Regresan a la «zona muerta» de Fukushima para retirar «lava atómica» altamente radiactiva

Un robot, llamado «Pequeño Pez Sol», ha conseguido por fin llegar hasta uno de los reactores fundidos sumergiéndose seis metros en agua radiactiva

Robot submarino usado para explorar los reactores AFP

PABLO M. DÍEZ

Más de seis años después del tsunami que arrasó la costa nororiental de Japón y golpeó la central de Fukushima 1, provocando el peor accidente nuclear desde Chernóbil, un robot ha conseguido por fin llegar hasta uno de sus reactores fundidos . Sumergiéndose seis metros en agua altamente radiactiva, el artefacto, llamado «Pequeño Pez Sol», ha tomado durante las últimas semanas imágenes de la base del reactor número 3, que se fundió como el 1 y el 2 cuando una ola de 15 metros inundó la planta y averió sus sistemas eléctricos de refrigeración.

En el vídeo distribuido por Tepco, la eléctrica que opera la central, se aprecia en el agua una masa informe que parece el combustible nuclear fundido. Solidificada en grumos con los escombros del reactor, esta especie de lava atómica, llamada «corio» en el argot nuclear , presenta unos índices de radiación tan elevados que de momento resulta imposible retirarla. Aunque ya se sabía lo que había allí, las imágenes grabadas por el robot permiten a los técnicos encargados del desmantelamiento de la planta conocer la situación para preparar un plan.

Por control remoto

«De las fotos recogidas, es obvio que algunos objetos fundidos se salieron del reactor. Esto significa que la alta temperatura derritió la estructura y se desbordó, por lo que es muy probable que sea el combustible fundido, mezclado con el metal que había debajo», explicó un portavoz de Tepco, Tahakiro Kimoto, según informa el periódico «Japan Times». A su juicio, «tomar imágenes de cómo los restos se dispersaron dentro del reactor es un gran logro» porque «las imágenes que hemos conseguido nos ayudarán a diseñar un plan para retirar el combustible fundido ».

Hasta ahora, había sido imposible llegar a los reactores fundidos por su altísima radiactividad, capaz de matar a una persona en minutos. Incluso los robots que habían entrado en ellos dejaron de funcionar enseguida, como el «Pequeño Pez Sol» que se había sumergido previamente en los reactores número 1 y 2 sin poder transmitir ninguna imagen.

En esta ocasión, sus cámaras no solo han logrado retratar el material nuclear fundido, sino también los daños que sufrió la estructura del reactor por la explosión de hidrógeno que tuvo lugar en su día debido a las altas temperaturas por la falta de refrigeración.

Parte inferior de una barra de control en el reactor 3 AFP

Desarrollado por un consorcio gubernamental y Toshiba, la empresa encargada de descontaminar y desmantelar la central de Fukushima, el robot sumergible tiene el tamaño de una barra de pan y es manejado mediante control remoto por cuatro operarios. Equipado con cámaras y luces, dispone también de un dosímetro para medir la radiactividad que está aportando una información muy valiosa a los técnicos de la planta.

Este hallazgo del material nuclear fundido supone un punto de inflexión en los trabajos que se llevan a cabo en Fukushima, pero a sus responsables aún les queda por delante una tarea titánica. Aunque ya han localizado el corio en uno de los reactores, aún les falta llegar a los otros dos y no disponen todavía de la tecnología necesaria para retirar el material radiactivo .

«Están intentando inventar un robot para sacar el combustible fundido de los reactores, que se prevé que empezará a ser extraído en 2021», explica a ABC Satoru Toyomoto, director de Asuntos Internacionales de la Oficina de Respuesta a Accidentes Nucleares de Japón. En la sede en Tokio del Ministerio de Economía de Economía, Comercio e Industria, Toyomoto enumera los avances en la lucha contra la radiación en Fukushima. Entre ellos destacan «la retirada en diciembre de 2014 de las 1.533 barras de combustible del reactor número 4, que estaba parado en el momento del tsunami, y la pavimentación del 90 por ciento de la superficie de la planta para atrapar la radiactividad del terreno y proteger así a los trabajadores, que solo necesitan un traje especial alrededor de los reactores».

Partículas tóxicas

En la actualidad, hay en la planta unos 5.000 operarios, cuya misión consiste en mantener estables los reactores fundidos, cuyos edificios han sido cubiertos para que no liberen radiactividad. Con el fin de que no se calienten, en cada reactor se inyectan diariamente unos 130 metros cúbicos de agua subterránea , que se contamina en contacto con la radiactividad. Aunque se puede eliminar de ella el cesio, el estroncio y otras 62 partículas tóxicas, hay un componente imposible de depurar, el tritio, que obliga a almacenar cada día unos 140 metros cúbicos de agua contaminada.

A la espera de hallar el modo de limpiarla, en un millar de tanques se almacenan más de 770.000 metros cúbicos de agua con tritio . Para evitar filtraciones de agua radiactiva al vecino océano Pacífico, los trabajadores también han levantado barreras en el muelle y construido un muro de hielo en el subsuelo. Pero aún está por llegar lo más difícil: la retirada de los núcleos fundidos. Con un coste estimado de 72.000 millones de dólares (61.380 millones de euros), llevará cuatro décadas acabar con la pesadilla atómica de Fukushima.

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