El doctor Vélez y Fernando Camacho junto a unos amigos disfrutan de una comida en la Feria. / JAVIER RÍOS
feria de primavera y fiesta del vino finoPUERTO

Hasta que el cuerpo aguante

Los portuenses fueron de nuevo fieles a su cita con la festividad y por tercer día consecutivo Las Banderas se llenó de alegría, color y sevillanas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Alguno tendrá que pedir la baja médica cuando el próximo lunes de resaca los fuegos artificiales pongan punto y final a una Feria que supera día a día sus expectativas de asistentes. La noche del viernes fue un claro ejemplo. En muchas casetas, sobre todo las de los más jóvenes, casi ni se podía entrar. El baile difícil y el calor insoportable. El Club de Rugby, Corrígete Charo, El Chipirón, La Peseta, El Cossío, fueron de las casetas más animadas de todo el recinto ferial de Las Banderas hasta bien entrada la madrugada o más bien, la mañana.

La noche se mantuvo tranquila en cuanto al trabajo de la Policía, a excepción de alguna intervención en materia de alteración del orden público. Ya que hay gente que no sabe muy bien como divertirse sin molestar al resto. Y de ese resto, muchos de los que se quedaron hasta los churros en la Feria el viernes, ayer no quisieron faltar a su cita en el Real. Y con eso de «hasta que el cuerpo aguante», todo solucionado.

Turistas

Pero también, muchos pisaban el albero del Real por primera vez. Ese era el caso de los turistas madrileños que, aprovechando el puente que se celebra en su comunidad, visitaban la Feria y dejaban por un día aparcado el plan más playero.

El calor de estos días pasados remitía en unos pocos grados ayer. Las mujeres, perfectamente ataviadas, bailaban, paseaban y además, montaban a caballo y en enganches. De nuevo, Las Banderas volvió a tener un excelente paisaje de caballistas.

Lo de los cacharritos fue ayer otra locura. Como es habitual cada sábado de Feria, los padres dedicaban el tiempo tan deseado por sus hijos para llevarlos a la calle del Infierno. Allí, los pequeños y los no tan pequeños disfrutaban de las atracciones, cada año más modernas y escalofriantes.