La caja de Pandora

La tumba de Franco es la caja de Pandora que lleva 43 años conteniendo los demonios de la ira y el odio entre españoles

Visitantes en el Valle de los Caídos. GUILLERMO NAVARRO
Manuel Contreras

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Que Franco esté o no en el Valle de los Caídos me importa bastante poco, lo que me preocupa de verdad es que me quieran meter a mi en su tumba. Yo pertenezco a la generación fruto de la Transición, y toda la batalla jurídico-política para sacar los restos del dictador de la sierra de Guadarrama es en realidad un señuelo para ocultar el objetivo verdadero, que es enterrar los valores en los que nos educamos los primeros niños de la democracia. En esa tumba vacía, por tanto, nos quieren meter simbólicamente a los que crecimos sin que nuestros padres nos inculcaran el odio por los que piensan diferente, pese a que ellos sí que padecieron las penurias de la postguerra y de la falta de libertades. Quieren enterrar el esfuerzo por la reconciliación, el triunfo de la concordia. Mi generación es el fruto de ese proceso regenerativo que sorprendió al mundo, la súbita reconversión de una dictadura militar en una monarquía parlamentaria. Nosotros fuimos los primeros españoles en muchas décadas que crecimos en democracia, niños a los que se les enseñó que el futuro del país debía sostenerse sobre la tolerancia y el respeto, no sobre el triunfo ni el rencor. Aprendimos que la política consiste en el debate de las ideas, no en la imposición de idearios. El objetivo en la nueva política en la que mi generación se asomaba al mundo era convencer al votante, no eliminar al rival, y el primer mandamiento era la denostación de la violencia como instrumento. La realidad es que nosotros, los que crecimos sin rencor, somos los que sobramos ahora en España; por eso quieren meter lo que representamos en un agujero y colocar encima la losa de 1.500 kilos.

Realmente no quieren exhumar a Franco, quieren enterrar la foto de Felipe encendiendo el cigarrillo a Suárez, que representaba la concordia política; la de Rafael Alberti y la Pasionaria en el Congreso, que simbolizaba la aceptación por el comunismo del sistema democrático; la de Tarradellas en el balcón gritando «Ja soc aqui», que ilustraba el encaje de Cataluña en la España de las autonomías. Quieren enterrar el «Libertad sin ira» de Jarcha para que suene «La Internacional». Quieren borrar el camino de paz y prosperidad de los últimos cuarenta años para construir la España que hubiera sido si la Guerra Civil hubiese acabado de otra forma, la única que consideran legítima. Quieren, en definitiva, reescribir la historia.

La tumba de Franco es la caja de Pandora que lleva 43 años conteniendo los demonios de la ira y el odio entre los españoles. Mientras ha estado cerrada, España ha progresado al cobijo de una razonable armonía. Ahora se pretende cambiar las tornas, aventar la división y enterrar los frutos de una época de la que todos deberíamos presumir con orgullo. No es casual que se invoque el recuerdo de un dictador para reivindicar, aunque sea desde las antípodas, una nueva era en la que a buen seguro todos seremos menos libres.

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