LA TRIBU

Ver o no ver

Prefiero que me digan cómo fue, aunque no fuera así, antes que ir viendo imágenes que no añaden la mínima fantasía

Cada vez lo audivisual tiene más importancia que el relato de la memoria en la Semana Santa JESÚS SPÍNOLA
Antonio García Barbeito

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Como si el cosario se hubiese convertido en cronista, un día de la Semana Santa llegaba al bar uno de la tribu y contaba cómo estaba Sevilla. Los demás escuchaban, atentos, incrédulos o embobados, escépticos o descreídos, y nadie le ponía un pero a las palabras del paisano que contaba lo que decía que había visto y lo que otros le dijeron que había ocurrido. El paisano cronista, si era fiel a lo que vio, no se adornaba, pero si tenía imaginación o disfrutaba soltando embustes, colocaba en el mostrador del bar lo que le viniera en gana, y si unos no se creían ni media palabra, otros lo contaban en su casa y al rato el embuste no cabía en el pueblo.

Nunca supe, ni he querido saberlo, si muchos de los relatos de un personaje irrepetible de mi cercanía durante muchos años fueron o no verdad, sucedieron o no, pero no los cambio por nada. Me hablaba de espectáculos de la copla, de teatros, de circos, de Semana Santa, de la Feria…, y me lo contaba todo ajustado a medida de su talento, de su fantasía, de su capacidad para transformar la realidad hasta conseguir una obra de arte. Me hablaba de una saeta que no sé quién cantó en un balcón de la calle Sierpes, o de una mañana en la que la luz del amanecer transformó el perfil de una Virgen hasta hacerla parecer una mujer de carne y huesos… Sé que lo que guardo por sus relatos me compensa de todos los fríos, incomodidades, sueño, lluvia, pisotones, cansancio, hambre, desesperación, que he vivido en la Semana Santa, la Feria y otros espectáculos, al aire libre o bajo techo. Ahora es distinto. Ya nadie puede decirte que es el único que escuchó una saeta, que vio un perfil, una salida, una llamada, una levantá, que pusieron de punta los vellos del aire de la ciudad, porque inmediatamente podrás acceder a cientos de imágenes de lo que te cuenta, fotos o vídeos, porque, como ya dijimos hace mucho tiempo, hay quien va a la ciudad a ver y se pasa el tiempo grabando o tomando fotos, se pierde el directo y almacena, con lo que jamás disfruta del presente. Ver o no ver. Estoy ente el televisor y observo cien detalles, diez ángulos, veo cientos de caras, he visto cómo han entrado en La Campana decenas de pasos, cómo y qué tocan las bandas de música, qué saeta cantaron en aquel balcón, qué flores llevaba tal paso… La imaginación no tiene sitio en esta era de la imagen; no puedes espera el relato hermoso, y seguramente aumentado o adornado, de alguien que sabe contar las cosas con imaginación y arte. Prefiero que me digan cómo fue, aunque no fuera así, antes que ir viendo imágenes que no guardan la mínima sorpresa o añaden la mínima fantasía.

antoniogbarbeito@gmail.com

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