Los radicales del clima presagian el fracaso de la Cumbre de Glasgow

Catalogados como extremistas, estos grupos quieren canalizar el miedo de la población para movilizar la lucha

Amenazan con paralizar la ciudad este fin de semana y la Policía advierte: «Hay líneas rojas que no dejaremos pasar»

Vídeo: Un centenar de países se compromete a reducir las emisiones de metano en la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU (COP26) que se celebra en Glasgow - EUROPA PRESS
Ivannia Salazar

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A principios del año pasado trascendió que las autoridades británicas incluyeron al grupo de activistas contra el cambio climático Extinction Rebellion en una lista de ideologías extremistas. Aquello supuso un jarro de agua fría para una organización confundada por la física molecular Gail Bradbrook y el profesor de Ciencias Sociales Roger Hallam, que considera que era necesario cambiar el antiguo modelo de las marchas por el centro de las ciudades a protagonizar lo que denomina «acciones disruptivas no violentas». Las acciones de desobediencia civil que han protagonizado desde su nacimiento hace tres años en Londres y que se extendieron a decenas de ciudades, incluyen cortes de tráfico, acampadas y acciones muy llamativas como cuando se encadenaron en la Puerta de Brandeburgo en Berlín o cuando ocuparon el Museo de Ciencias de la capital británica.

Pero es que «paralizar las ciudades es la única forma que tenemos de llamar la atención sobre la emergencia que sufrimos». Así lo declara a ABC un activista que se ha desplazado desde Londres para manifestarse en Glasgow, la ciudad escocesa donde se celebra la COP26, una cumbre del clima que podría suponer un punto de inflexión en el modo en el que los líderes mundiales abordan la crisis climática, pero que sigue generando recelo en grandes partes de la población, que exige pasar de las palabras a los hechos.

La forma de hacerlo, no obstante, choca con sectores que, si bien no están a favor de los políticos y de las promesas que hacen, tampoco creen que «esta sea la forma». Es lo que cree una pareja de residentes de Glasgow, que teme que en los próximos días, sobre todo el sábado, cuando hay prevista una manifestación multitudinaria en el llamado Día Mundial por la Justicia Climática de la Coalición COP26, se produzcan problemas en el transporte público, disturbios o incluso actos violentos. Pero desde Extinction Rebellion, uno de los muchos grupos que tienen previstas acciones a favor del clima durante estas dos semanas, defienden que «nuestra acción es pacífica. Uno de nuestros principios fundamentales es no llegar nunca a la violencia».

Esa es la posición según una de las portavoces de la organización, Catherine Idle, que considera que «la respuesta razonable al colapso climático es entrar en pánico, porque es aterrador», por lo que «la rebelión le da a la gente una salida para sus sentimientos extremos de ansiedad, miedo, ira y desesperanza ante lo que está pasando, y poder canalizar eso a través de acciones directas, lo convierte en esperanza».

Pero los encontronazos con la Policía, tanto en Reino Unido como en otros países alrededor de todo el mundo, han sido inevitables. Fuentes de las fuerzas de seguridad aseguran que las protestas pacíficas pueden permitirse «hasta cierto punto», pero que hay «líneas rojas» en las que «hay que actuar». «Es imposible no hacerlo cuando se cortan carreteras por las que, por ejemplo, no pueden pasar ambulancias o familias con niños», aseguran.

Contra la Policía

El grupo, por su parte, reconoce que «siempre hay algo de tensión entre los activistas y la Policía» y según Idle, «las personas de color así como las de comunidades que ya están marginadas que son las que se verán más afectadas por el colapso climático, son las que a menudo están aquí para luchar por su causa» y por tanto «las que resultan más afectadas» por la respuesta policial. En esto coincide Roger Martin, que suele participar en eventos de otro grupo también potente, Ocean Rebellion, cuyo objetivo es que los gobiernos «digan la verdad sobre la destrucción de los océanos» y que ya protagonizó importantes performances en citas como la cumbre del G-7 del pasado verano en Cornwall (Inglaterra). Martin considera «que cuando las cosas salieron mal en el pasado», cuando «muchas personas acabaron detenidas», fue «siempre porque la Policía nos atacó… », señala.

Sobre las acusaciones de hipocresía por usar plástico o teléfonos móviles, Idle responde que «no hay forma de existir en el mundo sin tener algún impacto en el medio ambiente», por lo que nadie debe «abrumarse tratando de hacerlo todo bien, porque incluso si se pudiera, la huella de carbono individual es completamente insignificante en comparación con el daño que están haciendo las compañías de combustibles fósiles».

La activista Greta Thunberg lanzó también un llamamiento a sus millones de seguidores para que firmen una carta abierta acusando a los líderes de traición: «Esto no es un simulacro. Es un código rojo para la Tierra». «Podéis meteros la crisis climática por el culo», ha cantado Thunberg animada y jaleada por los manifestantes durante una protesta en la ciudad escocesa de Glasgow,

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