El Papa Francisco saluda a los miles de turistas y peregrinos desde la ventana del Palacio Apostólico durante la primera oración del Ángelus del año en el Vaticano, el jueves 1 de enero de 2014
El Papa Francisco saluda a los miles de turistas y peregrinos desde la ventana del Palacio Apostólico durante la primera oración del Ángelus del año en el Vaticano, el jueves 1 de enero de 2014 - efe
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El Papa Francisco: «María sostiene la misión materna de la Iglesia»

El Santo Padre subraya que la Iglesia, materna y mariana «es la gran familia de Dios, y la que nos lleva a Jesucristo» pues conserva su palabra y ofrece a Jesús en la Eucaristía

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En la fiesta de «Santa María Madre de Dios», la primera del año, el Papa Francisco afirmó que María fue también «la primera y perfecta discípula, que abre la vía de la maternidad de la Iglesia y sostiene siempre su misión materna dirigida a todos los hombres». El Santo Padre recordó la declaración solemne en el tercer Concilio ecuménico de la historia, celebrado el año 431 en Éfeso, donde «algunos ciudadanos llevaban bastones en las manos, quizá para hacer entender a los obispos lo que les sucedería si no tenían el valor de proclamar a María "Madre de Dios"».

Al terminar de leer su homilía, el Papa miró a la imagen de la Virgen, situada al lado del altar de la basílica de San Pedro, e invitó a todos «a saludarla juntos como hizo el valiente pueblo de Éfeso, que gritaba a sus pastores, cuando entraban en la iglesia: "¡Santa Madre de Dios!".

¡Qué hermoso saludo a nuestra Madre!».

En tono de complicidad, Francisco añadió: «Cuenta una historia, no sé si es cierta o no, que algunos llevaban bastones en las manos…». Todo el mundo seguía con interés la inesperada narración, desde los cardenales en las primeras filas o los tres niños vestidos de Reyes Magos, que estaban justo detrás, hasta el resto de los fieles que llenaban la basílica vestidos con ropa cómoda y abrigada, como es normal en la misa de la mañana del Año Nuevo.

El Papa continuó invitando «a todos vosotros, pero sin bastones, a poneros en pie y saludar a María tres veces con ese saludo de la Iglesia primitiva: "¡Santa Madre de Dios!"». Así lo hicieron todos los fieles a coro junto con el Papa, y volvieron a sentarse con el recuerdo grato de una lección de historia aprendida de modo inesperado y en sintonía con los cristianos de los primeros tiempos.

A mediodía, durante el rezo del Ángelus con unas cien mil personas que desbordaban la capacidad de la plaza de San Pedro, el Papa recordó de nuevo el concilio de Éfeso e invitó a todos a repetir tres veces «¡Santa Madre de Dios!», uniéndose al momento de la primera invocación oficial de la fiesta del día.

En la homilía, el Papa había recordado que la Iglesia, materna y mariana «es la gran familia de Dios, y la que nos lleva a Jesucristo» pues conserva su palabra y ofrece a Jesús en los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Refiriéndose a la Iglesia en su sentido total como «pueblo de Dios», Francisco hizo notar que «la misión del Pueblo de Dios es irradiar sobre todos los pueblos la bendición de Dios encarnada en Jesucristo».

Recordó también que el primero de enero es la Jornada Mundial de la Paz, y propuso invocar a la Virgen «para que el Señor nos dé la paz en nuestros días: paz en nuestros corazones, paz en las familias, paz entre las naciones».

El lema de la Jornada de este año es «No ya esclavos, sino hermanos», y Francisco insistió en que «todos estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos de Dios y, cada uno según su responsabilidad, a luchar contra todas las formas modernas de esclavitud».

Durante el rezo del Ángelus, el Papa insistió en ese mensaje pues, como ha dicho tantas veces, la esclavitud no pasó a los libros de historia sino que sigue existiendo en todos los países bajo la forma del trabajo esclavo, el trabajo infantil, la prostitución forzada, el tráfico de personas, el tráfico de órganos, etc., que propone erradicar antes del 2020.

El mensaje de Jesucristo es de libertad también interior, sin dejarse esclavizar por la ley pues, según explicó, «Cristo asumió la condición humana liberándola de la cerrada mentalidad legalista. La ley, sin la gracia, se vuelve un yugo insoportable que en lugar de hacernos bien nos hace daño. Jesús decía que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado».

Aprovechando el inicio del año, Francisco invitó a todos a recordar la fecha en que comenzaron a recibir la gracia de Dios el día del bautismo. Desde el balcón pidió que levantasen la mano los que sabían la fecha del propio bautizo. Al ver pocas, añadió con pena: «No todos… Pues a quienes no la saben os propongo unos deberes para hacer en casa: preguntad a los padres, los abuelos o los tíos la fecha del bautismo. ¡Es un día de fiesta!».

Al final, el Papa felicitó las Navidades y el Año nuevo en alemán a los « Sternsinger», los «Cantores de la estrella», que en Alemania, Austria y Suiza «van de casa en casa anunciando el nacimiento del Señor y pidiendo ayudas para los niños necesitados».

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