Obispos catalanes y políticos presos

Cada día que pasa sorprende más el nacional-clericalismo en Cataluña, una añadida vuelta de tuerca al nacional-catolicismo

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Cada día que pasa sorprende más el nacional-clericalismo en Cataluña, una añadida vuelta de tuerca al nacional-catolicismo. Es decir, la instrumentalización que de la Iglesia está haciendo el nacionalismo catalán. El mensaje evangélico es claro: «Porque estuve en la cárcel y vinisteis a verme» pasa a gozar del Reino de los cielos. Por tanto, nada que objetar, en principio, a que el arzobispo de Tarragona y los obispos de Gerona, Solsona y Vic hayan visitado, y vayan a seguir visitando, a los políticos independentistas presos. Esos obispos sabrán con cuanta frecuencia van a las cárceles, a qué tipo de presos acompañan y qué hacen y dicen cuando están en los centros penitenciarios. Otra cuestión no desdeñable es la publicidad que se ha dado a cada visita, que ha sido calificada oficialmente como «discreta pero comprometida». Entendemos que comprometida con la persona, no con la causa que hace que esa persona se encuentre en prisión preventiva.

El colmo de ese nacional-clericalismo está en el llamamiento por parte del obispo de Solsona, Xavier Novell , al ayuno político. Es decir, un obispo secundando la iniciativa política de un gobernante para una causa más que discutible. ¿Pero no habíamos quedado en que, con el Concilio Vaticano II, los obispos debían ser maestros en evitar la confusión entre fe y política, servidores a la libertad de todos por la no identificación de la fe con una determinada forma política?

Da la impresión de que el problema de algunos obispos en Cataluña no es ya un problema de prudencia pastoral. Esa virtud que consiste también en la capacidad para valorar las circunstancias y discernir las acciones más apropiadas en cada caso, según sus específica misión de «padres y pastores» de todos los fieles de su diócesis. San Gregorio Magno dijo en una ocasión que el obispo ha de tener «nariz», es decir, olfato que le permita distinguir lo que es positivo y lo que es negativo, lo justo y lo injusto, lo que hace posible la libertad de la Iglesia y lo que la impide. La pérdida de olfato -anosmia- es ahora una forma de ceguera pública.

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