Protesta en Los Ángeles contra el plan republicano para derogar y sustituir el Obamacare
Protesta en Los Ángeles contra el plan republicano para derogar y sustituir el Obamacare - Reuters

Así funcionan los sistemas sanitarios en el mundo

Desde la prestación del servicio por seguros privados en EE.UU. a los sistemas públicos de salud sostenidos por impuestos y el modelo de seguridad social en el que las cuotas obligatorias son pagadas por las empresas y los trabajadores

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  1. EE.UU., un modelo basado en seguros privados con ayudas para costearlos

    Protesta en Los Ángeles contra el plan republicano para derogar y sustituir el Obamacare
    Protesta en Los Ángeles contra el plan republicano para derogar y sustituir el Obamacare - Reuters

    La propuesta presentada por los republicanos con el respaldo de Donald Trump para desmantelar el Obamacare ha sumergido a Estados Unidos en un intenso debate sobre el futuro de su modelo sanitario, en las antípodas de la protección pública habitual en Europa. En el país norteamericano no existe el derecho a una sanidad pública, universal y gratuita, algo que en España se da por hecho. El concepto de un servicio común para todos los ciudadanos sostenido con fondos de las administraciones es ajeno a esta república nacida bajo el espírtu de la libertad individual, en la que no se concibe un Estado benefactor a la europea.

    La atención médica se basa en el servicio que prestan empresas privadas, especialmente a través de los seguros de salud, que se costea cada ciudadano o la empresa para la que trabaja. Y aun teniendo seguro, lo habitual es abonar un copago cada vez que se va al médico.

    No obstante, se han ido introduciendo medidas para paliar los efectos de un sistema regido solo por las leyes del mercado. En 1965, bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson, se introdujeron dos programas para dar cobertura a las personas con más dificultades para acceder a ella. Uno fue Medicaid, para las personas con bajos recursos, y otro Medicare, para los mayores de 65 años y personas con discapacidad.

    Barack Obama se propuso extender la cobertura sanitaria a los estadounidenses con más dificultades para acceder a un seguro, lo que se tradujo en 2010 en la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, más conocida como Obamacare. Entre las medidas de esa norma figura la expansión del citado Medicaid en los estados. Desde 2010, 31 de ellos, además del Distrito de Columbia, se han acogido a la ley para extender las ayudas a ciudadanos de bajos ingresos y sin niños, que antes tenían dificultades para acceder a ellas. Pero también incorporó ayudas en función de los ingresos para personas que no entraban en Medicaid.

    Así mismo, con el Obamacare se prohibió a las aseguradoras negarse a cubrir a pacientes con problemas de salud previos, como sucedía. Para proporcionar seguros a precio asequible a las personas mayores y a los enfermos, la ley estableció que todas las personas con capacidad económica para contratar un seguro lo hicieran o, de lo contrario, se enfrentan a penalizaciones. Además, impone a las grandes empresas la obligación de proporcionar un seguro a sus empleados. También introdujo la posibilidad de que los menores de 26 años pudieran acogerse al plan de salud de sus padres.

    Menos estadounidenses sin cobertura

    Las medidas de Obama lograron rebajar el número de personas sin seguro de 47 millones de personas en 2010 a 27 en la actualidad. Pero los republicanos vienen atacando el Obamacare por su alto coste para las arcas públicas, por propiciar una subida de las primas de las aseguradoras y por lo que entienden que es una limitación de la libertad del ciudadano para escoger su propio seguro.

    El actual presidente anunció en campaña que derogaría el sistema de Obama por uno nuevo, daría cobertura a todos los estadounidenses y bajaría las primas. El plan republicano pretende sustituir el modelo basado en ayudas según los ingresos por otro de deducciones fiscales que varían con la edad. También suprimiría la obligación a las personas de contratar un seguro y a las grandes compañías de proporcionar uno a sus empleados, informa Manuel Trillo.

  2. China, la sanidad es pública pero hay que pagar para vivir

    Varias mujeres embarazadas esperan en el hospital de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, al este de China
    Varias mujeres embarazadas esperan en el hospital de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, al este de China - EFE

    En un país como China, que se sigue declarando comunista, la sanidad es, en teoría, gratuita. En la práctica, hace ya varias décadas que el gigante asiático abrazó el capitalismo más salvaje y tener dinero o no marca la delgada línea entre la vida y la muerte. Aunque la ley establece que los servicios sanitarios son públicos y universales en China, lo cierto es que la atención médica depende de lo que el paciente pague.

