Adenocarcinoma de páncreas
Adenocarcinoma de páncreas - FLICKR
CÁNCER

Los tumores son directamente responsables de que el paciente se debilite y pierda peso

Un estudio muestra cómo los cánceres de páncreas y colorrectal reprograman el hígado para acelerar la caquexia y mermar la capacidad del sistema inmune frente al tumor

MADRID Actualizado: Guardar
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En torno a una tercera parte de los pacientes con cáncer no acaban falleciendo por el tumor, sino por la extrema delgadez y debilidad que presentan en las últimas fases de la enfermedad. Una situación que los médicos denominan ‘caquexia’ y que define la desnutrición, deterioro orgánico y gran debilitamiento físico que experimenta el organismo en las fases terminales de algunas patologías, caso de algunos tipos de cáncer. Sin embargo, y contrariamente a como cree una gran parte de la población, este debilitamiento progresivo no es la consecuencia de un ‘abandono’ voluntario por parte del paciente. Y es que parece ser que es el propio cáncer el que provoca que el afectado no pueda revertir la situación. De hecho, un estudio dirigido por investigadores del Laboratorio Cold Spring Harbor en Laurel Hallow (EE.UU.) muestra cómo los tumores son capaces de ‘reprogramar’ el hígado del paciente, lo que acelera la caquexia e, incluso, ‘cortocircuita’ la capacidad del sistema inmune para actuar frente al propio tumor.

Como explica Douglas Fearon, director de esta investigación publicada en la revista « Cell Metabolism», «por lo general, los pacientes no comen. Y no porque sientan náuseas debidas a la quimioterapia, sino porque se sienten saciados y, simplemente, pierden el apetito. Lo importante de nuestros hallazgos es que muestran que el tumor está reprogramando el hígado para que no produzca calorías, lo que es esencial para el mantenimiento de las funciones cerebrales. Esta reprogramación conlleva, por una parte, que el debilitamiento continúe. Y por otra, que el organismo produzca glucocorticoides, o lo que es lo mismo, hormonas del estrés, de una forma masiva, lo que provoca un cortocircuito en la capacidad del sistema inmune para responder al tumor. Se trata de un círculo vicioso que, desgraciadamente, termina con el fallecimiento del paciente».

Círculo vicioso

Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon sendos modelos animales –ratones– de cáncer de páncreas y de cáncer colorrectal para analizar el origen de la caquexia. Y lo que observaron es que el tumor lleva a cabo una reprogramación molecular del hígado para alterar toda respuesta normal a los déficits de calorías. Pero, ¿para qué llevar a cabo esta reprogramación? Pues simplemente para que el organismo produzca más hormonas del estrés en respuesta a la deficiencia calórica y a la pérdida de peso, cada vez más acuciantes. Y es que cuanto más elevados son los niveles de estas hormonas del estrés, menor es la capacidad del sistema inmune para reaccionar frente al tumor.

Concretamente, el estudio describe cómo las células tumorales de páncreas y colon reprograman el hígado en la fase de ‘pre-caquexia’, esto es, cuando el debilitamiento y la desnutrición empiezan a hacer sus estragos pero todavía no son aparentes. Y asimismo, cómo emiten señales moleculares para que las células del organismo liberen interleucina-6 (IL-6), que si bien suele inducir la activación de la respuesta inmune, en este caso daña la capacidad del hígado de responder al déficit calórico –un déficit que se inicia en la fase de ‘pre-caquexia’.

Cuando un paciente de cáncer pierde su apetito y decide no comer, su hígado no va a generar energía para compensar la pérdida de calorías
Douglas Fearon

Y exactamente, ¿cómo se ‘reprograma’ el hígado? Pues según sugieren los autores, esta reprogramación es la consecuencia de la supresión por IL-6 de un gen regulador de proteínas denominado ‘receptor activado por el proliferador de peroxisomas alfa’ (PPAR-alfa), que a su vez inhibe un proceso vital para la producción de energía por el hígado: la cetogénesis.

Como refiere Douglas Fearon, «trasladado a términos humanos, lo que sucede es que cuando un paciente de cáncer pierde su apetito y decide no comer, su hígado no va a generar la suficiente energía para compensar la pérdida de calorías».

Y en este contexto, ¿no se puede sobrealimentar o ‘hiperalimentar’ al paciente para evitar que esto suceda? Pues la verdad es que no. El tumor pone en marcha el proceso que da lugar a la caquexia, que a su vez provoca que las terapias inmunes no resulten efectivas. Y el hecho de aportar al paciente una suplementación masiva de calorías –lo que los médicos llaman ‘hiperalimentación’– no revierten la caquexia ni mejora la capacidad del sistema inmune para combatir el tumor.

Más allá del cáncer

Es más; la reprogramación del hígado también acaba disminuyendo la capacidad de los linfocitos T para combatir los tumores de páncreas y colon. O dicho de otra manera, el cáncer engaña al sistema inmune para que piense que el tumor no es una amenaza para el organismo, sino simplemente un tejido sano que se está regenerando.

En último término, y dado el papel que juega la IL-6 en todo este proceso, los investigadores administraron a los ratones un anticuerpo que rastrea e inactiva esta IL-6 y los cebaron con cantidades masivas de suplementos calóricos por vía intravenosa. ¿Y qué sucedió? Pues que el animal empezó a recuperar peso.

Como concluye Thomas R. Flint, co-autor de la investigación, «nuestros resultados sugieren que la reversión exitosa de la caquexia en humanos podría depender de la coadministración de anti-IL-6 y de soporte nutricional».

Un beneficio, además, que podría extenderse a todas las enfermedades asociadas a la IL-6 en las que tiene lugar una pérdida del peso, caso de la septicemia, el VIH, la tuberculosis, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la insuficiencia cardiaca y la artritis reumatoide.

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