Mitos

A medida que van yéndose algunos vivos para convertirse en mito, caes en la cuenta de que el tiempo no tiene piedad

La cantante de ópera Montserrat Caballé falleció a los 85 años AFP PHOTO
Antonio García Barbeito

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Nos quedaban muy lejanos aquellos mitos que habían conocido muchos de nuestros cercanos. Nos hablaban de ellos con el misterio que da la distancia y, sobre todo, la niebla de la imprecisión. Y así, si te hablaban de un torero, decían: «Yo me acuerdo de una tarde de la Feria San Miguel, que nadie daba ya un duro por el ganado que estaba saliendo, y le salió su último toro y la gente estaba yéndose, y de pronto un óle paró la luz y volvió la cara hasta el viento que no hacía. ¡Formó una…!» Te decían cómo iba vestido, con quiénes toreó esa tarde, que después de aquello ya no pudo disfrutarlo más: vino un pitón la siguiente primavera y se lo llevó al otro mundo. Y hablaban de él… «Mandaba. Era joven, con muchísimo valor, con poder, y, claro, mandaba en las plazas, en el escalafón, en las ganaderías… Era serio, pero tenía una personalidad arrolladora.»

Contaban y contaban y los oyentes nos preguntábamos cómo serían algunos detalles, su altura, si tenía coche, dónde vivía… Por la tribu vinieron algunos mitos del cante y los viejos del lugar hablaban y los jóvenes no teníamos de ellos más fotografías que la que nos iban proporcionando quienes relataban todo aquello. Hablaban de que habían conocido, en el escenario, a Vallejo, y a la Niña de los Peines, y al Niño Ricardo… Nos parecía que quienes contaban aquello eran unos privilegiados, porque nosotros jamás conoceríamos a mitos así de grandes. Recuerdas la ilusión que te hizo conocer a Antonio El Sevillano, de quien habías tenido varios discos de fandangos. Lo saludaste como quien saluda a un recién llegado del Olimpo. Y así, casi sin notarlo, empezaron a quedársete cercanos algunos personajes que hoy son mitos, unos, locales, otros, regionales, nacionales otros, y que entonces, cuando los tratabas, no les dabas dimensión de mitos. Paquirri, Antonio Mairena, Naranjito de Triana, Juanito Valderrama, Gabriela Ortega, Manuel Álvarez el Andaluz, Antoñita Colomé, Carlos Cano… Ha muerto la gran Monserrat Caballé, a la que viste alguna vez sin pensar que tal vez un día sería uno de tus mitos. Ahora la recuerdas en algún teatro, en alguna entrevista, en un reportaje, en un concierto televisado, y caes en la cuenta de que ya ha pasado la linde de los mortales y empieza a ocupar plaza entre los mitos. Bien merece su vida, su entrega y sus maravillosas cualidades artísticas un sitio de honor. Y a medida que van yéndose algunos vivos para convertirse en mito, caes en la cuenta de que el tiempo no tiene piedad, no distingue, no conoce a nadie. Y eso significa que cada vez te queda menos tiempo para seguir contando mitos. Por más triste que resulte.

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