Niños juegan cerca de un pantano de alcantarillado con residuos y desechos que crean un entorno de alto riesgo para el cólera, en Saná (Yemen)
Niños juegan cerca de un pantano de alcantarillado con residuos y desechos que crean un entorno de alto riesgo para el cólera, en Saná (Yemen) - EFE

El cólera se ceba en Yemen, con más de 1.700 muertos

La epidemia está alimentada por el conflicto y la hambruna

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Ni la guerra ni el cólera dan tregua a la devastada Yemen, que acumula ya más de 1.700 muertos en una epidemia alimentada por el conflicto y la hambruna. Hussein, un bebé de apenas dos años que recibe tratamiento en un centro médico en Hajjah, ha conseguido sobrevivir a la enfermedad, pero no hay garantías de que salga adelante: sin acceso a agua sin contaminar, con los brazos como palillos y con cerca de la mitad de las infraestructuras médicas del país destruidas o afectadas por el conflicto.

«La expansión de la epidemia de cólera está siendo explosiva y probablemente sin precedentes. Estamos perplejos y horrorizados ante el rápido contagio, que afecta ya a 21 de 23 provincias en Yemen», afirma a ABC el director del Programa de Respuesta a Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el país árabe, Ahmed Zouiten.

Según el último informe de la ONU, desde el comienzo del último brote de cólera el pasado 27 de abril han muerto al menos 1.784 personas y el número de presuntos contagios alcanza los 338.969.

La epidemia de cólera en Yemen, que muchos calculan ya como la peor en la historia reciente, puede agravarse en los próximos meses con la llegada de la época de lluvia y el estancamiento del conflicto. «Los factores que han hecho que este brote se haya expandido tanto y tan rápidamente siguen ahí, un sistema de salud colapsado, millones de desplazados que no tienen acceso al agua limpia, gente que por el conflicto tiene dificultades para llegar al centro de salud…», explica por teléfono desde Saná la jefa de misión de Médicos Sin Fronteras en Yemen, Helena Valencia.

En Abs, uno de los 19 centros para el tratamiento del cólera que MSF tiene en el país, los médicos están desbordados. Diariamente, atienden a más de 100 personas con síntomas de la enfermedad, diarrea y vómitos, y hace unas semanas recibieron el récord de 479 pacientes en un solo día, hacinados a más de 45 grados. El de MSF es el único centro médico público en algo más de 50 kilómetros a la redonda en el distrito, que cuenta una de las mayores concentraciones de desplazados internos del país, un total de 3 millones.

Muchos de los pacientes llegan moribundos tras recorrer andando trayectos de kilómetros en medio de un país devastado por los cerca de tres años de guerra entre los rebeldes hutíes y la coalición árabe, cuyos bombardeos han destrozado el ya precario sistema sanitario y el de higiene y saneamiento, facilitando la contaminación del agua. El cólera «está en todas partes» y el acceso a agua potable prácticamente vedado para cerca de 14,5 millones de personas, según la OMS. Los desplazados por el conflicto -como la madre y familia de Hussein-, los ancianos y los niños son las mayores víctimas. Según Unicef, cerca de la mitad de los muertos son menores.

La enfermedad se agudiza en los casos de malnutrición infantil. Antes del conflicto, Yemen importaba cerca del 80% de sus alimentos, y con el bloqueo y el desabastecimiento para muchos es virtualmente imposible conseguir algo con lo que alimentarse diariamente, así como numerosos fármacos que han desaparecido de las estanterías de farmacias y hospitales. Al menos 20,7 millones de personas, más del 75% de la población, están en situación de necesidad humanitaria, 9,8 millones la necesitan urgentemente, según cifras de Oxfam Yemen.

«Es probablemente la peor crisis (humanitaria) a nivel de mundial actualmente. Aparte del cólera, tenemos 14,8 millones de personas necesitados de atención médica, porque el sistema de salud se ha desintegrado en los últimos dos años», sostiene Zouiten.

Sólo el 45% de las infraestructuras sanitarias yemeníes están operativas, según la Cruz Roja Internacional. Al menos 274 han sido destruidas o dañadas severamente desde el inicio del conflicto fruto directo de los bombardeos aéreos. La mayoría de los hospitales públicos están cerrados y escasean los médicos y demás personal sanitario: los que no han huido de la guerra llevan nueve meses sin cobrar.

«No somos optimistas», lamenta por su parte Valencia. El cólera, una enfermedad con una tasa de muerte por debajo del 1% y sencilla de tratar si se detecta en las primeras horas, se ha convertido en Yemen en una epidemia que no tiene visos de aflojar y que es, junto al hambre y a la pobreza, “un reflejo de las consecuencias de la guerra en el país”.

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