Persecución

Quién nos iba a decir que el verano vendría con un grave problema que suena gramatical: sin taxis

Los taxistas sevillanos han estado de huelga hasta el pasado miércoles J. M. Serrano
Antonio García Barbeito

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Nada que ver el título con aquella obra escrita por Félix Grande que cantó Juan Peña El Lebrijano allá por la cintura de los setenta, aquella «Persecución» que rompió moldes —«No fueron los judíos ni los moros, / fueron los reyes cristianos, / ella se llamó Isabel / y él se llamaba Fernando…»— en los escenarios flamencos y no tan flamencos, desde el principio, con la voz en off: «Malamente comenzaba / el siglo XV, gitanos…» Nada que ver, pero el Ayuntamiento de Sevilla va a soltar halcones en el aire para que persigan cotorras, y en las vallas de la costa por do entra la negritud desesperada, los ojos policiales persiguen, a ver qué remedio, si no quieren ser perseguidos por quienes quieren hacer de la alambrada un paso abierto y emplean lo que tengan que emplear para acabar con los uniformes. Y en muchos sitios de España, huelga que se extiende como la ola de calor, nativos y turistas persiguen taxis con la desesperación de dos o tres maletas arrastradas, calor y vacaciones que corren como la carrera del taxímetro. Quién nos iba a decir que a finales de julio el verano vendría con un grave problema que suena gramatical: sin taxis.

Cantaba Juan El Lebrijano que «…Cuando firmó, firmó la ley, aay, / no le tembló, tembló la mano…» Pues aquí tampoco tiembla la mano cuando dicen a soltar halcones, a reforzar vallas o a parar el taxi, huelga de ruedas, porque se hace necesario para quienes así actúan, ya sea porque no pueden aguantar más la plaga de cotorras, la avalancha de inmigrantes con pretensiones de saltar la frontera o la invasión de competencia en el sector del servicio público. El verano en España, por un asunto o por otro, tiene perfiles de persecución, ya se persigan alas, ya habilidad hambrienta, ya taxi de servicio mínimo. Mi vida por alcanzar una pluma, un intento de salto, una luz verde. La persecución de las cotorras puede tener el aplauso de casi todos nosotros, si no lo tienen de todos; el de la valla, ya saben, unos estarán de aquel lado y otros de este; y con el problema del taxi, y de Uber y Cabify, uno no sabe a quién ayuda, si sube, o a quien perjudica, si baja. Un lío. Al final, el más perjudicado resulta el usuario, que siente que paga unos platos que no ha roto; como el agente de la autoridad, al comprobar lo maniatado que está, no sabe qué hacer. Así que tomamos la voz ida del grande Félix Grande y decimos: «Malamente comenzaba / el mes de agosto, señores…» Los veranos se están poniendo en un plan que vamos a tener que prescindir de ellos (ojalá) y dar una zancada desde junio a finales de septiembre. Porque, por una cosa o por otra, vaya persecución.

antoniogbarbeito@gmail.com

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