El cerebro nos anima a acumular grasa ‘sobrevivir’ a la próxima dieta
El cerebro nos anima a acumular grasa ‘sobrevivir’ a la próxima dieta - PEXELS
DIETA

Las ‘dietas yo-yo’, lejos de reducir el peso, lo acaban casi siempre aumentando

Cada vez que una persona interrumpe una dieta, el cerebro le induce a acumular una mayor cantidad de grasas para sobrevivir a la siguiente hambruna. O sea, a la próxima dieta

MADRID Actualizado: Guardar
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A día de hoy conviven en todo el mundo más de 1.900 millones de adultos con sobrepeso, de los que más de 600 millones padecen obesidad. Una población, por tanto, que presenta un mayor riesgo de desarrollar enfermedades asociadas a una gran mortalidad, caso muy especialmente de las cardiovasculares, la diabetes y distintos tipos de cáncer. Entonces, ¿qué se puede hacer para reducir este riesgo? Pues simple y llanamente, perder peso. O lo que es lo mismo, realizar ejercicio y seguir una dieta. Pero cuidado: en caso de seguir una dieta, hay que hacerlo bien, sino muy bien. Y no vale con dejarla y retomarla a conveniencia, pues puede tener un efecto contraproducente. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido) muestra que las denominadas ‘dietas yo-yo’ acaban conllevando siempre una ganancia de peso.

Como explica Andrew Higginson, director de esta investigación publicada en la revista «Evolution, Medicine and Public Health», «sorprendentemente, nuestro modelo predice que el promedio de peso ganado por las personas que siguen una dieta es en realidad mayor que el de aquellos que nunca se ponen a dieta. Esto sucede porque estos últimos aprenden que la disponibilidad de alimentos no desaparece y que, por tanto, hay una menor necesidad de almacenar grasas».

Anticiparse a las penurias

Para llevar a cabo el estudio, los autores no reclutaron a personas para que siguieran una ‘dieta yo-yo’, sino que se fijaron en distintos modelos animales de la naturaleza. Es el caso, por ejemplo, de los pájaros que habitan en las ciudades, que curiosamente están más gordos en invierno que en el resto de estaciones. Todo ello a pesar de que en la época invernal les resulta mucho más difícil encontrar alimento –ya sean semillas o insectos.

Pero esto, ¿por qué sucede? Pues porque como muestra el modelo matemático diseñado en este estudio, cuando un animal se encuentra en una situación de escasez de alimentos –o lo que sería lo mismo, cuando se somete a una dieta– debe ganar peso para sobrevivir hasta que las condiciones mejoren. Quizás no la primera vez, pero sí desde luego las siguientes. Es decir, el animal sabe en qué situaciones sus comidas serán limitadas o abundantes, pero desconoce cuándo cambiará la situación, por lo que debe aprender sobre estos cambios en el entorno antes de decidir –aun inconscientemente– cuánta grasa almacenar.

El promedio de peso ganado por las personas que siguen una dieta es mayor que el de aquellos que nunca se ponen a dieta
Andrew Higginson

Y esto, ¿cómo se aplica a los seres humanos y a las ‘dietas yo-yo’? Pues de una manera similar, el cerebro humano interpreta la dieta como un período de hambruna y empuja a la persona a acumular grasas para capear los futuros periodos de escasez. Así se explica que las personas que siguen una dieta baja en calorías suelan sobrealimentarse en el momento en el que dejan la dieta. Y el resultado, obviamente, es una ganancia de peso.

Por el contrario, las personas que no siguen una dieta no tienen a sus cerebros incitándoles a comer todo lo que puedan para almacenar grasas, por lo que no cogen peso o la ganancia del mismo es mucho menor.

Poco a poco y para siempre

La prevalencia global de obesidad se ha duplicado en poco más de tres décadas. Una situación más que preocupante que ha llevado a los científicos a investigar las razones evolutivas que explican por qué es tan difícil resistirse a la sobrealimentación.

A lo largo de la Historia, el ser humano ha alternado períodos de plenitud y penuria alimenticias, momentos estos últimos en los que aquellos que habían acumulado más grasa corporal tenían una mayor probabilidad de sobrevivir. Y ahora, el humano moderno se adentra en el círculo vicioso de ganar peso y someterse a dietas cada vez más estrictas –o lo que es lo mismo, a las ‘dietas yo-yo’– que lo único que logran es convencer al cerebro de que acumule cada vez más grasa. Además, tal y como predice el modelo del estudio, la urgencia de comer aumenta progresivamente con el transcurrir de la dieta, y no disminuye una vez se gana peso corporal porque el cerebro sigue amparándose en la certeza de que las hambrunas volverán

Entonces, ¿qué podemos hacer para perder peso de una forma efectiva? Pues como concluye Andrew Higginson, «la mejor forma de perder peso es hacerlo de una manera constante. Nuestro trabajo sugiere que el comer solo un poquito menos de lo acostumbrado, y durante todo el tiempo, así como realizar ejercicio físico, es probable que sea mucho más eficaz para lograr un peso saludable que someterse a una dieta baja en calorías».

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