Francisco I: vuelta al estilo de los primeros apóstoles

Papa de la caridad

El Papa recomienda la «Misericordina» como remedio para el añma EFE
Juan Vicente Boo

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En sus dos primeros años como Papa, Francisco tenía la impresión de que su pontificado sería corto. Afirmaba que dimitiría en cuanto perdiese las fuerzas, «pero no al llegar a una edad determinada», como los 80 años para los cardenales electores. Quizá pensaba que duraría poco porque se consideraba viejo y derrochaba toda su energía como un cohete de feria que sube rápido, estalla y cae en brevísimo tiempo. Sin embargo, en marzo de 2018, Jorge Bergoglio superaba los cinco años de pontificado. En plena forma y a pleno ritmo para una persona de 81 años .

Francisco fue portada del diario ABC tras su elección como Papa el 13 de abril de 2013. En su primer saludo a los miles de fieles que se congregaban en la plaza de San Pedro fueron: «Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo».

El primer Papa americano se ganó enseguida la simpatía del mundo por su estilo sonriente, sencillo y poco convencional. Trajo la bocanada de aire fresco, entusiasmo, ternura y humanidad que la Iglesia necesitaba. Si Juan Pablo II había sido «el Papa de la Esperanza», y Benedicto XVI el de «la Fe», Francisco es el de «la Caridad» , completando las virtudes teologales y divulgando con gestos ideas centrales de Juan Pablo II como la divina misericordia, o de Benedicto XVI como la pobreza y el cuidado del medio ambiente. Al cabo de pocos meses, «Forbes» y «Fortune» le consideraban ya la cuarta persona más influyente del mundo; el Congreso americano invitaba por primera vez a un papa a dirigirles un discurso; y un sinfín de publicaciones, empezando por «The New York Times», le nombraban personaje del año. Con desafíos audaces a los líderes del planeta y la poderosa encíclica ecológica «Laudato si» , Francisco logró salvar la cumbre de París para aminorar los desastres del calentamiento global. Las industrias carboneras norteamericanas todavía no se lo perdonan, pero los consejeros delegados de las mayores empresas petroleras le visitaron en junio para estudiar juntos la «transición energética urgente» a sistemas renovables.

Las grandes empresas de armamento siguen sin hacerle caso, igual que algunos supermillonarios norteamericanos de tendencia libertaria que invierten dinero en desgastar su mensaje. Pero, por espectacular que resulte su actuación de puertas afuera, la gran «reforma» de Francisco es de puertas adentro: volver al estilo de Jesús y de sus primeros seguidores, descrito en los Hechos de los Apóstoles. Al estilo de los cristianos de los primeros siglos, cuya norma de vida se resumía en una línea –«Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo»– con obras, como el buen samaritano. Francisco está reformando la Curia vaticana, pero su deseo es cambiar los corazones de hombres y mujeres de todo el planeta. Sus grandes documentos invitan a la alegría: la del Evangelio, la del amor, la de la santidad en la vida ordinaria… Es un Papa que sonríe y abraza, habla con palabras sencillas, cuenta chistes y reza mucho . Y que –en medio de mil problemas– disfruta de una extraordinaria paz interior.

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