Armada y Navantia

Dentro de las obras del 'Juan Carlos I', buque insignia de la Armada

El mayor barco de guerra construido en España pasa por un periodo de mantenimiento programado en los astilleros de Navantia en Cádiz, durante el que se está cambiando el esquema de pintura de su cubierta de vuelo y desmontando los motores

Contralmirante Gonzalo Villar: «Haber mandado el Grupo Expedicionario 'Dédalo-23' ha sido un privilegio»

El portaeronaves estará dos meses sometiéndose a diversos trabajos de mantenimiento. Nacho Frade
Verónica Sánchez

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Veinticuatro horas al día, seis días a la semana, descansando únicamente los domingos. En turnos de más de 100 operarios. Así se trabaja en las obras a las que se está sometiendo el buque insignia de la Armada, el 'Juan Carlos I', en los astilleros de Navantia en Cádiz.

El portaeronaves se encuentra en un periodo de inmovilización programada (PIP en la jerga militar) que comenzó el pasado 31 de marzo, tres días después de que el 'Juan Carlos I' regresase de su despliegue en el Grupo Anfibio Aeronaval 'Dédalo-23', en el transcurso del cual prestó asistencia humanitaria y ayudó en el desescombro tras el terremoto que asoló la frontera entre Turquía y Siria. Y estará en las instalaciones de Navantia en Cádiz hasta el 26 de mayo. Dos meses durante los que se está procediendo a realizar diversas tareas de mantenimiento, entre las que destacan el arreglo de motores y el cambio del esquema de pintura de la cubierta de vuelo, que viene a ser, más o menos, el 'lijado y pintado' de la misma.

Desmontando motores

Impresionante es la palabra que mejor puede definir al LHD 'Juan Carlos I' y aún impresiona más desde el muelle de Navantia, con las cadenas sujetándolo con fuerza para que no se mueva si hay temporal de levante, enchufado a generadores eléctricos y rodeado de grúas, compresores y mangueras. El buque es estos días un ir y venir de personal de Navantia, subcontratas y personal de Armada, ya que algo más de la mitad de su dotación, formada por 350 personas, se encuentra involucrada en los trabajos diarios, ya sea supervisando, dando apoyo a los operarios, realizando trámites administrativos o realizando la guardia de seguridad (formada por 15 personas en turnos de 24 horas).

En la sala de máquinas los dos motores principales que generan la electricidad que mueve al barco están desmontados. Se encuentran en el mantenimiento programado que se les realiza cada 20.000 horas de funcionamiento. Cambio de piezas con el objetivo de alargar la vida útil del motor y, para ello, se ha trasladado en exclusiva desde Cartagena a personal de Navantia Motores.

«Nosotros llegamos aquí (refiriéndose al astillero) y el barco es suyo (de Navantia), ya que es el jefe de obra el que va determinando y coordinando los trabajos que se van a realizar cada día», cuenta el teniente de navío Ángel García Estrada, uno de los miembros de la dotación del 'Juan Carlos I', destacando la «sinergia» entre Navantia y la Armada. Al tiempo que subraya la necesidad de cumplir con los periodos de inmovilización programados ya que «un buen mantenimiento, cuyos periodos no se vean recortados por temas económicos ni de otra índole, significa que dentro de unos años vas a seguir completamente operativo y funcionando bien».

Condiciones especiales para la pintura

Unas grandes carpas tapan por completo la cubierta de vuelo, donde se está procediendo a cambiar el esquema de pintura. Cuatro carpas dividen por secciones los 5.800 metros cuadrados de superficie que tiene la enorme cubierta de vuelo del buque anfibio portaeronaves 'Juan Carlos I'. En cada una de ellas se procede, de forma separada y alterna para que no se ensucie una con los trabajos de la de al lado, primero a dar con agua y gravilla a presión para levantar la pintura e ir decapando. Tras ello, los extractores se encargan de dejar la cubierta limpia para poder proceder a repintarla. «El pintado consta de dos capas de imprimación y una de antideslizante», cuenta Gregorio, jefe de obra de tratamiento de superficie, que trabaja para una empresa contrata de Navantia. Para terminar, se pintan las marcas de referencia para las aeronaves y se procede a limpiar por completo el buque con agua a presión.

Los operarios pintan con rodillo y pintura a brocha la sección más a proa de la cubierta. Después, equipados con luces frontales para ver bien debajo de la oscuridad de la carpa y los plásticos, quitan las protecciones que se han ido poniendo a distintos elementos de la cubierta, como las luces, antes de comenzar los trabajos. «Cuando vamos a echar la gravilla se mantiene un plástico inicial de protección debajo de la carpa de protección, que se quita entero y luego se pone otro limpio a la hora de pintar, para no ensuciar la pintura», explica Gregorio. Asimismo, detalla que la pintura utilizada es especial y «entre capa y capa no pueden pasar más de tres días para conseguir la adherencia máxima. Además, el ambiente debe tener una determinada temperatura y condiciones de humedad (no más del 85%», narra. Por eso, en cada carpa hay también mangueras extractoras de polvo y que meten aire seco, así como equipos que crean el ambiente para que se pueda trabajar 24 horas al día en las condiciones ideales, tanto para la pintura, como para los operarios.

Mientras en la proa ya se está pintando, en la sección más a popa se empieza a montar la carpa. Gregorio destaca las «muchas inspecciones» a las que hay que someter cada proceso «antes de dar cada paso», tanto por parte de las diferentes empresas implicadas, como de la Armada. Así como el gran número de empresas subcontratadas especializadas en cada tarea: montaje de carpas, gravilla, chorreos, luces...

