OPINIÓN

Habemus papam

Lo primero que pensé fue: qué guapote, en el sentido que su sonrisa me pareció de «güena gente»

Patricia Gallardo

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Sí, lo sé, la columna de esta semana era predecible, pero si toca, toca. La verdad que esta vez no he seguido tan de cerca la elección del papa como en otras ocasiones, este sería mi cuarto papa y siendo sincera desde que cantaba aquellos de «Juan Pablo II, te quiere todo el mundo» tampoco le he echado mucha cuenta a los siguientes, por lo que más allá de hacer las quinielas que hacía todo el mundo por redes y corrillos no le he dado mucha importancia al tema, más que nada porque esto es como la Eurovisión que piensas quien va a ser favorito y luego llegan los votos del público y te lo desbarata todo. Y así fue, yo tenía por seguro que un papa europeo no iba a ser, entre que el «mercado por esos lares» ya está quemado y que el continente anda revuelto con guerras e ideas progres no era muy factible que nombraran a uno de «la casa» como me decían en mis años de milicia: no es bueno ascender en tu propia Unidad. Así que me decantaba por la opinión de la mayoría por el guineano Robert Sarah y el filipino Luís Antonio Tagle, por aquello de que ni Asia, ni África habían tenido papa y porque la mayor parte de la feligresía está resurgiendo por esas tierras. Así que cuando sonaron las campanas de mi barrio sin motivo aparente, nadie se esperaba que el cónclave tardara menos de 24 horas en decidir, puse la tv y cuál fue mi sorpresa que fue elegido papa un gringo, ni siquiera sabía que había uno menos dos. Lo primero que pensé fue: qué guapote, en el sentido que su sonrisa me pareció de «güena gente», luego pensé la que le ha caído como anda el mundo, no obstante más tarde leí sobre él que es un tipo muy inteligente con no sé cuántos estudios. Y me dio el pálpito de que va a ser un buen relevo, puesto que parece ser de los que aplican el «in medio virtus» como diría Aristóteles y como está la cosa de extremos actualmente, mediar me parece una virtud. No por nada fue nombrado cardenal por Francisco, pero haciendo un pequeño guiño a Benedicto. Suerte León XIV.

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