LA FERIA DE LAS VANIDADES

Sangre de luna

Ya se sabe que después del cuarto menguante siempre llega el creciente. Y que Arenas lleva la política, como la luna eclipsada, en la sangre…

Luna de sangre AFP
Francisco Robles

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Luna de sangre. El titular parece un verso de Lorca. Lo poético se vuelve astronómico. Y viceversa. Como la filosofía de los presocráticos. Somos hijos del escepticismo que nos sumerge en la duda metódica, del estoicismo que nos impele a embridar las pasiones, del epicureísmo que nos lleva de la mano hasta la infancia reflejada en el mar. Necesitamos esa sonrisa abierta de la playa, esa arena que no pasaba por el tamiz de los relojes que estrechan el tiempo. En Gibraltar, el Estrecho se convierte en un embudo que les sirve a los demagogos para aprovecharse de la parte ancha, vulgo buenismo. Quieren eliminar las concertinas, como si así se terminara con la gran tragedia de nuestra época. El dedo señala el eclipse lunar de nuestra civilización y el imbécil se fija en la uña: si es de la mano derecha o de la izquierda. ¡Ay!

Sangre de luna. Sangre contaminada por el deseo que los románticos identificaban con el satélite que nunca duerme. Ahí está la raíz. En la sangre de los que no se resignan a malvivir en un país gobernado por el tirano que dejó la descolonización. Otro error de la progresía que gobierna en Europa desde la derrota de Hitler: a la luz de sus partidos o en la sombra de los complejos que mantiene la derecha como una seña de identidad propia. Las colonias no eran tan horribles como estas dictaduras forjadas a sangre y fuego. El mismo fuego que empujó a los griegos a volver al mar. Como ya hicieron hace más de dos milenios. Esos incendios que no ha dominado Tsipras, a pesar de estar tocado por el fuego de los dioses progres, son la metáfora de Tales de Mileto. Otro presocrático que lo explicaba todo con la lírica. Tierra que arde, aire que empuja, fuego que mata, y el agua que nos salva. El mismo Mediterráneo que salvó a los griegos de morir abrasados es el que se traga a los náufragos de la miseria.

Los que creen que la poesía es inútil, aciertan de pleno cuando se miran al espejo: los inútiles son ellos. La lírica lo explica todo. Por eso hay que ponerle luna de sangre al fenómeno que oculta la luz. Cuando la razón se queda en la sombra, la sangre sale a relucir. Solo hay que ver la deriva nacionalista para comprenderlo. No es una cuestión racional. Es la pura sangre convertida en argumento. Con la inmigración pasa igual. Unos quieren acoger a todo el que venga, como si aquí hubiera sitio, y hospitales, y colegios, y supermercados, y aparatos de aire acondicionado, y pensiones para todo el que se presente en Ceuta o en Melilla. Y los otros pretenden amurallar Europa por la parte de España, como si en París, en Bruselas o en Londres solo hubiera franceses, belgas y británicos con ocho apellidos autóctonos.

Esta luna de sangre se ha llevado por delante a quien parecía invencible. Esta luna sanguinolenta ha oscurecido a quien permanecía entre la sombra y la luz desde tiempo inmemorial. El ciclo lunar consta de 28 días. Otros tantos años ha estado Javier Arenas entre las bambalinas del partido. La victoria de Casado ha sido el detonante del divorcio. Eso sí que es un hecho histórico. Aunque ya se sabe que después del cuarto menguante siempre llega el creciente. Y que Arenas lleva la política, como la luna eclipsada, en la sangre…

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación