La Cumbre del Clima de Madrid busca un compromiso para redoblar la lucha climática

La cita auspiciada por Naciones Unida centrará sus esfuerzo en crear mercados de carbono y en lograr que los países se comprometan a endurecer sus planes para reducir emisiones

La Cumbre del Clima 2019 en directo

Visitantes a la Cumbre del Clima de Madrid Efe

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«Tiempo de actuar», dice el lema que Naciones Unidas ha elegido para la Cumbre del Clima que comienza este lunes en Madrid ( COP25 ). Lo han reclamado los jóvenes, no tan jóvenes y científicos de todo el mundo a lo largo de este año. Ahora la COP25 marca el pistoletazo de salida para que los casi 200 países que conforman el Acuerdo de París recrudezcan su lucha contra el cambio climático . Para la ONU es hora de tomarse en serio el recorte de emisiones: apenas queda una década para poder evitar los peores efectos del cambio climático. Pero para ello, hay que concretar las reglas del juego del acuerdo, en especial las que se refieren a la creación de mercados de carbono . Y no va a ser fácil.

El Acuerdo de París, firmado en 2015, acordó limitar la temperatura del planeta a 1,5ºC –o al menos no superar los 2º–, el umbral de «seguridad climática» marcado por la ciencia antes de que el aumento del nivel del mar, las olas de calor, inundaciones o sequías se multipliquen de forma exponencial. Sin embargo, hoy el planeta va camino de sobrepasar los 3º . De ahí que las diferentes agencias de la ONU insistan en que los planes de reducción de gases de efecto invernadero presentados por los países no son sufcientes; deberían ser hasta cinco veces más duros .

Pero el pacto internacional no pasa por su mejor momento. Estados Unidos inició hace apenas unas semanas su proceso de salida, que se hará efectivo el año que viene. La guerra comercial con China también ha supuesto un retroceso en las políticas del gigante asiático, el mayor emisor de CO2 del mundo. Los vaivenes en la política internacional han hecho que la COP25 haya estado a punto de no celebrarse, con hasta tres cambios de sede. Y este 2019, según los términos del acuerdo, los países no están obligados a actualizar sus planes de lucha contra los gases de efecto invernadero, algo que sí debería producirse a lo largo de 2020.

Aumentar el compromiso

«El éxito y los resultados que salgan de la COP25 no se medirán tanto en tratados internacionales nuevos –como el Acuerdo de París– sino en la convicción de la trasversalidad de la acción. Por eso es que el lema de esta cumbre es tan acertado: es tiempo de acción», reconoció ayer la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera , durante su visita, junto al presidente de Gobierno, Pedro Sánchez , a las instalaciones de Ifema.

Pero aunque se vaya a hablar mucho de la urgencia para luchar contra el cambio climático, se esperan pocos planes nuevos este año . En un intento por dar nueva vida al pacto, la ONU y Chile, que copreside la COP25 junto a España, lanzaron en septiembre una alianza de países que se comprometen a mejorar sus planes en 2020 o ser «neutros» en carbono para 2050 . Se han sumado 65 países, además de la UE. De hecho, el pasado jueves el pleno del Parlamento Europeo declaró la emergencia climática para reclamar a la Comisión Europea, a los países miembros y a «todos los agentes mundiales» que adopten medidas urgentes para «combatir y detener esta amenaza». Ahora, los esfuerzos se dirigirán a que nuevos países, ciudades y empresas se unan al compromiso.

El punto más complejo

Al peligro de una falta de ambición política, se suman dificultades técnicas. En esta cumbre, las negociaciones deben cerrar un punto que lleva estancado varios años: los mercados de carbono, el famoso artículo 6 del acuerdo . Y ya hay voces que apuntan a que, antes que cerrar un mal texto, es mejor que no se firme.

Este artículo debe establecer unos mecanismos globales para intercambiar cuotas de emisiones de gases de efecto invernadero entre los países. Es decir, se trata de fijar una base para un sistema de comercio de emisiones que podría ayudar a crear un precio global sobre el carbono. Por ejemplo, un país como Brasil, que cuenta con una gran selva amazónica y por tanto está capturando CO2 de la atmósfera, puede «vender» esas toneladas (u otras creadas con planes de reforestación) a otros países que contaminen más, y estos países a empresas.

Es un punto complejo, que debe enlazar también con los mercados de carbono existentes, y que tiene peligros , como que un mismo crédito se contabilice a dos actores diferentes, o que el gas capturado este año, se venda el año que viene, algo que ya provocó que en anteriores cumbres no se cerrara el texto.

Por ello, hay voces recelosas sobre firmar un acuerdo a toda costa. Incluso Teresa Ribera ha reconocido que «es mejor completar bien que completar de mala manera» , dejando la puerta abierta a que se negocie en 2020.

Porque según la presidenta de la COP25, la chilena Carolina Schmidt, este artículo es «muy difícil de trabajar». «Necesitamos un mecanismo equilibrado, que no sirva solo para repartir las emisiones, sino para reducirlas », explicó.

Algunas organizaciones ecologistas están directamente en contra. «El peligro del artículo 6 es que puede disminuir la ambición . Puedes decir: "No voy a hacer nada porque al final voy a comprar créditos de Brasil"», opina Juan Pablo Osornio, responsable de Greenpeace de Política Climática a nivel mundial. Solo si hubiera «un tope de emisiones alineadas con el 1,5º tendría sentido, pero no es realista».

Si este punto no se logra cerrar, implicaría un retraso de dos a cuatro años en la puesta en marcha del mecanismo, según el análisis del negociador Juan Pedro Searle Solar. Pero si en Madrid hay consenso, significará que el Acuerdo de París se podrá ejecutar de forma completa a partir de 2020.

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