MEMORIA DE DICIEMBRE

Nacimientos

Diciembre me regaló un cuento de Navidad que me ha dado todas las alegrías

Entre las tradiciones del mes de diciembre está la elaboración de dulces típicos, como el roscón de Reyes ABC
Antonio García Barbeito

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Como esas cartas que llegan cuando ya no las esperábamos, así he recibido, desde hace ya muchos años, regalos de la Navidad. Me enloquece el campo siempre, pero mucho más cuando febrero se viene volando en las alas de las abejas que zumban entre las flores, cuando en la dehesa se echan las paletas de los mejores pintores y el cielo es un capricho azul equilibradamente estampado de algodones; cuando el aire tiene la temperatura justa, como un invisible y exquisito vino, y un olor a todo —ese olor a todo de las veras de la primavera— nos embebe y nos arrastra. Sí, entonces, el campo es la amada que vuelve, reestrenando su primera juventud, a enamorarnos. Y me encantan los meses lluviosos que completan el campo por abril, y los días pajizos que empiezan a venirse desde junio, y los días frutales, lluvia de sabores y colores, de los veranos que vuelven a ser aquellos viejos veranos. Pero llega diciembre…

Regalos a dos manos, como si los Reyes Magos que siempre tuve escasamente, de golpe se hubiesen venido a mi ventana, a despertarme para mostrarme las sorpresas. Diciembre, hace veintiocho años, me regaló un cuento de Navidad que me ha dado todas las alegrías; he disfrutado viéndolo representado por novicias, por un pueblo entero, por colegiales, por niños con síndrome de Down, por paisanos de mi pueblo de nacencia y paisanos de mi pueblo adoptivo y amado, por artistas que lo llevaron a la escena cuando al cuento lo hicieron musical y Gines levantó la bandera del entusiasmo y el buen hacer; y he disfrutado viendo cómo lo hacían suyo en cualquier parte, en tantísimas partes, gracias, sobre todo, a la impagable labor que del cuento hizo, en la Cope de los noventa, mi llorado y recordado padre dominico José Luis Gago de Val, tan autor del cuento —por el amor que le puso— como yo. Diciembre me regalaba más de lo que yo lo amaba, todo cuanto de mágico soñaba mío en la Navidad. Y, como lazo que envuelve ese regalo, un villancico que escribí hace ocho años y que antier sonó en el Lope de Vega en las voces de la Coral Polifónica de Gines. Sí, de Gines. Qué alegría. En Gines, de los diciembres helados del Molino, al calor entrañable de un cuento y un villancico que me vinieron a las manos y ya son de otros, y es una alegría que esos otros lleven el nombre de Gines en cuanto hacen de hermoso por Navidad. Ya son abuelos muchos de los «chiquillos campanilleros» que antier cantaron un villancico que también es un retrato de su niñez. Gines, vida del aceite recién nacido, del Niño recién nacido y de las coplas recién nacidas. Gines, por diciembre, cuántos Nacimientos juntos…

antoniogbarbeito@gmail.com

Este artículo fue publicado el 15 de diciembre de 2015

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