Obediente hasta la muerte

La pandemia nos sigue impactando, con todo lo que tiene de limitación para la humanidad

Semana Santa de Ferrol, tras la barrera EFE

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Nuevo tiempo de Semana Santa por segundo año en España, obligado es renunciar a las procesiones, las marchas, tal vez el encuentro con tantos seres conocidos y queridos, la coincidencia en el compartir vivencias propias de estos tiempos. La pandemia nos sigue impactando, con todo lo que tiene de limitación para una humanidad en la que algunos -pocos, desde luego- creían llegado el momento de aspirar a algo parecido a la inmortalidad. Tal vez lo siguen creyendo. Pero, nuestro lenguaje preventivo continúa similar al de la Edad Media: contagios, confinamientos, cuarentenas.

Ignacio de Loyola ha guiado durante siglos a muchos hacia lo esencial del mensaje de Jesús; su propuesta al ejercitante, plena de lucidez y penetración psicológica sigue vigente: «Ponte a leer el evangelio como si presente te hallaras». La genialidad de artistas, imagineros, pintores, músicos, ha hecho real esa propuesta ignaciana. Por los pinceles de Velázquez «en carne te vemos hoy, Hombre eterno que nos hace hombres nuevos» ( Unamuno ). Lo que cinceló Gregorio Fernández nos sobrecoge ante el cuerpo muerto de un hombre torturado en la cruz. Con la sublime belleza del aria 'Ebarme dich' de Bach nos acercamos a percibir lo que puede ser un alma que implora misericordia. Son tantas las oportunidades de presenciar.

Como afirma Ratzinger, «Jesús toma sobre sí la injusticia, la carga de la culpa»

La pasión de Jesús comienza con la cena compartida con los suyos, ocasión para experimentar la amistad, el cariño la aceptación de todos en una fiesta. No faltaron los negros presagios de quien experimenta que hay uno que le traicionará. La secuencia siguiente es el camino al Monte de los Olivos y la oración , experimentando la agonía de que se acerca quien te va a entregar. Y de que te aguarda un juicio y condena, ambos injustos. Sí, la Semana Santa puede hacerse presente en el camino de Jesús, que se nos revela obediente hasta la muerte. Como afirma Ratzinger, Jesús «toma sobre sí la injusticia, la carga de la culpa». Nuevamente tenemos que aterrizar en el misterio que no es cualquier hecho inexplicable o absurdo, sino algo en lo que bucear para siempre en busca del sentido de la existencia del ser humano.

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