Un motorista circula por una calle de Pedernales, Ecuador
Un motorista circula por una calle de Pedernales, Ecuador - REUTERS
Terremoto de Ecuador

Manuel Rodicio, misionero español en Ecuador: «Muertos. Destrucción. Sin luz. Sin agua»

Un total de 284 misioneros españoles realizan su labor evangelizadora en Ecuador, 21 de ellos en Manabí, la zona más devastada por el terremoto. Algunos de ellos relatan su experiencia

MADRID Actualizado: Guardar
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Un total de 284 misioneros españoles realizan su labor evangelizadora en Ecuador, 21 de ellos en Manabí, la zona más devastada por el terremoto que ha asolado el país sudamericano. Obras Misionales Pontificias (OMP) ha conseguido ponerse en contacto con algunos de ellos, pero por ahora no tiene constancia de heridos o fallecidos.

«El temblor. Es sábado a las siete. Ya es de noche. 'Pronto pasará', pienso, porque vivimos donde la tierra se estremece con frecuencia. Pero no. Esta vez dura más tiempo. Y cada vez es más fuerte», escribe el sacerdote diocesano misionero de Ourense Manuel Rodicio desde Jipijapa donde estaba sustituyendo a un compañero.

Allí el terremoto causó estragos materiales pero, habitualmente, Rodicio vive en Manta donde, según apunta, «no hay bloque donde al menos una casa no haya caído al suelo».

«No hay movimiento. Las carreteras están serradas, como si una motosierra las cortase. En Portoviejo dicen lo mismo. Sin embargo en Pedernales y Cojimíes es peor. Muertos. Destrucción. Sin luz. Sin agua. Con un poco de Internet en un smartphone que nos abre a la información y al mundo», relata.

Por su parte, el misionero de Albacete en Quito Pedro Jesús Arenas cuenta que están cargando camiones con víveres para llevarlos a las zonas más afectadas. «Nada más sentir los temblores y enterarse de los destrozos en el epicentro del terremoto, la Iglesia de Quito reaccionó con rapidez», asegura.

El obispo y el nuncio partieron este domingo hacia Pedernales y el resto de sacerdotes se organizaron para pedir ayuda por las calles y transportarla en camiones. La policía les escolta porque a lo largo del camino entre los destrozos en las carreteras les pueden asaltar. «La gente está desesperada y pueden asaltarnos, pero nosotros queremos que esa ayuda llegue a las zonas más dañadas», apunta.

El misionero, que no tiene noticias de sus compañeros de congregación en la zona, estima que el número de muertos puede superar con creces el millar. «Hay zonas a las que no ha llegado ni siquiera el ejército, por lo que aún hay gente entre los escombros», advierte, al tiempo que mira al futuro con desasosiego. «Esto es sólo la punta del iceberg, todo está derrumbado. Vamos a necesitar mucho tiempo», señala.

Las misioneras combonianas pudieron salir de la isla de Muisne, junto con toda la población. «La isla se estaba llenando de agua, y la gente empezó a decir a las hermanas que salieran corriendo. Gracias a Dios, pudieron evacuar la isla entera con barcas turísticas y canoas», explica la misionera comboniana Pilar Sainz Gómara desde Madrid, que mantiene el contacto con sus compañeras con las que ha compartido 35 años de su vida.

El misionero zaragozano José María Bernard tiene palabras también para los emigrantes ecuatorianos en España: «Ecuador es un país de 24 provincias que tiene su provincia 25 en España. También allí están llorando los familiares de quienes mueren y sufren en Manabí, Esmeraldas o Guayas».

El director de OMP en España, Anastasio Gil, ha lamentado la tragedia y que esta se centre «en los más pobres y desprotegidos». En todo caso, ha agradecido el trabajo de los misioneros españoles a través de los cuales están en contacto con lo sucedido para responder con su ayuda.

«De momento no nos consta que entre los fallecidos haya misioneros españoles, pero esta noticia no nos consuela sabiendo que hay niños, mujeres y hombres pobres que han entregado su vida para que el mundo despierte del egoísmo y se sienta solidario con los más necesitados», ha subrayado Gil.

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