    A tenor de las cifras oficiales, el 95 por ciento de los más de 1.350 millones de chinos tienen algún tipo de seguro desde la reforma sanitaria emprendida en 2009, que sigue todavía en marcha. Pero se trata de una cobertura muy básica que apenas les vale para nada si contraen una grave enfermedad o tienen que pasar por el quirófano.

    Viviendo gracias a las pastillas anticoagulantes que le compra cada mes su patrón, Xiao Yuan, una criada de Pekín de unos 50 años, tuvo que pagar 170.000 yuanes (23.000 euros) para ser operada en un hospital tras haber sufrido una trombosis en 2012. La intervención le costó cuatro años y medio de su sueldo y, para reunir el dinero, tuvo que pedirlo prestado a sus amigos y familiares. De lo contrario, habría muerto sin remedio ante la indiferencia de los médicos. De hecho, la atención sanitaria está tan mercantilizada en China que las enfermeras se negaban a cambiarle las sábanas de la cama si no recibían su correspondiente gratificación.

    Con unos gastos sanitarios que superan los 3,5 billones de yuanes (472.000 millones de euros), lo que representa el 5,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), la salud es un sector en constante expansión en China por el aumento de la esperanza de vida gracias a su desarrollo económico. Pero también de las enfermedades, ya que la longevidad subirá hasta los 79 años en 2030, cuando se doble el número de mayores de 65 hasta los 223 millones de personas. Un gigantesco mercado al que ya le han hincado el diente las principales compañías médicas y farmacéuticas del mundo, y donde el sector privado cuenta con numerosos hospitales y clínicas.

    Por ese motivo, los chinos ahorran hasta el 60 por ciento de sus exiguos salarios, para pagarse la atención sanitaria en caso de caer enfermos. Saben que el dinero es lo único que puede salvarlos de la muerte, informa Pablo M. Díez

  3. Francia, un sistema solidario

    Llegada de un paciente con síntomas de padecer la gripe porcina al hospital de Mulhouse, Francia,
    Llegada de un paciente con síntomas de padecer la gripe porcina al hospital de Mulhouse, Francia, - EFE

    Francia tiene un modelo de sistema de seguridad social en el que las cuotas obligatorias pagadas por las empresas y los trabajadores, son la principal fuente de financiación.

    En estos sistemas, los impuestos generales también juegan su papel, financiando las primas de los seguros de los sectores desfavorecidos y sin cobertura o ciertos tipos de asistencia básica pública, como las vacunaciones o los servicios de salud maternales.

    El Estado destinó 381.800 millones de euros a la Sanidad. La parte que corresponde a Sanidad, en el conjunto de la Seguridad social francesa asciende al 10-11 por ciento del PIB, informa J. P. Quiñonero.

  4. Argentina, la sanidad es pública pero los hospitales en mejor estado son privados

    Hospital público en Buenos Aires
    Hospital público en Buenos Aires - AP

    La sanidad es pública y totalmente gratuita en Argentina. Otro asunto son las condiciones y el estado de los hospitales. La buena fama de los médicos y la gratuidad de los servicios se han convertido en un reclamo para los países vecinos. El turismo sanitario, en especial de paraguayos, bolivianos y peruanos, es un asunto de polémica recurrente en Argentina.

    La Constitución Nacional reconoce en su preámbulo los mismos derechos, incluido el de la salud, «a todos los que quieran habitar el suelo argentino» y la ley de Migraciones de 2004 fortaleza el principio constitucional de igualdad entre argentinos y extranjeros. Dicho esto, cualquier persona, esté o no documentada, tiene derecho a recibir atención médica gratuita.

    Lo habitual es que los ciudadanos tengan lo que se conoce como «pre paga», un servicio médico privado o, en su defecto, el correspondiente a su profesión que gestionan los sindicatos. Los seguros médicos privados son muy caros pero garantizan sanatorios acondicionados y en perfecto estado. No se puede decir lo mismo de buena parte de los hospitales públicos.

    Buenos Aires, ciudad y provincia, concentra el mayor flujo de pacientes de otros países. Resulta complejo establecer cuántos viven de forma permanente en Argentina y cuántos llegan desde sus lugares de origen para beneficiarse de la sanidad gratuita. En la capital argentina tienen a su alcance facultativos y prestaciones de alta complejidad que no encuentran en sus lugares de origen o su acceso les resulta imposible, informa Carmen de Carlos.

