Cróncas pandémicas

Cuaresma en tiempo de pandemia

Juan José Omella: «Detrás del túnel siempre hay esperanza, luz, sale el día, no perdamos la esperanza»

Coronavirus en directo: últimas noticias de la crisis por el Covid-19 en España

Monseñor Santiago Bueno oficia misa en la Catedral de Barcelona, totalmente vacía por el coronavirus EFE

Miquel Vera

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La pandemia de coronavirus ha sacudido por completo la vida de los templos y parroquias de toda España. En Barcelona, la catedral sigue abierta estos días a pesar de la orden de confinamiento pero ha reducido drásticamente su horario y actividad para evitar eventuales contagios. Para compensar, la basílica ha trasladado el grueso de su agenda a internet, impulsando así una metamorfosis digital a contrarreloj que está recogiendo frutos rápidamente.

Al frente de esta estrategia está el cardenal-arzobispo, Juan José Omella , apoyado por clérigos de la diócesis como el obispo auxiliar Antoni Vadell, quien lleva días pronunciando apasionadas conferencias de cuaresma ante hileras de bancos vacíos por el virus Covid-19 . Vadell habla mirando fijamente a cámara con el eco de sus propias palabras como única respuesta. A pesar de la impactante imagen, el prelado tiene delante a decenas de fieles que siguen sus intervenciones desde la web de la archidiócesis, que ha elevado su audiencia un 56 % en pocos días.

Paralelamente, muchos sacerdotes han creado de forma casi orgánica «comunidades virtuales» con los fieles de sus parroquias. De la mano de redes sociales y grupos de Whatsapp intercambian con ellos consejos, oraciones y consultas . Así, combaten la soledad de muchos fieles mientras alimentan la práctica religiosa en vísperas de una Semana Santa que se prevé única por las medidas tomadas para luchar contra el coronavirus .

Con todo, el plato fuerte llega cada día a las siete y cuarto de la tarde. En ese momento se celebra una Eucaristía especial pensada para ser emitida por radio e internet. Omella -recientemente nombrado presidente de la Conferencia Episcopal Española - presidió esta semana pasada la del día de San José. Como no podía ser de otra forma, el cardenal se acordó en su homilía del sufrimiento que está provocando la pandemia de coronavirus en el conjunto de la sociedad y, especialmente, entre los más vulnerables. «Estamos encerrados por ese virus que nos persigue», alertó el prelado antes de resaltar el esfuerzo que hace la Iglesia para seguir, en la distancia, al lado de sus feligreses. «A través de los medios y por las redes sociales estamos haciendo tantas iniciativas… Aprovechemos esta Iglesia en salida que cuida a su rebaño», resaltó Omella.

Después, dirigió sus intenciones hacia los enfermos de Covid-19 , los sanitarios que les cuidan y los científicos que buscan incansablemente una vacuna del coronavirus para todos . Durante la Misa, celebrada sin público en la inmensa nave principal de la catedral gótica, Omella también se acordó de quienes sufren por la economía y, especialmente, por sus lugares de trabajo. «Detrás del túnel siempre hay esperanza, luz, sale el día, no perdamos la esperanza y sintamos la solidaridad de Dios a través del cariño y el cuidado de los que nos rodean», reclamó.

Las ocas de Santa Eulalia

La actividad que se vive a diario dentro de la basílica barcelonesa contrasta con la paz que reina en su claustro desde que se decretó el estado de alarma. Sin turistas ni feligreses , este espacio está ahora bajo el mandato absoluto de las trece ocas blancas que custodian los jardines del lugar y que simbolizan el martirio de Santa Eulalia, la copatrona de la Ciudad Condal que murió con trece años en tiempos del emperador Diocleciano (s. III d. C.).

«Esta pandemia da la impresión de que no tiene fecha ni hora de fin, vivir esta sensación de incertidumbre hace que muchas personas vean que las seguridades que se les habían prometido son mucho más frágiles de lo que quieren creer», afirma Felip Juli , uno de los sacerdotes que se turnarán mientras dure el confinamiento con la intención de mantener el pulso y la acción pastoral de la catedral.

El canónigo confiesa no temer al virus Covid-19 , pero sí sentirse aterrado por la recesión que dejará tras de sí. «De esto saldrán algunos beneficiados y muchos pobres», lamenta. ¿Algo positivo? El sentimiento de comunidad que ha impregnado familias, vecindarios y ciudades y la sensación de «cuaresma profunda», que se siente también en el seno de la Iglesia. «Estamos viviendo el Misterio en toda su nitidez, sin complejas liturgias, con toda su crudeza», resume.

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