Antonio Burgos - EL RECUADRO

¿Qué Fiestas?

Cuando me desean «Felices Fiestas», contesto: «Te daré las gracias cuando lleguen las de San Fermín. Porque ahora es Navidad»

Antonio Burgos
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CON lo partidario que soy de la Corona y lo orgulloso que me siento de nuestro Rey Don Felipe VI (q.D.g.), al empezar a escucharle en su impecable Mensaje de Navidad, rotunda y perfecta Convidá a Patria, a Monarquía, a Unidad de España, a Historia, a Democracia, a Constitución y a Libertad, la verdad es que aunque no es temporada de moscas, se me puso una así de gorda y retotollúa detrás de la oreja en cuanto Su Majestad se abrió de capa en la inmensidad del salón de Palacio y arrancó a portagayola:

«Quiero especialmente desearos junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, unas muy Felices Fiestas»...

—¡Ofú! —le dije a la Jefa de mi Casa Civil, que cumplía conmigo el rito familiar de escuchar al Rey en la Nochebuena con toda unción—.

¡Ya estamos con las dichosas «Felices Fiestas»! Mal empezamos...

Pero me equivoqué de pitón a rabo. Si bien está lo que bien acaba, hay ocasiones en que lo que empieza malamente acaba cumbre, como fue el Mensaje del Rey, arte puro al decir lo que hay que decir y como lo hay que decir, transmitiendo serenidad y esperanza en esta hora de tantas incertidumbres patrias por culpa de la chusma que nos invade.

Quiero decir que la dichosa costumbre de desear «Felices Fiestas» ha llegado a lo que tópicamente se dice «las más altas instancias del Estado». Que traduzco con aquel cante que me citaba Juanito Valderrama como de los primeros que aprendió: «En el Palacio del Rey/ hay un caballo de caña,/ cuando el caballo relincha/ retumba toíta la España». Toíta la España se está olvidando del sentido cristiano de la Navidad. El arzobispo Asenjo lo ha dicho bien claro en su carta pastoral: «Lamento la sustitución del belén por el árbol de Navidad y de los Reyes Magos por un Papá Noel sin referencias religiosas; y hasta las entrañables tarjetas navideñas se han convertido en felicitaciones laicas portadoras de etéreos deseos de paz y de felicidad inconsistentes, porque se obvia al verdadero protagonista de la Navidad, Jesucristo».

Cuanto alerta mi querido Don Juan José se advierte hasta en el habla sevillana. Antes se deseaban «Felices Pascuas», sobreentendiendo que nos referíamos a las de Navidad y Reyes. Del «Felices Pascuas», que ya apenas desea nadie, pasamos al «Feliz Navidad», pura traducción del americano «Merry Christmas». Ya ni eso. Ya, del Rey abajo, todo el mundo te desea «Felices Fiestas». Cuando me desean «Felices Fiestas», contesto diciendo: «Te daré las gracias a tus “Felices Fiestas” cuando lleguen las de San Fermín, porque lo que estamos celebrando ahora no son “las Fiestas”, es la Navidad, el Nacimiento de Jesús». Parece como si la palabra «Navidad» estuviera ya mal vista en los deseos de estas fechas.

Y si es la iluminación callejera municipal, ni te cuento. Paseaba el día 24, a prima noche, por la calle Luis Montoto, y la llamada «iluminación navideña» en las farolas era igualita, igualita que la que ponen por Carnaval en la Avenida de entrada a Cádiz. ¡Es que ya no ponen siquiera ni a Papá Noel, ni renos, ni abetos, ni sus muertos todos nórdicos! Es una iluminación cateta, excedente de cupo de los pueblos. Sí, las mismas luces que ponen en los pueblos en las calles que llevan a la Feria de agosto. ¿Multan al que ponga algo cristiano? Pues tal como están las cosas, parece que sí.

Ahora, que lo que no sabía era la nueva traducción de «Navidad» que ha puesto el Ayuntamiento de Sevilla en muchas de sus iluminaciones de estas fechas. Yo sabía que Navidad era «Noël» en francés, «Christmas» en inglés o «Natale» en italiano. Pero no sabía que ahora en sevillano Navidad se dice «Caser». De otra forma no me explico que el abeto de luces de la Puerta Jerez ponga «Caser» y que el que hay delante de Santa Justa diga también «Caser». «Caser» debe de ser «Navidad» en espadés, la variante dialectal del habla sevillana que chamulla Juan Espadas...