  5. NHS británico, un orgullo nacional

    La enfermera escocesa Pauline Cafferkey (dcha), enfema de ébola en The Royal Free Hospital en Londres (Reino Unido)
    La enfermera escocesa Pauline Cafferkey (dcha), enfema de ébola en The Royal Free Hospital en Londres (Reino Unido) - EFE

    Resumiendo: la sanidad pública británica no es mejor que la española, basta con haber pasado por sus hospitales y ambulatorios para comprobarlo. Pero hay dos grandes diferencias: el sistema universal y gratuito del Reino Unido es más antiguo –data de 1948- y, sobre todo, mientras que en España es habitual denigrar el excelente servicio existente, los británicos consideran el suyo un motivo de orgullo nacional, hablan de su NHS como si fuese algo sin parangón. Por ejemplo, en la campaña del referéndum de la UE, la gran promesa del Leave de Boris Johnson fue que saliendo de la UE el país dispondría de 350 millones semanales más para invertir en el NHS (la promesa, que Boris pintó incluso en la carrocería de su autobús rojo mitinero, resultó ser falsa, pero le funcionó).

    El Servicio Nacional de Salud, NHS por sus siglas en inglés, nació en la posguerra, dentro del programa socialdemócrata del gran primer ministro Clement Attlee. Hoy está dividido entre las cuatro naciones que forman el Reino Unido y en total emplea a 1,6 millones de personas, un 11% procedentes de la UE, por lo que el Brexit puede ser un problema también en esta área. Su presupuesto anual es enorme: se lleva el equivalente a unos 158.000 millones de euros anuales, sufragados con los impuestos. Es universal y gratuito, salvo los tratamientos dentales.

    Como en toda Europa, el servicio ha acusado la crisis de 2008, las premuras contables de los Gobiernos y las mayores necesidades de gasto que crea la creciente longevidad. Este invierno se han vivido situaciones aberrantes en los hospitales, con colas en los pasillos de las urgencias y hasta fallecimientos de pacientes que esperaban en las camillas. Durante la etapa de Blair su presupuesto subió un 6% cada año, pero tras la llegada de Cameron se redujo la inversión un 1% al año, debido a las premuras de la crisis.

    Una de las maneras de descongestionar los hospitales NHS sería dedicar más fondos a la asistencia social a domicilio para los ancianos, demanda constante de la oposición. El Gobierno ha dado un paso en ese sentido, pero muy corto. En el presupuesto de hace dos semanas solo destinó 2.000 millones de libras más en tres años para reforzar esas prestaciones. Dentro de las medidas de ahorro se va a obligar a pagar a los extranjeros que ahora practican el turismo sanitario en el Reino Unido, o reciben prestaciones sin cotizar. El NHS es todavía un gran servicio. Pero la duda es cuánto tiempo podrá mantenerse, informa Luis Ventoso.

  6. Alemania, el seguro médico es obligatorio

    Una paciente de cáncer se somete a un tratamiento de vendaje frío para evitar la caída del cabello durante una sesión de quimioterapia en el hospital de Jerusalén, en Hamburgo, Alemania
    Una paciente de cáncer se somete a un tratamiento de vendaje frío para evitar la caída del cabello durante una sesión de quimioterapia en el hospital de Jerusalén, en Hamburgo, Alemania - EFE

    Desde las últimas reformas de 2007 y 2009, la afiliación al seguro médico es obligatoria para todos los habitantes de Alemania, bajo amenaza de multa de hasta 610 € por cada mes sin seguro. Las entidades aseguradoras son las cajas (Gesetzliche Krankenkassen), que cubren unas prestaciones obligatorias y, según el contrato y el precio de cada una, complementos adicionales como sillas de ruedas, audífonos, subsidio por enfermedad, ortodoncias, etc.

    Cada asegurado recibe una tarjeta sanitaria electrónica personalizada con la que el paciente acude directamente al médico u hospital que desee, sin intermediación ni adjudicación por parte del sistema. Al terminar la consulta pasa la tarjeta por el lector y los gastos son traspasados directamente a su caja. Este método mantiene un alto nivel de competencia entre facultativos y clínicas, ya que el asegurado elige dónde es atendido, y evita las listas de espera.

