SEÚL. Exposición de modelos de misiles norcoreanos. / AP
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Washington activa su escudo antimisiles en previsión de un ataque norcoreano

El Pentágono considera que los nuevos proyectiles del país asiático pueden alcanzar territorio de Alaska

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Ha costado un cuarto de siglo y casi 79.000 millones de euros, pero su activación se ha llevado a cabo de forma tan silenciosa que ni siquiera se sabe exactamente cuándo. El polémico sistema de defensa antimisiles con el que soñase Ronald Reagan tras ver una vieja película de ciencia ficción ha pasado a estar operativo en algún momento de las dos últimas semanas, en previsión de las pruebas de misiles de largo alcance que prepara Corea del Norte. La noticia fue publicada ayer por The Washington Times y ratificada de forma confidencial por fuentes militares. «Está listo», dijo un alto cargo a la agencia Reuters. Según esta fuente, el Pentágono es muy cuidadoso con la forma en la que caracteriza este paso para que no sea visto como una provocación por parte de países como el mismo Corea del Norte o Irán, que podrían usarlo como excusa para justificar sus propia escalada armamentística.

Hasta Alaska

La realidad es que Washington considera que el misil de largo alcance coreano tiene capacidad para alcanzar Alaska, lo que ha justificado la activación de este costosísimo sistema que aún se encuentra en fase de prueba. Las fuentes de The Washington Times aseguran que dos Aegis de la Marina patrullan la costa de Corea del Norte para activar los sensores del sistema de defensa antimisiles de Alaska en caso de que se detecte el lanzamiento del Taepodong, que es continuamente monitoreado por satélite.

El sistema estadounidense conocido como La guerra de las Galaxias consiste en instalar una serie de escudos a lo largo de la costa norteamericana, desde los que poder lanzar otro misil que interceptaría en el aire un proyectil enemigo.

Esto que tan simple resulta en la teoría se ha demostrado tan difícil de lograr que el presidente Bill Clinton aparcó el proyecto por sus pocas probabilidades de eficacia. Su sucesor, George W. Bush, lo reactivó en 2000, convirtiéndolo en una prioridad militar. Sin embargo, los repetidos fallos de las pruebas militares -los escudos sólo acertaron a derribar la mitad de los diez misiles lanzados hasta el año pasado- y la presión económica que suponía en un momento en que la guerra de Irak desangra las arcas del Estado, hizo que perdiera fuerza.