«La Manada» espió a la joven violada para intentar desacreditarla

La víctima de la presunta violación dice que no opuso resistencia a los acusados porque estaba en estado de shock

Integrantes de «La Manada» en una foto de grupo en las fiestas de San Fermín en 2016 ABC

PABLO OJER

El juicio por la presunta violación grupal del 7 de julio de 2016 vivió ayer una de las jornadas clave a pesar del blindaje riguroso que trataron de imponer los miembros del tribunal. La víctima de la posible agresión, una joven madrileña que contaba casi 19 años en el momento de los hechos y ahora tiene 20, llegó a la Audiencia de Navarra en una furgoneta de la Policía Municipal y, cuatro horas después, la abandonó en el mismo vehículo. Las respuestas de la joven eran fundamentales para la evolución del juicio y la defensa no quería dejar pasar la ocasión para mostrar sus contradicciones. En su intervención, la víctima dijo que no opuso resistencia a los acusados porque estaba en estado de shock . Según ella, mantuvo siempre una actitud siempre pasiva «deseando que todo terminara cuanto antes».

«Acusada» de no resistirse

Desde el primer momento, la defensa trató de que se mostraran los vídeos de la agresión durante la declaración de la joven. Su idea era desarmar a la joven mostrando las imágenes en las supuestamente se ve cómo no opone resistencia alguna. Sin embargo, una vez que llegó el momento de visionarlos, ninguna de las partes pidió que se emitiesen. Preguntado por esta circunstancia a la salida de la sesión, el abogado de tres de los acusados, Agustín Martínez Becerra, aseguró que «no ha hecho falta». Aunque no quiso desvelar si esa afirmación se debía a que la declaración de la joven había satisfecho los argumentos de la defensa. «Mira mi cara», respondió a la pregunta de los periodistas. Y ofreció un rostro sin expresión alguna porque, dijo, «estamos en algo serio».

En la segunda jornada del juicio celebrada ayer se mantuvo el férreo hermetismo impuesto desde el día anterior para preservar la intimidad de la víctima y la de los acusados. Los cinco amigos sevillanos, apodados con el nombre de su grupo «La Manada», entraron en los juzgados en la misma furgoneta de la Policía Nacional que el día anterior. Sin embargo, fueron llevados directamente a una pequeña sala en lugar de ir a la Sala de Vistas (la sala 102) para que siguieran desde ahí la declaración de la víctima a través de un monitor de televisión y no se cruzaran en ningún momento.

La víctima llegó cerca de media hora más tarde en una furgoneta de la Policía Municipal y fue llevada a la Sala de Vistas. Era la primera vez que víctima y acusados se encontraban en el mismo edificio, pero en ningún momento se vieron.

Lo que trascendió de la declaración posterior por parte de dos testigos, la pareja que encontró a la joven en un banco en estado de shock y llorando, fue, por boca de otro de los abogados, que duró «muy poquito» tras la extensa declaración de la víctima, que se prolongó durante casi cuatro horas incluyendo un receso de unso diez minutos.

El secretismo de las partes sobre lo que testificó la pareja en la sala se mantuvo de igual manera que con el resto de comparecencias. Incluso, aunque sí que se les vio llegar a la Sala de Vistas, una vez entraron no se les volvió a ver y salieron del edificio por pasillos internos ajenos al público. El principal interés que había en sus palabras se debía a que la defensa asegura que lo primero por lo que se preocupó la joven agredida fue por su teléfono en lugar de por lo que le habían hecho los cinco acusados. Se esperaba, en cualquier caso, que la declaración de estos dos testigos, que llamaron al teléfono de SOSNavarra para auxiliar a la víctima, fuese corta, como así sucedió.

Espiaron a la joven durante sus vacaciones

Toda la base del juicio se concentra en los pequeños detalles, en la estrecha línea que separa una cara de sometimiento fruto del miedo a un rostro impertérrito que denota ausencia de rechazo. Por eso, las pruebas periciales serán fundamentales para que el Tribunal aclare su punto de vista y, por este motivo el visionado ayer de las imágenes tenían tanto interés para la defensa en un principio.

El juicio por la presunta violación de los sanfermines inicia hoy una nueva etapa con la intervención de los agentes de Policía Municipal que atendieron a la joven después de la llamada de la pareja que la encontró y de los primeros agentes de Policía Foral que estuvieron con la joven. En los próximos días, hasta el lunes, todas las comparecencias se dedicarán a los aspectos técnicos y a la investigación posterior a la detención de los cinco acusados.

La estrategia de la defensa se mantendrá firme en que la joven no salió tan traumatizada como afirmó posteriormente en la denuncia. De hehco, se escudará en un informe encargado a unos detectives privados sobre la joven, a la que llegaron espiar durante el primer fin de semana de septiembre cuando se encontraba disfrutando de unos días de vacaciones en Madrid con su familia y amigos cercanos . También espiaron sus publicaciones en las redes sociales.

Las acusaciones intentarán por su parte demostrar el estado de shock en que salió del portal de la calle Paulino Caballero, donde se produjo la presunta violación en grupo. El juicio volverá a tener un punto álgido la semana que viene, cuando el lunes y el martes se presenten las pruebas periciales. Se visionarán vídeos y se leerán mensajes autorizados de WhatsApp que intercambiaron los acusados con el resto de amigos que conforman «La Manada».

Cabe recordar que durante la primera sesión del juicio, los cinco se declararon inocentes, y cuatro de ellos además negaron el delito de robo con intimidación, mientras que el ex guardia civil acusado reconoció que había «sustraído» el teléfono móvil de la víctima . Los cinco están imputados por un delito continuado de agresión sexual, otro contra la intimidad y un tercero por robo con intimidación, por los que la Fiscalía pide 22 años y 10 meses de cárcel para cada uno.

Según el escrito de la acusación, los imputados bajaron la ropa interior de la joven, la obligaron a realizar felaciones a los cinco, que la penetraron sin usar preservativo y «valiéndose de su superioridad física y numérica» y de la «imposibilidad» de la joven de «ejercer la más mínima resistencia». Mientras, dos de ellos, «sin conocimiento ni consentimiento» de la chica, hicieron grabaciones con sus móviles, «con la intención de vulnerar la intimidad de la víctima y posteriormente mostrarlos, enviarlos y difundirlos a su grupo de amigos». Luego, se apoderaron del móvil de la joven para que «no pudiera solicitar auxilio».

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