Momento de la Audiencia general en la que Camps entrega a Francisco el salvavidas de la niña fallecida
Momento de la Audiencia general en la que Camps entrega a Francisco el salvavidas de la niña fallecida - ABC

Óscar Camps: «Hemos visto tanto drama en Lesbos que hemos aborrecido a Europa»

Entrevista con el socorrista que entregó al Papa el salvavidas de una niña refugiada de 6 años que murió en el mar

MADRID Actualizado: Guardar
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De la noche a la mañana, Òscar Camps dejó Badalona para ir a salvar vidas en las costas del Egeo. Con 25 años de experiencia en salvamento y una empresa de socorrismo al frente, cogió una excedencia para impulsar Proactiva Open Arms, una ONG que ayuda a los refugiados durante su travesía por mar hasta la costa griega. Su labor le ha llevado a recibir decenas condecoraciones –la última, la Medalla de Oro de Canarias, el pasado lunes– y a ser recibido por el Papa Francisco.

—¿Por qué decidió ir a Lesbos?

—Tengo una empresa de socorrismo y al acabar la temporada el año pasado y ver las fotos de niños ahogados, pensé en cómo podría ayudar. Somos muchos socorristas en España y tenemos mucho material, embarcaciones y recursos que se almacenan durante meses.

Pensamos en ayudar y escribimos a varias instituciones ofreciéndonos en las tareas de salvamento.

—¿Y qué respuesta tuvieron?

—Nadie nos contestó y al cabo de quince días mi mujer me dijo «¿Por qué no vas a ver cómo está todo?». Tenía dinero ahorrado para comprarme un velero de segunda mano y decidí gastarlo en el viaje. El 14 de septiembre me fuí con Gerard, otro compañero, a Lesbos. A las pocas horas de llegar ya estábamos nadando y sacando a gente que se hundía. ¡Era una locura!

—En esos primeros momentos es cuando se da cuenta de que el drama es mucho mayor.

—No te lo puedes imaginar. Hicimos 70 kilómetros por carretera hasta llegar a la costa y por allí venían andando miles de familias que llevaban días caminando para llegar a la capital. Paramos para llenar el coche de agua y la empezamos a repartir a los niños. Era muy grotesco y no había nadie que les ayudara. .

—Ellos habían podido llegar. ¿En la costa era todo peor?

—Cuando llegamos a la costa, vimos volcar la primera embarcación con 54 personas, y en aquel momento se estaban ahogando 12. Había mujeres con sus hijos cogidos en el pecho y con solo un chaleco. La mujer sacaba la cabeza del agua pero el niño la tenía dentro y oías a la mujer gritando desesperadamente. Ningún guionista sería capaz de imaginarse lo que llegamos a ver ahí.

—Por desgracia, esa imagen no es excepcional de un día...

—Hemos visto morir cientos de personas. A los tres días ya vimos que esto era muy serio y empezamos a montar una ONG. El primer mes lo pasamos con mi dinero y cuando se acabó pensamos en irnos pero los griegos nos pidieron que nos quedáramos porque no habían visto un equipo de salvamento nunca. Hicimos una página de «crowdfunding» y empezamos a recibir donaciones de Estados Unidos, Noruega, Grecia...

—¿Se llevaron material de España?

—Solo el traje que utilizamos en la playa, una boya, las aletas y un silbato. Trabajábamos nadando y asegurando la orilla, porque las personas se ahogaban incluso a cien metros de la costa. Un día empezamos a reutilizar las barcas con las que ellos llegaban para ir mar adentro y nos dimos cuenta de que también morían allí. Tardaron a darnos permiso pero al final pudimos salir con nuestro material. Primero nos mandaron dos motos de agua y luego compramos un barco de segunda mano y conseguimos otras dos embarcaciones gracias a las donaciones.

—¿La idea es seguir creciendo?

—Tanto como podamos. En unos veinte días saldremos hacia las costas de Libia con un barco de 30 metros que nos ha cedido un industrial italiano para intentar ayudar en esa zona. Estamos habilitando la embarcación y preparando una parte medicalizada.

—¿Cuántos voluntarios tienen en la zona a día de hoy?

—Ya han pasado por Lesbos 97 personas y tenemos más de 1.500 solicitudes de profesionales del salvamento de España. Estamos desbordados de peticiones.

—¿Qué otro tipo de ayuda necesitan?

—Necesitamos donativos para pagar el gasóleo de los motores, el seguro de responsabilidad civil y los billetes de los voluntarios.

—¿Cómo han respondido las instituciones?

—Hemos ido al Vaticano y al Parlamento Europeo a denunciar la situación y a pedir que se muevan por los refugiados. Queremos sensibilizar a la población para evitar que más gente se ahogue y que el Mediterráneo siga siendo tan mortífero. No soy jurista ni político:no sé lo que hay qué hacer con ellos pero sí que sé que no hay que dejar morir a la gente.

—¿Cómo fue el encuentro con el Papa?

—Es muy cercano. En los minutos que estuve con él me di cuenta de lo consciente que es de la situación, de la información que posee y del grado de responsabilidad que se atribuye. Yo le fui a devolver la visita que él nos hizo en Lesbos y le expliqué cómo veíamos los hechos. Además, le di el chaleco de una niña siria de seis años que murió ahogada a pesar de nuestros esfuerzos. Y este no será el último:entregaremos más chalecos para concienciar de este problema.

—Además de las decenas de imágenes horrorosas, ¿también se trajo de Lesbos muchos momentos extraordinarios que lo compensan?

—Por supuesto. Esto está lleno de microsegundos valiosos, que te dan tanta energía como un granito de plutonio. Un guiño o una sonrisa escondida de una madre que está agotada pero a la que acabas de salvar a su hijo es tan intenso, tiene tanto brillo y te transmite tanto que te das cuenta de que no hay idiomas, religiones ni fronteras. La humanidad no necesita lenguaje porque todo se transmite directamente con sentimientos. Hemos visto tanto drama que hemos aborrecido a Europa y a lo que Europa representa. Pero a pesar de todo, esto te carga las pilas para siempre y te da más fuerzas para seguir ayudando.

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