INDONESIA

Los supervivientes buscan con sus manos a los desaparecidos entre las ruinas del tsunami

Ya se han recuperado más de 1.200 cadáveres, pero el número aumentará porque quedan tres distritos incomunicados

Miembros del equipo de rescate liberan a una joven en Palu de una zona inundada tras el tsunami/ Un dron captura desde el aire la devastación en Indonesia tras el tsunami EFE/ VÍDEO: ATLAS
Pablo M. Díez

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Lo peor del tsunami que golpeó el viernes a Indonesia no es que la cifra de fallecidos se doblara ayer, de 384 a 832, y que hoy haya subido a 1-203, ni las desoladoras escenas de devastación que se viven en la castigada isla de Célebes (Sulawesi en el idioma local). Lo peor del tsunami es lo que está por venir , ya que los equipos de rescate solo han podido llegar de momento a una de las cuatro zonas inundadas por las olas de hasta seis metros que arrasaron la costa : Palu. Con las comunicaciones y las carreteras cortadas, no se sabe nada del resto, lo que resulta especialmente preocupante porque entre ellas figura la ciudad de Donggala . Con una población de 300.000 habitantes, los daños allí pueden ser gravísimos porque se halla a solo 27 kilómetros del epicentro del terremoto de magnitud 7,5 que desató el tsunami.

«No hemos recibido noticias de los otros tres distritos. Las comunicaciones siguen cortadas y no hay electricidad. No sabemos cuál ha sido el impacto», admitió ayer con impotencia el portavoz de la agencia indonesia contra desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, según informa la agencia Reuters. Tal y como contó en una comparecencia ante los periodistas en Yakarta, «hay muchas zonas donde los equipos de búsqueda y rescate no han podido llegar» y hace falta maquinaria pesada para mover los escombros .

Sin excavadoras ni apenas herramientas, los supervivientes están excavando con sus propias manos para sacar a los atrapados entre las ruinas de los edificios que tumbó el terremoto. Así han conseguido salvar a 24 personas sepultadas bajo el hotel Roa-Roa en la castigada ciudad de Palu, pero varias decenas más siguen bajo los escombros. Pidiendo ayuda desesperadamente, el dueño del Roa-Roa los ha oído gritar y llorar bajo la montaña de cascotes a que ha quedado reducido su establecimiento, según recoge la BBC.

En mezquitas, hoteles, centros comerciales...

Por toda esta ciudad de 335.000 habitantes, los familiares de los desaparecidos los buscan entre los restos de los hoteles , centros comerciales y mezquitas que se vinieron abajo con el seísmo, abarrotadas porque ocurrió en pleno viernes festivo para este país de mayoría musulmana. «Lo que necesitamos ahora desesperadamente es maquinaria pesada para retirar los escombros. Tengo a personal sobre el terreno, pero es imposible depender solo de su fuerza para limpiar esto», explicó a la agencia France Presse el responsable de la agencia nacional de búsqueda y rescate, Muhammad Syaugi.

Para dar ánimos a la población y conocer la situación sobre el terreno, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, viajó ayer hasta Palu , donde visitó un bloque de viviendas tumbado por el seísmo. «Sé que hay muchos problemas que tenemos que resolver en poco tiempo, incluyendo el de las comunicaciones», anunció mientras pedía paciencia y prometía que la ciudad sería reconstruida.

Pero, tres días después del potente temblor, las constantes réplicas siguen aterrorizando a los supervivientes , que están improvisando en las calles tiendas con cañas de bambú porque temen volver a sus casas, si es que siguen en pie. Sin comida ni agua, algunos de los damnificados se han entregado al pillaje ante la escasez de la ayuda humanitaria. «Tenemos hambre, necesitamos comida», gritaron enfadados algunos de los residentes a los soldados que repartían víveres desde un camión, muestra la televisión nacional.

Ayuda humanitaria

Sin sitio para mantenerlos, los cadáveres se amontonan en las calles junto a los heridos, atendidos en tiendas de campaña porque algunos hospitales también se vinieron abajo. Entre las ruinas, las imágenes distribuidas por las agencias internacionales muestran a los heridos tumbados en el suelo mientras son atendidos por los médicos y equipos de emergencias. «Necesitamos tiendas, medicinas, personal médico, mantas y muchas otras cosas», rogaba el jefe regional de la Asociación Indonesia de Doctores, Komag, según informa la BBC.

Con su pista parcialmente dañada, la ayuda humanitaria está empezando a llegar al aeropuerto de Palu , reabierto para los Hércules del Ejército y para algunos aviones comerciales. Como la torre de control quedó dañada por el terremoto, los pilotos tienen que aterrizar a ojo.

Más de dos millones de damnificados

En total, se calcula que hay más de dos millones de damnificados por el terremoto y el tsunami que necesitan ayuda urgentemente. A medida que pasan los días, se van apreciando las verdaderas dimensiones de la catástrofe, que, a tenor del portavoz de la agencia contra los desastres, «ha afectado a una zona mayor de lo que pensaba en un principio». Con él coinciden distintas ONG, que avisan de que la situación empeorará a medida que se acceda a más áreas arrasadas y se encuentren más víctimas.

Para evitar el contagio de enfermedades, los cadáveres han empezado a ser enterrados en fosas comunes, como ya ocurriera en el devastador tsunami de 2004 . En aquella ocasión, un terremoto de magnitud 9,1 provocó olas gigantes que golpearon a 14 países y se cobraron más de 220.000 vidas . Con 160.000 víctimas, la tragedia se cebó especialmente con Indonesia, un gigantesco archipiélago con 18.000 islas que sufre numerosos terremotos al asentarse sobre el «Anillo de Fuego» del Pacífico, la zona con mayor actividad volcánica y símica del mundo. Catorce años después, Indonesia vuelve a sufrir una nueva catástrofe cuya magnitud aún está por determinar.

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