Simulacro de Tsunami en Cádiz

Nueve minutos para evacuar colegios en Cádiz: «¡Todos íbamos muy concentrados!»

Más de dos mil alumnos de seis centros educativos se han refugiado en la Plaza de San Antonio para participar en el simulacro más ambicioso ante un posible maremoto

El mensaje ES-Alert de aviso de maremoto llegó a los móviles a las 10:14 horas

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Simulacro del tsunami en la Plaza de San Antonio de Cádiz. ANTONIO VÁZQUEZ
Esther Macías

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A las 10.14 horas suena la alerta del simulacro de tsunami. Por la calle Ancha las sirenas retumban con fuerza y todos miran sus móviles. Jóvenes, mayores. La ciudad de Cádiz se prepara para un simulacro histórico de maremoto. Las calles del casco histórico, acostumbradas al ritmo pausado de la vida gaditana, se han convertido este jueves en el escenario de una gigantesca recreación de tsunami. Un ejercicio que no solo ha movilizado a equipos de emergencia, Protección Civil, Policía y voluntariado, sino que también ha situado a miles de escolares en el centro de una operación que aspira a medir la capacidad real de respuesta.

«Llevamos días preparando este momento», cuenta una alumna del Colegio Santa Teresa mientras miraba cómo sus compañeros se acomodan en la esquina que le han habilitado en la Plaza de San Antonio.

Un total de seis centros educativos -CEIP Santa Teresa, CEIP Josefina Pascual, CEIP La Salle–La Viña, CEIP San Rafael, IES La Caleta y el CDP Juan Pablo II–María Milagrosa- han participado en la evacuación más ambiciosa del operativo. En total, 2.539 estudiantes han emprendido la llamada evacuación horizontal, una salida rápida y ordenada desde sus aulas hacia la amplia explanada de esta plaza gaditana, convertida hoy en zona segura.

«Parecía una excursión, pero todos íbamos muy concentrados», comenta el pequeño alumno Héctor, de la La Salle Viña. «Nos habían enseñado qué hacer si pasaba un tsunami de verdad, así que lo hemos vivido como si pasara de verdad, aunque claro es muy difícil», relata el gaditano que no entiende muy bien de qué trata la mañana de este jueves. A su lado, su compañera Rocío se lo toma con humor. «Si viene una ola muy grande, muy grande, a mí me lleva por delante». Porque si hay algo que no cambia en esta ciudad es la risa. La risa por encima de la tragedia. O la posible tragedia.

Nueve minutos para completar el trayecto

El movimiento ha sido coreográfico. Profesores con chalecos fosforitos guiando a los grupos de alumnos, agentes señalizando cruces, voluntarios abriendo paso y niños avanzando con un ritmo sorprendentemente constante. Solo nueve minutos se han necesitado para completar el trayecto desde que se ha comunicado en el Centro de Mandos hasta el corazón de la plaza. Nueve minutos exactos que, en un escenario real, podrían significar la diferente entre el caos y la vida.

Asimismo, otros tres centros -IES Cornelio Balbo, CEIP José Celestino Mutis y el CDP Nuestra Señora del Carmen- se han desplazado en una segunda gran operación hacia la Plaza de Mina. Su evacuación, también horizontal aunque por una única vía, ha tenido un carácter igualmente riguroso. Cada colegio ha encontrado allí su espacio asignado, simbolizando el lugar n el que deberían concentrarse en caso de tsunami real.

Hay quienes también se han puesto nerviosos, claro. «Pensaba que íbamos a tardar más porque somos muchos, pero al final todos sabíamos perfectamente por dónde tirar», dice Alejandro, alumno de 2º de ESO de Cornelio Balbo. Su amiga Sara, un poco intranquila, añade que «mi madre me dijo esta mañana que estuviera tranquila, que era un simulacro... en realidad estas cosas sirven. Para al menos saber que puede estar controlado». Y es que en estos casos también hay inocencia. O cierta tranquilidad.

Imagen principal - Imágenes del simulacro en la Plaza de San Antonio.
Imagen secundaria 1 - Imágenes del simulacro en la Plaza de San Antonio.
Imagen secundaria 2 - Imágenes del simulacro en la Plaza de San Antonio.
Imágenes del simulacro en la Plaza de San Antonio. ANTONIO VÁZQUEZ

Buena coordinación

«Impresiona ver cómo todos se mueven al mismo tiempo, como si cada paso estuviera marcado», relata una profesora del Mutis mientras revisaba la lista de asistencia con gesto satisfecho. «Estas iniciativas están bien porque hay que saber cómo actuar ante cualquier circunstancia, aunque luego la realidad lo supere todo. Pero al menos tener una noción básica de lo que puede pasa».

A los veinte minutos de la llegada de los niños y jóvenes a las plazas, se iban yendo a sus centros en el mismo orden que llegaron. El ambiente en las plazas, convertidas en improvisados centros de reunión, han mezclado tensión, curiosidad y un cierto orgullo colectivo. Los alumnos han observado a su alrededor con ojos muy abiertas. Algunos jugaban y otros se lo tomaban en serio.

Asimismo, también ha habido explicaciones de los equipos de emergencias, que desplegaban material, comprobaban tiempos, registraban incidencias y explicaban que este tipo de simulacros podrían convertirse en rutina para una ciudad que, por historia y ubicación, sabe que la prevención es una herramienta imprescindible.

Más de 20.000 personas se han sumado al operativo

A la llegada de las instituciones, el consejero de Emergencias de la Junta, Antonio Sanz y al alcalde de Cádiz, Bruno García, han informado a los medios que «todo está saliendo perfecto gracias a la colaboración de todos». Pues son más de 20.000 personas los que se han sumado al operativo formando parte del mayor ensayo de emergencias de este tipo celebrado en la zona.

Así, lo que quedará en la memoria de muchos no será la magnitud del despliegue, que también, sino pequeñas escenas. U profesor marcando el paso con un silbato, niños que, aun el silencio, se miraban unos a otros, personal de emergencia tomando notas con precisión milimétrica, ciudadanos observando desde las esquinas con una mezcla de alivio y seguridad.

Cuando las plazas se han ido vaciando y los estudiantes han vuelto a las aulas, volvió la normalidad a las calles de Cádiz. Nueve minutos. Nueve minutos exactos para demostrar que la ciudad entera pueda reaccionar con rapidez y cierta serenidad. Nueve minutos que hoy han sido un ensayo... pero que mañana podrían ser decisivos.

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