OPINIÓN

El vestido, el agua y el reloj de la Puerta del Sol

No veo mal que se critique una indumentaria, al fin y al cabo se ponen para lucir, y para gusto los colores

Por estas fechas es casi inevitable hablar de los nuevos propósitos del año, algo que ya hice en la columna del año pasado, y de los vestidos lucidos por las presentadoras de las campanadas en las distintas cadenas de tv, aunque más concretamente en el ... de Cristina Pedroche como es de esperar. No voy a negar que he leído sus críticas, memes y sus reproducciones casi fieles con cosas de andar por casa, he de reconocer que me he reído bastante con la inventiva de mucha gente y me he sentido indignada con las críticas agrias de otros. Tengo mi propia opinión sobre el vestido, obviamente, estéticamente hablando me recuerda a uno de esos antifaces que se ponen en el frigo para luego calmar las migrañas, pero que a medida que lo ves no parece tan raro, me choca más esa diadema tipo muñeca de comunión que el vestido en sí, y suelto estas palabra no porque el vestido sea de Pedroche y haya que criticarlo, sino porque simplemente no me llama igual que en su día no me llamó el de Becky G del cual se dice que es un plagio, pero vamos que en la moda está «to inventao» si no, vean los últimos desfiles de Balenciaga que al no tener idea se han puesto a reinventar sotanas. No veo mal que se critique una indumentaria, al fin y al cabo se ponen para lucir, y para gusto los colores. Lo que veo mal es que se critique el derecho a usar esa indumentaria, que si muestra mucho, que si muestra poco, de verdad nos hace ver los cavernícolas que somos aún para según qué cosas y nos hace retroceder en el tiempo cuando aún se luchaba por los derecho del individuo y en especial por los de ellas. La falta de sororidad también es un punto a tener en cuenta, pues son, en su mayoría, mujeres las que más critican la indumentaria comparando un vestido con otro, ya se sabe Pedroche VS Ana Mena, los cuales para mí tienen el mismo corte con diferente tejido la verdad. Pero, aparte de si a mí personalmente me gusta la estética del vestido o no, (de hecho algunos sí me gustan) con lo que me quedo es con el mensaje que siempre quiere dar Cristina Pedroche con sus vestidos, la lucha contra el cambio climático (2019) o la paz (2022), entre otros. Sin embargo es de este año; el agua, me ha tocado más la fibra, puesto que es un tema recurrente en nuestra tierra. Si mal no recuerdo a mediados de años se estaba soltando agua de los embalses, en verano se recurría a la responsabilidad del ciudadano a la hora de usar las duchas en la playa y en invierno (uno no muy lluvioso por cierto) se baja la presión del agua por las noches, no pudiendo hacer uso del lavavajillas, al menos es lo que a mí me ha pasado que se me ha parado en mitad de la noche por no tener suficiente agua, en las horas de supuesto ahorro de energía. ¿Pescadilla que se muerde la cola? ¿O estupidez a la hora de administrar recursos? Que esto del agua no nos viene de nuevas. Y mientras tanto, algunos por las redes dicen que el reloj de la Puerta del Sol está mal porque el nº 4 romano está escrito como IIII, y me doy cuenta que algo que yo tenía como obvio a nivel de culturilla general, no lo es tanto. Ya no digo que se sepa la historia que hay detrás de ese IIII, si no el hecho que las esferas de reloj en números romanos llevan años con el IIII, es algo que se ve si lo miras. Pero está claro que la gente cada vez mira y observa menos, al menos que sea para comparar vestidos o aquello que le envidie al vecino. Y claro así nos luce el pelo.

PD: Lo del IIII tiene que ver con Carlos V de Francia.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios