España pierde el miedo a ir dopado al volante: cuatro de cada diez fallecidos habían tomado alcohol o drogas

La Fiscalía declara la guerra a quienes se dopan antes de ponerse al volante y anuncia sanciones más duras contra ellos

VALERIO MERINO
Érika Montañés

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Un solo dato habla con crudeza: el consumo de drogas detectado en las autopsias de los cadáveres analizados tras accidentes de tráfico se ha disparado por encima de los nueve puntos porcentuales en la última década. La tendencia al alza en los últimos tres años es apabullante, opinan las autoridades del país en este ámbito.

Mientras, el consumo de alcohol se ha estabilizado e incluso tiende a la baja en el mismo periodo, pero se ha hecho evidente, dicen los mismos responsables, que se necesitan dos cosas. La primera, según afirmó ayer Pere Navarro, director de Tráfico, es revertir el cambio de mentalidad que ya se ha asentado en la sociedad sobre que el consumo de sustancias estupefacientes es inofensivo. Se ha perdido el miedo a ponerse al volante después de la ingesta. La segunda es menos conceptual: hay que declarar la guerra a los conductores que hayan tomado drogas. El fiscal jefe de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas , adelantó que el Ministerio Público ultima un documento jurídico que contempla sanciones más duras para este delito.

Vargas no profundizó en detalles, si bien ayer fue muy contundente con las instrucciones que va a dar la Fiscalía a partir de mañana a todas las policías judiciales. «Hasta aquí hemos llegado», aseguró. «El Ministerio Fiscal va a actuar con todas las competencias que tiene y lo va a hacer con toda prudencia y rigor», apuntó tras comprobar el aumento de accidentes mortales relacionados con las drogas extraído de la Memoria toxicológica de 2018 . Cuando se cumplen diez años de la creación de esta Fiscalía especial para vigilar los delitos de seguridad vial, la toma de drogas entre los conductores se ha elevado del 10% de los casos en 2008 a más de un 19% en 2018. «Esta curva es muy peligrosa –inquirió Vargas–. Un sector de la población lo percibe positivamente, que es bueno consumir este tipo de sustancias y ponerse después al volante».

Antonio Alonso, director del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, hizo públicos ayer los datos de la completa memoria, elaborada a partir de una muestra de 751 cadáveres sometidos a autopsia (de los cuales 535 eran conductores, 143 peatones y 73, acompañantes del vehículo). Alonso alertó de que más de cuatro de cada diez conductores fallecidos en 2018 (el 43,4%) iban o bebidos o drogados. La inmensa mayoría, un 94% de ellos eran hombres. El perfil que traza el Instituto inscrito en el Ministerio de Justicia es el de un varón que manejaba un turismo, tenía entre 25 y 54 años y había consumido cannabis o cocaína antes de perder la vida. La combinación de estupefacientes más detectada, no obstante, es la de alcohol y cocaína (en un 39,1% de los positivos).

La gente no tiene tampoco temor a beber alcohol y coger una moto, un vehículo que siempre resulta más vulnerable. El 56,1% de los conductores que dieron positivo manejaban un coche; por un 31,4%, que iban a lomos de una motocicleta o ciclomotor.

Reflejo del consumo social

El informe toxicológico de los accidentados no deja de ser un fiel espejo de lo que las asociaciones que trabajan con el consumo de drogas vienen alertando en las últimas fechas. Entre la población española se ha disparado el consumo de cannabis, se ha recuperado el de cocaína y vuelve a repuntar la heroína, un caballo perdido en la entrada de siglo y que ha aflorado con fuerza en el último lustro.

Además, «tenemos mucha calidad de vida en España, pero mala calidad del sueño», infirió Navarro, porque en la evolución de la década también crece el consumo de psicofármacos previos a conducir. Entre las pastillas cuyo rastro se ha detectado en los cuerpos escalan posiciones los somníferos y tranquilizantes , como la benzodiacepina, que están detrás del 74% de los 58 positivos en estos consumos. Les siguen, de lejos, los antidepresivos (32,7%).

Alonso llamó a la concienciación sobre el dato que juzgó como «alarmante». La cantidad de alcohol que se registró en las autopsias fue elevadísima. Más de siete de cada diez conductores dieron positivo con una tasa de intoxicación muy severa, por encima de 1,2 gramos por litro de sangre. El «positivo» empieza a contabilizarse a partir de 0,3 g/l. Y la «alarma» se extiende también a los peatones atropellados. El 80% de ellos iban con más de 1,2 y hasta 2 g/l de alcohol en sangre , o habían tomado drogas antes de que los embistiesen.

Desde Stop Accidentes, su vicepresidente Fernando Muñoz advierte del aumento de casos registrados por consumo de sustancias, si bien sería pertinente, dice a ABC, el cumplimiento de las penas que se imponen por estos delitos e incluir otros, como la nula protección de las medianas, por ejemplo.

Como cortafuegos, el director de Tráfico recordó los cinco millones de controles de alcoholemia y los 130.000 tests de drogas practicados el año pasado. «Somos el país de Europa que más controla a sus conductores contra la sensación de impunidad » y la laxitud de sanciones que entraña conducir dopado, destacó Navarro.

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