Entrevista

Elsa Punset: «Lugares como Cádiz son un caldo de cultivo para el optimismo»

La escritora y filósofa participa en la tercera edición de Blue Zone Forum

«Las personas optimistas no ignoran los problemas, pero tienen más recursos internos para afrontarlos»

«El optimismo inteligente abre la puerta a nuevas ideas porque no se queda atrapado en la queja o en el miedo»

Cádiz pone la mirada en la Economía Azul con la tercera edición de Blue Zone Forum

Elsa Punset abre la segunda jornada del Blue Zone Forum llamando al «optimismo» como forma de vida

Elsa Punset durante su participación en Blue Zone Forum Z. F.

Elsa Punset llega a Cádiz para participar en la tercera edición de Blue Zone Forum, un evento organizado por el Consorcio de la Zona Franca de Cádiz, y que es un referente en el ámbito de la Economía Azul. En este foro se busca impulsar la innovación y el desarrollo sostenible en todos los sectores vinculados al mar.

La filósofa y escritora es una de las tres conferenciantes «estrella» en esta tercera edición del evento, con una charla que ha versado sobre sentimientos como la alegría, el optimismo y el estrés y como influyen en la salud mental. Punset atiende a LA VOZ DE CÁDIZ durante su estancia en la capital para hablar sobre la inteligencia del ser humano, la inteligencia artificial y su vinculación con el propio optimismo.

- ¿Qué es exactamente el 'optimismo inteligente' y qué lo diferencia del optimismo tradicional?

- El optimismo inteligente no niega la realidad, la observa con lucidez, pero decide actuar para mejorarla. A diferencia del optimismo ingenuo —que espera que todo se solucione solo—, el inteligente es activo: se enfoca en lo que depende de ti y te impulsa a buscar soluciones, incluso en medio de la incertidumbre. La ciencia lo respalda: las personas optimistas viven más, se adaptan mejor a los cambios y tienen más éxito en sus relaciones y su trabajo.

- ¿Qué papel juega el optimismo inteligente en la innovación y la búsqueda de soluciones?

Un papel clave. El optimismo inteligente abre la puerta a nuevas ideas porque no se queda atrapado en la queja o en el miedo. Es más fácil innovar cuando crees que es posible mejorar. La Economía Azul, por ejemplo, es fruto de esa mentalidad: aprovechar lo que tenemos —el mar, los recursos naturales— de forma sostenible, creativa y regenerativa.

- ¿Influye el lugar en el que vivimos en nuestra forma de ver el mundo? ¿Una ciudad como Cádiz aportar un mayor optimismo a las personas que viven aquí?

Sí, y mucho. Nuestro entorno moldea nuestro estado de ánimo, nuestros vínculos, incluso nuestro sistema inmunológico. Lugares como Cádiz, donde hay luz, mar, cultura, historia y sentido del humor colectivo, son caldo de cultivo para el optimismo. La alegría es una forma de resiliencia comunitaria.

- ¿Vivimos en una sociedad inteligente? ¿Qué opina de la inteligencia artificial?

Decimos que somos una sociedad inteligente, pero lo cierto es que hemos desarrollado tecnologías más rápido de lo que hemos desarrollado conciencia. Nuestro conocimiento técnico crece a velocidad exponencial, pero nuestras estructuras sociales y emocionales siguen atascadas en patrones antiguos: competitividad, dominación, consumo excesivo.

Una sociedad verdaderamente inteligente no solo mide su PIB: mide su bienestar colectivo, su sostenibilidad, su salud mental. Y ahí estamos fallando. Nuestra economía no es sostenible y, en muchos casos, nuestra política responde más a intereses de corto plazo que a un pensamiento sistémico o a un propósito común.

En cuanto a la inteligencia artificial, es una herramienta poderosa, pero no neutra. Depende de cómo y para qué la usemos. Puede ayudarnos a resolver grandes retos —sanitarios, climáticos, educativos— o puede amplificar desigualdades, desinformación y desconexión humana. Por eso, más que nunca, necesitamos desarrollar una inteligencia ética, emocional y colectiva que guíe a la inteligencia artificial… no al revés.

- ¿Qué papel juega la educación emocional frente a los desafíos actuales de los jóvenes como el acceso a la vivienda o encontrar trabajo?

Durante décadas, los estudios sobre bienestar mostraban que la juventud era una de las etapas más felices de la vida. Hoy, por primera vez, esa curva se está invirtiendo: muchos jóvenes se sienten desmotivados, ansiosos, perdidos. No es casual. Estamos viendo los efectos de una pobreza afectiva profunda, fruto de tres grandes desconexiones: de uno mismo, porque no enseñamos a los jóvenes a entender lo que sienten ni a escucharse con honestidad; de los demás, porque crecen en medio de vínculos inestables y relaciones superficiales; y de la naturaleza, porque muchos viven en entornos muy urbanos y tecnológicos, con poco contacto directo con el mundo natural.

La educación emocional no es un extra ni un lujo: es una herramienta urgente para sostenerse en un mundo inestable, para poner límites, pedir ayuda, gestionar la frustración y tomar decisiones con mayor claridad interior.

- ¿Qué nos dice la ciencia sobre la relación entre optimismo inteligente, salud mental y toma de decisiones?

- Nos dice algo claro: el optimismo realista mejora el estado de ánimo, la capacidad de concentración y la toma de decisiones a largo plazo. Además, reduce el riesgo de depresión y fortalece la salud física. Las personas optimistas no ignoran los problemas, pero tienen más recursos internos para afrontarlos. En vez de cruzarse de brazos, como los pesimistas, se ponen manos a la obra para afrontarlos.

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