Navantia, Armada y empresas especializadas trabajan codo con codo para que el buque insignia tenga muchas singladuras por la proa. Las primeras tras su puesta a punto, serán en las maniobras Flotex, las de mayor entidad que realiza la Armada, que tendrán lugar a primeros de junio.

El cambio de propulsión será en 2025

En 2025, palabras mayores, se cambiará todo el sistema de propulsión del buque, en unos trabajos que le mantendrán seis meses en dique seco. Estas obras, que se han adjudicado a Navantia y tendrán lugar en Cádiz, están dotadas con un presupuesto de 30 millones de euros. Se cambiarán los 'azipods', propulsores de diseño alemán, suministrados por Schottel y Siemens, ante las repetidas averías que han venido sufriendo.

«Esta es la solución que se ha mostrado más eficaz para asegurar la capacidad operativa más eficiente del buque», se aseguró en el Consejo de Ministros del pasado 8 de noviembre, en el que se autorizó la «celebración del acuerdo marco para la sustitución del sistema de propulsión del buque de proyección estratégica (BPE) 'Juan Carlos I' (L-61)».

La historia del 'Juan Carlos I, marcada por 'Dédalo-23'

El buque anfibio portaeronaves 'Juan Carlos I' es un buque multipropósito y el mayor barco de guerra construido en España. Su denominación OTAN es LHD (Landing Helicopter Dock). Construido en el astillero de Navantia en Ferrol, en enero del 2005 tuvo lugar el corte de la primera chapa, fue botado el 8 de marzo del 2008 y dado de alta en la Lista Oficial de Buques de la Armada el día 30 de septiembre de 2010, con la numeral de costado 'L-61'. Según señala la Armada, continúa la larga tradición de la Armada de asignar a uno de sus buques principales el nombre propio del monarca reinante, mantenida desde la llegada de la Casa de Borbón al trono de España en 1700.

El 'Juan Carlos I' «supone una herramienta de la Armada para garantizar la capacidad de respuesta e influencia global a disposición del poder político, en apoyo a la creciente proyección internacional de España. Se trata de una unidad tecnológicamente avanzada, interoperable, adiestrada y alistada, lo cual le permite actuar con garantías de éxito en escenarios muy variados», recoge este cuerpo en su web.

Su longitud de eslora es de 231 metros, desplaza 26.000 toneladas, y su capacidad aérea es de 25 a 30 aeronaves, según se trate de aviones Harrier, F35B o helicópteros y también está equipado con radares y equipos de guerra electrónica.

Cuenta con una dotación de unas 350 personas, al frente de las cuales está el capitán de navío Ricardo Gómez Delgado, comandante del buque 'Juan Carlos I', pero cuando va de misión, está ciudad flotante, puede llevar hasta 1.500 personas.

Aproximadamente un millar entre dotación, unidad aérea embarcada e infantes de Marina iban a bordo en la última misión del 'Juan Carlos I'. El despliegue 'Dédalo-23', que comenzó el pasado 16 de enero con el objetivo de incrementar el adiestramiento de las unidades participantes y preparar su calificación y certificación para la incorporación en 2024 a la “NATO Readinees Initiative” (NRI) y finalizó el 28 de marzo. Este Grupo, al mando del contralmirante Gonzalo Villar, se formó articulado en torno al ‘Juan Carlos I’, con una unidad aérea embarcada compuesta por aviones 'Harrier' AV8B+ y helicópteros de la 5ª y 10ª Escuadrillas, un Batallón Reforzado de Desembarco de Infantería de Marina con más de quinientos efectivos, las fragatas ‘Victoria’ y ‘Blas de Lezo’, los buques anfibios ‘Galicia’ y ‘Castilla’ y el buque de aprovisionamiento de combate ‘Cantabria”. También contó inicialmente con un destacamento de helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, y, en una segunda fase, con el submarino ‘Tramontana’.

El Grupo Anfibio comandado por el 'Juan Carlos I' efectuó operaciones anfibias a lo largo del litoral español en Almería, Cartagena y Mallorca, también realizó este tipo de operaciones en las costas de Córcega y Tolón, con desembarco de infantes de Marina del Tercio de Armada; tomó parte en las tareas de vigilancia reforzada de la OTAN para tiempo de paz, enmarcadas en la actividad ‘Neptune Strike’ con portaviones estadounidenses e italianos; se unió al ejercicio francés ‘HEMEX ORIÓN 2023’, junto con 29 buques y submarinos de ocho países aliados y lideró los ejercicios de la Fuerza Anfibia Hispano-Italiana junto a buques, aviones y unidades de infantería de marina del país transalpino.

Pero, sin duda, lo que más ha marcado a este despliegue del buque insignia de la Armada, ha sido el apoyo y ayuda humanitaria a la población afectada por el terremoto de Turquía el pasado mes de febrero. El contingente español realizó tareas de apoyo en la búsqueda y rescate de personas desaparecidas, rescatando a un niño de siete años y a un adulto de 70 años, el quinto y sexto día del terremoto. Además desescombró una superficie de más de 4.200 metros cuadrados y ayudó a la apertura de viales en apoyo a los equipos de rescate. Además, los infantes de Marina apoyaron en la descarga de 100 aviones y dos barcos con ayuda humanitaria, montaron varios campamentos para damnificados, escoltaron convoyes logísticos, prestaron asistencia sanitaria y proporcionaron alimentos, agua y 2.000 litros de gasoil de sus existencias a ONGs y damnificados turcos.

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