DELIRIUM TOPIC
#Pijamismo
Sartre estaba equivocado: el verdadero humanismo no era el existencialismo, sino el pijamismo. Los modernos, que tienen palabros para todo, lo llaman nesting. Entrar en casa el viernes y no abandonar el pijama hasta el lunes por la mañana representa mucho más que un hábito: es una cultura, una filosofía de vida, una manera de estar en el mundo.
Hay quien está deseando que llegue el viernes para salir a la calle y darlo todo. Yo también anhelo el viernes, y también lo doy todo, pero en casa. Una jornada pijamística resulta mucho más productiva y enriquecedora que toda una semana en la calle. Porque la calle está sobrevalorada. De hecho, lo que más me gusta de la calle son los bares, que en realidad son sucedáneos, variaciones de la propia casa de uno.
Después de una semana laboral desquiciada, saturada de encuentros más o menos indeseados y compromisos, me abrazo al fin de semana y también a mi almohada. Pocos placeres son comparables a despertar por la mañana y holgazanear en la cama pasando páginas y páginas de un libro. Hacia el mediodía, preparar unas tapas en la cocina, con buena música de fondo, mientras tomas una cerveza bien fría; el vino queda para el almuerzo. Y después, por supuesto, la siesta. Tras ella, seguir leyendo, o bien ver con los niños una peli. Prolongar el holgazaneo hasta la hora de la cena, así, sin rigor ni expectativas, como uno se entrega a las cosas inútiles.
El pijamismo es reivindicar, como aquel delicioso libro de Ordine, la utilidad de lo inútil. Porque no hay mindfulness ni sesión de yoga o spa que edifique del mismo modo la paz interior, que reestablezca tan eficazmente el equilibrio desbaratado durante la antipática semana laboral.
No tengo nada claro que exista el cielo. Si lo hay, estoy convencido: todos vamos en pijama.
