Hoja Roja

Rectificar no siempre es de sabios

Sin ir más lejos, ya hay quien denuncia que el Ayuntamiento de Cádiz ha hecho una réplica, en su vídeo promocional para Fitur, de la campaña 'Andalusian Crush'

Tenemos tendencia a creer que el mundo acaba justo donde alcanza nuestra vista o, dicho de otro modo, no nos hemos enterado todavía de que para mirarnos el ombligo no necesitamos gafas. De ahí que ignoremos todo lo que pasa más allá de nuestro limitado ... horizonte, que pensemos que aquí se puso el non plus ultra y que tengamos la absoluta certeza de que, después de Cádiz –o antes- ni hablar. No es algo exclusivo de estos tiempos, no; ya fray Gerónimo de la Concepción en su «Emporio del Orbe» –un libro del que todos hablan, pero pocos han leído- decía que la Virgen María era de Cádiz y que los Reyes Magos habían quedado aquí para ir de excursión al portal de Belén. Ya ve, de toda la vida de Dios nos hemos creído el centro del mundo, lo que pasaba aquí no pasaba en ninguna parte y, en consecuencia, lo que no pase aquí, es que no existe. Y no hay nada más.

Sin ir más lejos, ya hay quien denuncia que el Ayuntamiento de Cádiz ha hecho una réplica, en su vídeo promocional para Fitur, de la campaña 'Andalusian Crush' con la que la Junta de Andalucía ha alcanzado más de cuatrocientos millones de visualizaciones y que ha llegado hasta el Barclays Center de Nueva York en el descanso del partido entre los Brooklyn Nets y los Miami Heats poniendo los sones de 'Eternidad' como ejemplo de lo que se podría hacer sin tanta miopía, y sin tantos prejuicios catetos. Verá, más allá de Despeñaperros la gente no distingue entre una marcha de Semana Santa, una agrupación musical y una banda de cornetas y tambores, como tampoco distingue entre una comparsa y una murga de Tenerife, quiero decir con esto que, para mucha gente, lo que sonaba mientras el enano de 'Juego de Tronos' sí, he escrito enano, que me perdone el señor Urtasun- hacía un jaque mate virtual, era una música de tintes épicos que para nada guardaba relación con cristos sangrantes ni vírgenes dolientes, con capirotes ni con meapilas, sino que entroncaba con la mitología andaluza que escribieron nuestros poetas y dibujaron nuestros pintores más universales. La mayor parte de la gente de fuera de Andalucía no sabe que 'Eternidad' acompaña al cristo de la Sed en Sevilla, tampoco sabe cómo se llama lo que suena, por lo que es muy difícil que asocien la campaña turística con una reivindicación de la Semana Santa como he llegado a leer por ahí, así que imagino que los yanquis de la NBA todavía menos. «Andalusian Crush» es otra cosa, como se ha visto esta pasada semana en Madrid, donde Rosario de Cádiz interpretó «Eternidad», convirtiendo unos minutos en algo eterno.

La campaña del Ayuntamiento va de eso precisamente, de lo eternos que pueden ser los días en Cádiz, y lo hace con el mismo acompañamiento musical que tuvo C. Tangana en Barcelona hace un par de años, la marcha 'El milagro' de José Manuel Lechuga y Agustín Moya que suena épica, y legendaria y grandiosa y que bien podría ser la banda sonora de esta ciudad, porque lo que sí es un milagro es que sigamos aquí y no nos hayamos extinguido todavía, a pesar de los intentos.

Yo siempre he dicho que gobernar esta ciudad es más difícil que gobernar cualquier otra, -y no lo estoy diciendo con las gafas de cerca puestas- porque aquí todo el mundo sabe y entiende de todo. Y porque el «donde dije digo, digo Diego» es el himno que nos hermana y porque lo de «primero que sí y después que no, luego a lo mejor y al final verás…» que cantaban 'Los Tintos de verano' se ha convertido en el título preliminar de esta ley de la selva. Ya sabe, el Ayuntamiento y la Asociación de Autores tenían clarísimo que no habría homenaje a Pedro Romero en la final del COAC, aunque ahora no lo tienen tan claro. Lo mismo que lo de la tasa turística, rechazada mil veces por el equipo de Gobierno y que ahora parece que puede salir adelante. O como la playa canina, que primero iba ir a ir a Cortadura, ahora a Santa María del Mar y como sigan así, ya estoy viendo a los perros tan campantes en La Caleta…, o como las actuaciones de los niños –y las niñas- de la cantera, o como la ludoteca gratuita para que la gente se vaya por ahí a cantar –no a trabajar- y tenga donde aparcar a los niños, porque este Ayuntamiento debe llevar muy a gala que rectificar es de sabios, y no siempre es así.

No se puede contentar a todo el mundo, y tampoco se debe hacer. Porque gobernar una ciudad no consiste en dar la razón a todos y no querer molestar a nadie, o no querer molestar a los que se molestan por todo. Habrá que tomar decisiones que no gusten a todo el mundo, claro, y en eso consiste el gobierno de una ciudad, en encontrar el equilibrio entre la realidad y el deseo, entre el bien común y los intereses particulares, entre lo que somos y lo que queremos ser. Dar marcha atrás cada vez que se tropieza con un bordillo solo sirve para eso, para ir hacia atrás y para encerrarnos, aún más, entre estas cuatro paredes llenas de espejos que nos devuelven una imagen bastante distorsionada de nosotros mismos. Mirándonos el ombligo no vamos a llegar muy lejos.

A ver si nos enteramos de que hay otros mundos, y casi todos están más allá del río Arillo.

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