TelurioEspaña pidió a Naciones Unidas en 2015 que se reconozca su soberanía sobre «las abuelas de Canarias»

Las montañas submarinas donde se ha encontrado este espectacular yacimiento de telurio son conocidas como las «abuelas de Canarias» porque se formaron por la misma dinámica volcánica que generó las islas, pero muchos millones de años antes.

Tropic -el monte en el que la expedición británica ha confirmado la presencia de este mineral de alto valor estratégico para la industria tecnológica- es casi seis veces más antigua que Fuerteventura, que tiene 23 millones de años. Esa es la base jurídica por la que España pidió en el año 2015 ante la ONU la prolongación natural de sus aguas territoriales, que prevé el artículo 76 de la Convención del Mar de la ONU.

La expedición Drago 0511 fue la encargada de recoger los datos científicos necesarios para preparar la propuesta de ampliación de la Plataforma Continental Española más allá de las 200 millas marinas del área situada al oeste de las Islas Canarias.

Dicha campaña fue realizada con la colaboración del Instituto Español de Oceanografía, el Instituto Geológico y Minero de España y el Instituto Hidrográfico de la Marina bajo la dirección del geólogo Juan Tomás Vázquez Garrido. Una vez finalizada la expedición, el Gobierno español pidió ante Naciones Unidas que se le reconozca la soberanía sobre una franja del Atlántico de 296.000 km2 (superficie casi equivalente a toda Italia), situada entre las 200 y las 350 millas, con el argumento de que esos fondos forman parte de la plataforma de Canarias.

Dicho trámite se encuentra actualmente «en fase de evaluación», explica a ABC Vázquez Garrido, quien recuerda que ese reconocimiento incluye «los derechos de explotación del suelo y el subsuelo submarino».

La riqueza en metales estratégicos que poseen «las abuelas de Canarias» procede de unas peculiares condiciones de oxígeno y profundidad que permiten que se concentren en los óxidos de ferromanganeso los metales expulsados al mar por millones de años de actividad volcánica en esos fondos, pero también de partículas microscópicas arrastradas por el viento con el polvo del Sahara.