    Los seguros obligatorios, a través de las cajas, cobran a los asegurados una cuota proporcional al sueldo bruto mensual del 15,5%, de la cual el trabajador paga el 8,2%. El resto lo paga la empresa. Los hijos que todavía estudian están asegurados como beneficiarios de sus padres, los jubilados derivan la cuota de su renta y para personas necesitadas o desempleadas la Agencia Federal de Empleo asume la cuota.

    También hay compañías de seguro médico privado a las que se puede acceder si se trabaja por cuenta propia, como funcionario o empleado si los ingresos superan cierta franja salarial. Hay que tener en cuenta que las compañías privadas, a diferencia de las cajas, no se basan en los ingresos del asegurado sino en el perfil de riesgo de enfermar que tenga cada uno, así como el estado actual de salud y las prestaciones que desee obtener. En este caso el empresario tiene que contribuir a la tarifa con el mismo porcentaje que para el seguro obligatorio, es decir, con un 7,3% del sueldo bruto mensual. El seguro privado cubre servicios adicionales como prótesis dentales, la atención por el médico jefe o la hospitalización en una habitación individual.

    Para la mayoría de los medicamentos en Alemania existe la prescripción obligatoria. El médico expide una receta y el paciente asume el pago del 10% del precio del medicamento a partir de 5€, pero nunca más de 10€. Analgésicos suaves, antigripales o productos alternativos son de venta libre y los seguros no suelen pagar por ellos.

    El seguro médico obligatorio incluye el seguro de dependencia (Pflegeversicherung) que cubre los gastos destinados a asistencia y enfermería en caso de accidentes o enfermedades graves, invalidez, vejez o cuando se necesite ayuda en las actividades diarias.

    Alemania cuenta con una amplia red de hospitales públicos, otros sin ánimo de lucro afiliados a una Iglesia o la Cruz Roja y los que están manejados por empresas privadas. La mayoría de ellos están abiertos a todos los pacientes con todo tipo de seguro. De los más de 2.000 hospitales y clínicas especializadas, un 31% son públicos, un 36% de entidades de beneficencia pública y un 33% privados. En total cuentan con 502.029 camas, de las cuales un 77% de promedio están ocupadas. En el sistema sanitario trabajaban unos 449.400 médicos, 169.800 en hospitales y 142.900 en consultas, informa Rosalía Castro.

  7. Escandinavia, uno de los pilares del estado del bienestar

    AFP

    La sanidad es uno de los pilares del estado del bienestar en las sociedades escandinavas junto con la educación. En los cuatro países nórdicos, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, el estado financia a través de los impuestos la cobertura sanitaria universal para los residentes. El gasto público en salud representa cerca de un 10 por ciento del PIB en estos países. Hay copago sanitario tanto en los medicamentos como en las visitas al médico. Es también destacable la cobertura para cuidados dentales para menores de 18 años, totalmente gratuita, que se realiza muchas veces en los centros educativos.

    Uno de los objetivos de Suecia fue el de eliminar las listas de espera. En la actualidad, el gobierno garantiza que, en siete días, una persona pueda ser atendida por un médico de familia y que no pasen más de 90 días para visitar a un especialista. Las personas a la espera de obtener asilo tienen los mismos derechos que los residentes mientras que los inmigrantes ilegales pueden acudir a algunos centros especiales para ser tratados, informa Carmen Calvo.

  8. Italia, una sanidad pública y universal

    Antonio Perrino hospital en Brindisi, sureste de Italia
    Antonio Perrino hospital en Brindisi, sureste de Italia - AFP

    En Italia la sanidad es pública y universal, siendo tratados por igual todos los ciudadanos en caso de enfermedad. La asistencia es totalmente gratuita, aunque en los últimos años se ha impuesto el pago de algunos tickets para evitar que se colapsen los servicios de urgencias o la acumulación de pacientes para realizar determinados análisis médicos. Por ejemplo, los hospitales cobran en urgencias cuando la dolencia del paciente es de escasa entidad. La sanidad no cubre los gastos extras en odontología.

    El funcionamiento de la sanidad es, en general, aceptable. Es buena la profesionalidad del personal sanitario, aunque dejan que desear algunas estructuras hospitalarias. Otras tienen alto nivel en todos los sentidos. Por ejemplo, el premio Nobel de economía, Amartya Sen, escribió una carta de agredecimiento a un periódico italiano elogiando la sanidad pública italiana, «libre y gratuita», porque su mujer fue operada de urgencias una madrugada en Roma en el verano pasado. La sorpresa de Amartya Sen fue que su esposa recibió un óptimo tratamiento sin que el servicio sanitario supiera que era la mujer de un Nobel.

