y tratarlos a diario son los que mejor conocen sus movimientos. Tras el aviso de la Secretaría General, además de cumplir lo que dicta el código penitenciario al respecto, (artículos 91.2 y 91.3), los funcionarios tendrán que vigilar si ven algo distinto en sus comportamientos, si tienen alguna visita o conversación sospechosa, la recepción de paquetes o envíos, su actitud... Además tienen que registrar sus celdas a diario, ya que está prohibida la colocación de una cámara de vigilancia permanente. Cuando el preso sale al patio es cuando la ‘limpian’ por si hubiera algún objeto o escrito.

El comportamiento de los presos acusados de pertenecer al integrismo radical suele ser bueno. Son fríos y distantes pero no son presos que den especiales problemas. Al igual que los etarras por ejemplo no suelen ser conflictivos. Se convierten en problema cuando el grupo al que pertenece les ordena alguna acción. Mientras, se mantienen relativamente tranquilos.

Al igual que los etarras no son presos conflictivos

Entre las visitas se tiene especial precaución con las de imanes que puedan adoctrinar de alguna manera a los presos. Por ejemplo el año pasado sí se estuvo muy pendiente de un imán que visitaba con cierta frecuencia las prisiones portuenses.

Este interés por cualquier persona que pueda convencer a los reclusos de cumplir órdenes es fundamental dado el carácter radical de sus fieles. El imán no es solo un guía sino también un jefe y modelo religioso en la ideología musulmana. El respeto hacia él es máximo y sus palabras y oraciones son seguidas al pie de la letra. El mensaje no tiene por qué ser violento pero si se torna al integrismo la situación cambia.

En este sentido el mensaje dado el pasado julio por los cabecillas yihadistas lo deja claro: «En el nombre de Alá, hay que liberar a los cautivos, con los medios de los que disponga cada persona, y hay que conseguir que la opinión pública los apoye, mostrar cómo estos gobiernos mienten y arrojan acusaciones injustificadas contra los musulmanes». «Por eso os pedimos que no menospreciéis ni un ápice vuestro esfuerzo». Y les prometen:«Ese sacrificio puede llegar a ser bendecido por Él Todopoderoso».

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