COMENTARIOS REALES

El arte de helarte

El arte contemporáneo es una pasarela donde los no-figurativos han descubierto el placer de figurar

Santiago Sierra, delante de su obra censurada en ARCO EFE
Fernando Iwasaki

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En poco más de una semana han coincidido en el tiempo la retirada de unas fotografías en ARCO, el secuestro de la edición del libro «Fariña» y la censura de las imágenes de la ubérrima Venus de Willedorf en Facebook. Sin embargo, en medio de las risas que a muchos les provoca el cruce del puritanismo y la corrección política, al menos gracias al pudor de Facebook algunos han podido conocer el arte paleolítico, las colecciones del Museo de Historia Natural de Viena, la existencia de la esteatopigia y las primeras representaciones simbólicas de aquellas deidades telúricas que Robert Graves bautizó como «diosas blancas» en un libro memorable. Por contra, gracias a la censura de las fotos de ARCO el artista Santiago Sierra se ha embolsado 90 mil euros, «Fariña» de Nacho Carretero ya es el tercer libro de no ficción más vendido según ABC Cultural y nuestra imagen internacional se ha impregnado de oscurantismo y represión.

Vaya por delante que España no es el único país donde han aparecido nuevos inquisidores (e inquisidoras), pues en Francia han querido censurar «El origen del mundo» de Coubert, en USA censuraron «Thérèse Dreaming» de Balthus, en el Reino Unido retiraron «Hilas y las ninfas» de John William Waterhouse y en la propia Viena han censurado desnudos femeninos de Egon Schiele. Como se puede apreciar, no somos los únicos que hemos entrado en los dominios del arte con ánimo censor, mas sí somos los únicos a quienes asocian a la Inquisición, como muy bien señaló María Elvira Roca Barea en «Imperiofobia y Leyenda Negra» (2016).

Ay, el arte. Nunca ha sido sencillo entender el arte, pues las primeras anatomías fueron trasgresoras en los albores del Renacimiento, los impresionistas soportaron todo tipo de ataques, y de la abstracción en adelante el arte contemporáneo se ha convertido en una pasarela donde los no-figurativos han descubierto el placer de figurar. Por eso es tan complicado prohibir y censurar obras ya de por sí contestatarias e irreverentes, cuando encima se mezclan con sectarismo y menosprecio. Por eso prohibir la Venus de Willendorf se quedó en un chiste y prohibir la muestra de Santiago Sierra ha sido un error que además se convertirá en una exposición itinerante que recorrerá todas las galerías públicas y privadas que se presten a la mojiganga del arte por helarte.

No existe nada más eficaz contra la provocación, la grosería, la impertinencia, el insulto y la irreverencia, que el silencio y la indiferencia. ¿Por qué deberíamos convertir en noticia algo que carece de la más mínima relevancia? Prohibir la mamarrachada de ARCO supuso que toda España hablara de presos políticos, que la prensa internacional convirtiera nuestra censura en noticia mundial y que el artista trincara 90 mil euros. ¿Se pudo hacer peor? Sin duda, pero no voy a dar ideas.

www.fernandoiwasaki.com

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