    A veces el problema de la sanidad italiana es las listas de espera. Para evitarlo o poder acceder a ciertos especialistas, existen seguros privados. Algunos colegios profesionales tienen también concertados servicios. Dependiendo del coste de las mensualidades, entran más o menos servicios. Hay seguros que incluyen también todos los gastos de odontología.

    El coste total de la sanidad en Italia es de 111.000 millones de euros al año, lo que representa el 8,8 % del PIB, dedicando a cada ciudadano un promedio de unos 2.700 euros, informa Ángel Gómez Fuentes.

  9. Portugal, dejó de ser gratuita con la crisis

    Un equipo de médicos separa a unos siameses en el Hospial D. Estefania en Lisbora
    Un equipo de médicos separa a unos siameses en el Hospial D. Estefania en Lisbora

    La Sanidad Pública portuguesa no es gratuita para los ciudadanos del país vecino desde que arrancó el programa de austeridad tras la petición de rescate financiero de 2011.

    Ir a la consulta del médico de familia cuesta cinco euros, mientras que la admisión en Urgencias se dispara hasta los 15 euros, con cinco más si el paciente necesita una radiografía u otra prueba concreta. Están exentos los enfermos de otros países que viven en Portugal o se hallan de visita, previa presentación de la tarjeta sanitaria europea.

    A partir de ahí, acudir a la consulta de un especialista implica también un coste: entre cinco y 10 euros.

    El porcentaje del PIB destinado a Sanidad por parte del Estado portugués asciende al 11,91, de acuerdo con la última medición actualizada, relativa a 2015, informa Francisco Chacón.

  10. Rusia, un sistema sanitario gratuito pero muy deficiente

    HospitalCentral de Pyatigorsk
    HospitalCentral de Pyatigorsk - EFE

    Sobre el papel, el sistema de salud ruso es universal y gratuito, como lo fue en su día el de la Unión Soviética. Sin embargo, en la práctica es desigual, dependiendo de qué región de Rusia se trate y del lugar del trabajo. En Rusia existe lo que se llama el seguro médico básico, cuya cuota sería equivalente a lo que se paga en muchos países del mundo, España incluida, a la Seguridad Social para garantizar las prestaciones sanitarias.

    Al igual que en España, en Rusia cualquier urgencia debida a accidente o a una enfermedad grave es tratada de inmediato y de forma gratuita. Otra cosa es el nivel que tengan los centros sanitarios dependiendo de su situación geográfica en un país como Rusia, que es el más grande del mundo.

    Moscú, San Petersburgo y otras ciudades grandes son las que disponen de una sanidad pública con mejores servicios, especialistas y equipamiento. Por el contrario, hay zonas, sobre todo las más remotas, en donde los establecimientos sanitarios son muy anticuados, deficientes e incluso a veces insalubres. Su personal puede estar insuficientemente cualificado y los equipos e instrumental obsoletos.

    En toda Rusia hay más de 9.000 hospitales, casi 20.000 dispensarios de atención primaria y más de 700.000 médicos. El Estado ruso gasta en sanidad una media de 350 euros por persona y año. Sin embargo, según reconoció el mes pasado el ex ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, la aportación del presupuesto estatal no llega al 7% del PIB. Kudrin estima que debe ser elevado en los próximos tres años al menos en un 1% adicional.

    El sistema de sanidad ruso no incluye las medicinas, por lo que corren a cuenta del usuario. Hasta los jubilados tiene que pagarse de su bolsillo los medicamentos que les prescribe el médico. Las listas de espera son además enormes para aquellos pacientes que necesitan determinados tipos de atención, pero cuyo estado no reviste una gravedad preocupante. En estos casos no queda otra salida más que tener paciencia o, según las circunstancias y las posibilidades, intentar sobornar a los médicos. La corrupción afecta a la sanidad pública rusa igual que a otros estamentos del Estado.

    Otra solución es recurrir a la medicina privada, que en Rusia constituye en torno al 10% y suele ser muy cara. En estos casos es aconsejable contratar un seguro médico. Muchas empresas lo incluyen entre los beneficios vinculados al paquete salarial de sus empleados, pero son minoría.

    Con motivo de un congreso de pediatría celebrado en Moscú, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, aseguró recientemente que está en realización un programa de modernización de la medicina en el país y prometió que en pocos años alcanzará los estándares de calidad europea, informa Rafael Mañueco.

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