El Papa pide perdón por el vandalismo contra las estatuas amazónicas arrojadas al Tíber

Han sido recuperadas y podrían ser expuestas en la misa de clausura este domingo

Imagen de la estatua de madera lanzada al río Tiber por unos vándalos AFP
Juan Vicente Boo

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En la penúltima sesión del Sínodo de Amazonia, celebrada este viernes, el Papa Francisco ha manifestado que «como obispo de Roma pido perdón a las personas ofendidas» por el acto vandálico cometido probablemente por tradicionalistas que el pasado lunes robaron tres estatuas indígenas en una iglesia cercana al Vaticano, las arrojaron al río Tíber, filmaron toda la «hazaña» y la colgaron en YouTube.

El Papa ha confirmado que esas tres estatuas habían sido expuestas en ceremonias y en la iglesia «sin ninguna intención de idolatría», por lo que no tiene sentido el gesto del pasado lunes, que supone además una grave ofensa a los indígenas. Por fortuna, las imágenes han sido recuperadas, y es posible que sean expuestas de nuevo el domingo en la misa de clausura del Sínodo.

Las tres sencillas estatuas de madera, de aproximadamente medio metro de altura, representan a mujeres indígenas embarazadas y de rodillas en las que se transparenta el niño que va a nacer. Son símbolos tradicionales de maternidad, de la Amazonia , de la «Madre Tierra» -la «Pachamama»- o de la Virgen María según la interpretación que cada uno quiera darle.

Fueron llevadas a los Jardines Vaticanos para la ceremonia de plantar un árbol de Amazonia en presencia del Papa , y a la basílica de San Pedro para la oración inicial el primer día junto con una canoa, símbolo del territorio y del gran río. Pasaron después a la capilla en que se exponen objetos y exvotos amazónicos en la iglesia de Santa María en Traspontina, en la Vía de la Conciliación.

Los medios ultraconservadores norteamericanos que llevan tres semanas creando confusión en torno al Sínodo -en que participan 16 indígenas y muchos misioneros y misioneras amazónicos, aparte de 113 obispos de ese territorio-, calificaron las estatuas de «ídolos» y denunciaban persistentemente la «profanación» de los templos.

El director de comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, manifestó el pasado lunes que «robar algo de un lugar sagrado es un gesto sin sentido que contradice el espíritu de diálogo. Es un robo que no necesita comentarios».

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