Así es la dieta contra la inflamación crónica

Enfermedades cardiovasculares, degeneración celular, envejecimiento y cáncer colorrectal, a raya gracias a alimentos antiinflamatorios

El azafrán posee cualidades antiinflamatorias, antioxidantes y antiproliferativas ABC

Charo Barroso

Cuando algo en nuestro cuerpo falla, el sistema inmunitario se defiende. Ante una herida, una infección, una sustancia dañina... se produce inflamación , por lo general, durante un periodo puntual de tiempo, de manera localizada y controlada. Pero cuando se cronifica, sus efectos positivos se invierten y se convierte en la raíz de numerosos procesos patológicos que restan años de vida y aceleran el proceso de envejecimiento .

Son muchos los estudios que relacionan inflamación y enfermedades cardiovasculares, pasando por la diabetes tipo 2, la hipertensión, la artitris reumatoide o hasta el cáncer. Modularla es posible modificando nuestra dieta hacia aquellos alimentos que permiten depurar y eliminar lo antes posible lo que el cuerpo no necesita.

« Vivimos en un entorno pro inflamatorio . Sedentarismo, hábitos de comida poco saludables o estrés continuo. Y aunque la inflamación es una respuesta necesaria de nuestro organismo, a lo que no estamos acostumbrados es a que se mantenga de manera crónica en el tiempo», señala la doctora Mireia Obón, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvige (IDIBELL) y primera autora del estudio multicéntrico que correlaciona dieta inflamatoria y antioxidante con el riesgo de padecer cáncer colorrectal y cáncer de mama .

Doble riesgo

«Quienes siguen una dieta inflamatoria tienen casi el doble de riesgo de desarrollar cáncer colorrectal , que es el cuarto más frecuente a nivel mundial», precisa Obón para quien «la parte positiva es que se trata de un factor modificable y se puede cambiar». En el estudio también han participado la doctora Pilar Amiano, investigadora en Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia y el doctor Víctor Moreno, jefe del grupo en cáncer colorrectal del IDIBELL y del programa de análisis de datos en oncología del Instituto Catalán de Oncología (ICO).

«En este estudio nos hemos centrado en el papel de la dieta, y en especial en su potencial inflamatorio y su capacidad antioxidante, ya que evidencia que tanto la inflamación crónica como el estrés oxidativo influyen en el desarrollo de estos dos tipos de cáncer», comenta el doctor Víctor Moreno.«Para prevenirlos debemos orientar nuestros hábitos alimenticios hacia una dieta rica en frutas y verduras, frutos secos, cereales integrales, pecado azul y aceites saludables como el de oliva», explica Mireia Obón quien insiste en que la dieta mediterránea es de por sí antiinflamatoria, «pero aquí ponemos el acento en los alimentos a evitar, en especial los carbohidratos refinados, pero también las carnes rojas y procesadas o las grasas saturadas o trans».

Para esta especialista, es necesario «implementar estrategias de educación nutricional con la ayuda de profesionales de la nutrición para que la población pueda seguir las recomendaciones dietéticas y cambiar sus hábitos». Una modificación en los patrones alimenticios que urge teniendo en cuenta que « la inflamación se encuentra en la base del 89% de las enfermedades crónicas ». La lista es larga: cardiopatías, procesos neurogenerativos, dolores articulares, procesos reumatológicos, alteraciones intestinales y algunos tipos de cáncer.

Moléculas antiinflamatorias

Cada día son más los estudios que refrendan los beneficios de una dieta antiinflamatoria. Una investigación del instituto sueco Karolinska, publicado en «Journal of Internal Medicine», en el que se estudió a más de 68.000 personas durante nada menos que 16 años, analizando su adherencia a la dieta antiinflamatoria, dejaba claro que quienes la siguieron de manera correcta tuvieron un 20% menos de riesgo de enfermedad cardiovascular, un 13% menos de riesgo de mortalidad asociada al cáncer y un 18% menos de mortalidad en general. Y además, revelaba que los mayores beneficiados por este tipo de alimentación son los fumadores , ya que presentan un mayor riesgo de padecer estas enfermedades.

Patologías relacionadas con la inflamación crónica como la artritis reumatoide, la diabetes, el alzhéimer o el Parkinson comparten un grupo de proteínas, denominadas inflasoma. Hace unos meses, expertos del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria Virgen de la Arrixaca (IMIB-Arrixaca), en colaboración con la Universidad Católica de Murcia (UCAM), el Hospital Clínic y el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer de Barcelona, descubrían el mecanismo de acción de un compuesto que desde los años noventa se estudiaba sin éxito: el de la molécula antiinflamatoria MCC950 . Un avance que permitirá desarrollar fármacos más eficaces y menos agresivos con una dosis más reducida.

Ibuprofenos naturales

Pero al margen de los fármacos, la alimentación es la aliada más potente para frenar el crecimiento de la inflamación crónica. No consiste, como explica Obón, en una dieta a corto plazo o en un plan para adelgazar, sino en instaurar hábitos saludables. Con bastantes puntos en común con la dieta mediterránea (alto consumo de frutas, verduras, pescados y legumbres), la antinflamatoria propone la incorporación de un mayor número de alimentos antioxidantes y la eliminación carbohidratos refinados . Así, las versiones integrales de alimentos como la pasta, la harina, el arroz o los cereales, ayudan a reducir los niveles de biomarcadores de inflamación en sangre. Además, mantienen bajos los niveles de glucosa y mejoran la salud del intestino.

Un estudio publicado en la revista «Nutrition in Clinical Practice» señala que debe contener cantidades apreciables de frutas y verduras, grasas de calidad obtenidas por ejemplo del pescado azul que resulta una de las mejores armas, ya que aporta omega 3 y antioxidantes, y ayuda a tener articulaciones más sanas. Pero hay otros alimentos que, aunque menos incorporados a la cocina del día a día, han demostrado ser altamente beneficiosos.

Este es el caso de la cúrcuma , que contiene curcumina, un potente polifenol cuyo poder antiinflamatorio le ha merecido el apelativo de ibuprofeno natural, y que puede ser utilizada para sazonar como condimento natural en sustitución de la sal. El azafrán también es otra buena opción ya que su principal compuesto, la crocina, posee cualidades antiinflamatorias, antioxidantes y antiproliferativas. Las cerezas , al igual que otros frutos con pigmentos como fresas y frambuesas contienen antocianinas, que alvian y previenen los ataques de gota.

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