TRIFULCA. Imágenes recogidas por Telemadrid del momento del incidente.. / EFE
ESPAÑA

Blanco fue asesinado de rodillas, de espaldas y de dos tiros a corta distancia

El fiscal, que solicitó para cada uno de los dos acusados 50 años de prisión, calificó el crimen de «esencia» del terrorismo por el dolor que causó a la sociedad El concejal del PP fue consciente de su ejecución y sufrió una innecesaria agonía

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Miguel Ángel Blanco fue asesinado por la espalda, de rodillas, maniatado y con dos tiros a «cañón tocante». El concejal del PP fue consciente en todo momento de su ejecución e incluso supo, según los médicos, que le habían disparado un primer tiro en la cabeza. La declaración vía vídeoconferencia de los tres forenses de la Audiencia Provincial de San Sebastián que practicaron la autopsia al concejal del PP centró la segunda y última sesión del juicio en la Audiencia Nacional por el asesinato del edil de Ermua, que ayer quedó visto para sentencia. El fiscal mantuvo su petición de 50 años de cárcel para Javier García Gaztelu, Txapote, e Irantzu Gallastegi, Amaia, supuestos autores materiales del atentado.

Los especialistas insistieron en que Blanco fue ejecutado con dos disparos «a muy corta distancia», probablemente «con el arma encima de la piel».

Le hicieron sufrir

Sin embargo, relataron los médicos, no fue una muerte rápida. Los terroristas, a pesar de tener armas de mayor calibre, utilizaron una pistola de 22 milímetros, una munición muy pequeña. El primer minúsculo proyectil no causó más allá que «una fractura ósea» en el cráneo del malogrado edil, una lesión que no le dejó inconsciente.

Luego -de acuerdo con el relato de los forenses-, sus asesinos le dispararon desde «un plano superior», probablemente le hicieron ponerse de rodillas. Fue entonces cuando un segundo disparo, igualmente a «cañón tocante», por debajo de una oreja, acabó con su vida.

Esencia del terrorismo

Tras escuchar a los forenses y guardias civiles, el fiscal Miguel Ángel Carballo reiteró en su informe final la petición de 50 años de cárcel para los dos procesados y calificó el atentado contra Blanco como la «esencia del terrorismo» por la repercusión y el «sufrimiento» que causó en todos los españoles.

«Pocas veces un asesino ha tenido tantos motivos para evitar llevar a cabo su despreciable propósito criminal. Es inexplicable -continuó Carballo- que no fuesen capaces de oír y sentir el clamor desesperado de una sociedad que les reclamaba clemencia. Los gritos de las manifestaciones de aquellos días, sin duda, debieron de oírse en cualquier bajera (garaje, lugar en el que estuvo secuestrado el concejal popular) del País Vasco».

El fiscal defendió la «máxima pena» para Txapote y Amaia, no sólo por las circunstancias del asesinato, sino por su actitud displicente durante las dos jornadas del juicio. «No podemos comprender humanamente -dijo- la indiferencia de los acusados como no sea esta actitud una artificial pantalla para salvar su cobardía de enfrentarse a la acusación y a este juicio».

Ni la descripción del asesinato ni las duras palabras del fiscal conmovieron a Txapote quien, como el lunes, pasó toda la sesión hablando con su novia. El ex jefe de ETA aprovechó su alegato final para lanzar una soflama en euskera: «Sólo quiero decir que somos militantes de ETA y que no vamos a parar hasta que se libere Euskal Herria», dijo.