Pamplona lucha por devolver San Fermín a su esencia dos años después de La Manada

Las medidas de concienciación han aupado a la ciudad como ejemplo de respuesta a las agresiones sexistas

El Supremio sentencia a La Manada a 15 años por violación

La sentencia de La Manada en directo

Cartel informativo sobre la campaña contra las agresiones sexistas en San Fermín ABC

PABLO OJER Pamplona

Centrarse en un único caso invisibiliza el resto de agresiones, les quita importancia y sobre todo pone el foco en elementos que poco tienen que ver con la realidad. Nosotras no trabajamos a golpe de titular y la respuesta ejemplar que la ciudadanía de Pamplona ha dado, año tras año, a las agresiones sexistas, no ha sido casual». Con esta contundencia los grupos feministas de Pamplona defienden la lucha que el colectivo lleva realizando desde hace años, desde antes de la aparición en sus vidas de La Manada, el grupo sevillano de cuyo abuso sexual se cumplen la próxima madrugada dos años.

Ya desde ayer las calles de Pamplona se encuentran atestadas de personas, pamploneses y foráneos que aguardan el comienzo de los sanfermines este mediodía en la plaza Consistorial. Al mismo tiempo, en la Audiencia de Navarra se celebraba una vistilla para decidir si el guardia civil de La Manada , Antonio Manuel Guerrero, regresaba a prisión o permanecía en libertad. Sin embargo, a pesar de los escasos cientos de metros que separan la Audiencia Provincial del centro de la ciudad, los pamploneses tenían la cabeza en el famoso Chupinazo y no tanto en la decisión que se tome sobre Guerrero.

«Estamos de La Manada hasta más allá de la coronilla», defendía un paisano en un bar del casco antiguo de Pamplona. «Se han empeñado en que los sanfermines son La Manada y son precisamente todo lo contrario. La Manada es lo opuesto a las fiestas. Es un caso puntual de cinco indeseables que no han hecho más que dañar injustamente unas fiestas que se caracterizan por la alegría y el buen rollo entre todos», afirma un joven en una cervecería de la Plaza del Castillo. «Y si no, no tienes más que comprobar que La Manada fue detenida a las cinco horas de producirse los hechos y fue gracias a las medidas de seguridad y la concienciación que existe en Pamplona desde mucho antes de los sanfermines de 2016».

Efectivamente, los cinco sevillanos fueron identificados ya en el recorrido del encierro gracias a las cámaras de seguridad que se colocaron no sólo en la carrera de los toros, sino en otros lugares susceptibles de sufrir acciones delictivas, desde parques hasta calles donde los carteristas pueden intentar sus tretas.

La joven madrileña C., víctima de La Manada, fue atendida desde el primer momento en que salió del portal. Aquí coincidieron dos circunstancias. Una pareja que la encontró llorando en un banco de la calle Carlos III demostró la sensibilización que existe en Pamplona desde hace años ante el acoso sexual. El punto de información sobre las agresiones funcviona desde 2014. En él se explica los protocolos existentes ante posibles actos sexistas.

Gracias a la colaboración entrelas instituciones implicadas se han establecido en Pamplona hasta tres protocolos de actuación: uno, de intervención policial para localizar y dar con el autor; otro, para atender y acompañar en todo momento a la víctima de una posible agresión sexista; y, tercero, un protocolo de respuesta ciudadana e institucional.

Más de una década de lucha

Por toda la ciudad se han colocado grandes manos rojas que indican que todos los ciudadanos deben esforzarse en erradicar cualquier actitud sexistas. Este símbolo se extiende también a los autobuses urbanos, taxis, camiones del servicio de limpieza e, incluso, en cualquier ciudadano que lo coloca en su pecho en forma de pin.

Porque la lucha contra las agresiones sexistas comenzaron hace muchos años en Pamplona. Recibió un impulso muy importante hace 10 años con el asesinato de Nagore Laffage, una joven que no quiso mantener relaciones sexuales y murió por ell o. Pero la pelea por erradicar otros actos menos graves pero igualmente sexistas surgió en 2013 a raíz de la proliferación de imágenes de chicas que mostraban sus pechos durante el Chupinazo y eran tocadas por numerosas manos.

Desde entonces, e sa imagen se ha reducido notablemente gracias a la presencia de policías de paisano (hay más de 2.800 agentes desplegados en total) que intentan evitar en la Plaza Consistorial hechos similares. Porque la concienciación social es más complicado en este acto, puesto que la mayoría de las 12.000 personas que abarrotan la plaza frente al Ayuntamiento son extranjeras que no han vivido las campañas institucionales contra las agresiones sexistas. Los pamploneses prefieren vivir el Chupinazo en plazas más grandes y donde no se producen las apreturas de la Consistorial. Y tampoco se dan imágenes de tocamientos.

«Ni camisetas negras ni carteles de la Feria del Toro que aluden a La Manada» , explica un hombre de mediana edad en la Plaza del Castillo, «los sanfermines son fiestas de todos y todas, en las que disfrutamos todos y todas y en las que cabemos todos y todas. Y la vestimenta en blanco y rojo es lo que nos hace a todos iguales, hombres, mujeres, autóctonos y foráneos, ricos y pobres. El día en que se inventó esa vestimenta fue el momento en que se inició la lucha por la igualdad de todos».

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