OPINIÓN

El desfile y el premio

Me impresionó el discurso de la princesa, porque en tan solo tres minutos y algo tuvo presente a todos los premiados, y su vez demostró la madurez de su nueva etapa en la vida

Patricia Gallardo

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Que soy fan de la realeza en general, y de la nuestra en particular no es nada nuevo. Por lo que, que siga los pasos de la Princesa de Asturias (y de su hermana la infanta Sofía) desde que era una niña adorable hasta la muchacha que es hoy, no es de extrañar. No obstante, este seguimiento, como es obvio, lo hacía desde un punto de vista de prensa rosa a través de las fotos y reportajes de las revistas, de manera rutinaria y superficial, como lo que es: un simple entretenimiento.

Sin embargo, esta vez puse especial interés cuando ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza, indudablemente por la parte que me toca, porque quería observar cómo sería su transformación de princesa a cadete, ya que muchas opiniones a mi alrededor no la veían en ese papel, no sé por qué, tal vez por verla tan rubita y de ojos azules (nótese la ironía). Algunas malas lenguas incluso decían que le echarían algunas fotos haciendo el paripé y ya está. Pues mire usted —contesté yo virtualmente a esos comentarios—, la mili es de las pocas cosas en las que es muy difícil hacer el paripé, y eso se deduce observando el comportamiento del individuo, en el caso de la princesa podemos ver cómo realiza un perfecto saludo militar, que para nada es impostado o cómo canta con sentimiento «La muerte no es el final» en el Acto de los Caídos del desfile del Día de la Hispanidad, pero sobretodo se ve en la complicidad con la que actúa con sus compañeros, no solo en la recepción de los reyes posterior al acto, donde un par de compañeros «se atreven» a bromear con ella delante de sus padres, y del que ya sacaron erróneamente conclusiones de un posible noviazgo, (qué cansinos, las mujeres pueden tener amigos sin ser novio, por si hay alguien que no se ha dado cuenta aún), sino también en todas esa imágenes en las que se la ve interactuando con el resto de estudiante de su promoción, demostrando que es una más de ellos sin importar su procedencia. Así que a ojos de buen entendedor… nuestra princesa ha captado muy bien los tres principios que rigen las Fuerzas Armadas: disciplina, jerarquía y unidad. Cosa que ha extrapolado a su día a día, pues sin ir más lejos cuando sonó el himno nacional a través de las gaitas en los premios princesa de Asturias, su porte era más marcial, que otras ocasiones, demostrando ya de qué iba la cosa. Y hablando del premio, sin desmerecer a ninguno de los premiados, me gustó mucho que Meryl Streep y Haruki Murakami recibieran el premio a las artes y la literatura respectivamente, ya que ella es una de mis actrices favoritas y él es escritor para nada desdeñable. Pero lo que realmente me impresionó fue el discurso de la princesa, porque en tan solo tres minutos y algo tuvo presente a todos los premiados, y su vez demostró la madurez de su nueva etapa en la vida, no voy a reproducir todo el texto, pero sí me gustaría remarcar algunas de sus palabras: «(…)Lo que puedo decirles es que entiendo muy bien y soy consciente de cuál es mi deber y de lo que implican mis responsabilidades. (…) con sus acciones y en sus obras, esa esperanza que nos guía y nos inspira a los jóvenes…».

Desde aquí felicitar a la su Alteza Real la Princesa Leonor por su próximo dieciocho cumpleaños, y por aspirar a ser un ejemplo para todos, en especial a la nuevas generaciones, reflejándose en aquellas personas que han demostrado con su arduo trabajo merecer uno de sus premios: a la concordia, las artes, las humanidades, las letras, las ciencias y el deporte.

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