OPINIÓN

La autopublicación

La cuestión viene hasta cuánto tú, como autor, quieres implicarte en tu obra, porque esto es totalmente un «Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como»

Patricia Gallardo

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Como escritora autopublicada creo que debía una columna como esta. Llevo en el mundo literario, me refiero con ello a tener obras publicadas, relativamente poco. Han sido unos cuatro años en los que he aprendido mucho de este mundillo lleno de tiburones, no lo digo a malas, si no comparando al tiburón como alguien experimentado frente a una «Nemo» que era, y sigo siendo en ciertos aspectos. De todas las conclusiones que he sacado coincido con el resto de mis compañeros «indies» (escritores independientes) que la autopublicación tiene el estigma que es considerada de peor calidad que la de editorial tradicional. Algo que puede ser verdad hasta cierto punto, porque en la autoedición no hay tanto filtro de calidad y la responsabilidad recae mayormente en el autor, o en su defecto con la editorial de autopublicación con la que trabaje.

Yo tengo una frase en la que suelo decir que escribir es tan fácil o tan difícil como uno quiera, ya que hoy en día hay muchas herramientas, sobre todo on line que te ayudan a publicar tu obra. La cuestión viene hasta cuánto tú, como autor, quieres implicarte en tu obra, porque esto es totalmente un «Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como». El problema viene cuando el autor novel no sabe la diferencia entre editorial de autopublicación y editorial tradicional, la primera es por así decirlo una herramienta logística en la que tú te apoyas y en la que tienes que invertir, cuanto más pagues, más servicios te dan, pero en todo momento tú eres el que maneja su obra con todas su consecuencias, marketing, publicidad, etc.

Lo que sería construirte un libro a medida, si tenemos este concepto claro no hay problema, tú libro tiene la misma calidad y el «mismo derecho a estar» que el de publicación tradicional. ¿Qué es lo que nos perjudica entonces?, la autopublicación freelance de mala calidad, repito la de mala calidad, porque hay mucho editor autónomo que trabaja incluso mejor que las editoriales, sean éstas de autopublicación o tradicionales. Y también que se considere a los autores autopublicados como una especie de «desesperados» por no esperar a que una editorial tradicional nos publique, pero, ¿por qué esperar a hacer algo si tengo los medios para hacerlo? En mi caso particular yo autopubliqué a modo de experimento, para probarme a mí misma que podía gustar, sin implicar a nadie más, ni experimentar un rechazo en el caso que se hubiera dado.

Y parece ser que sí gusté, a la vista está que publiqué la segunda novela a petición popular, por lo que no descarto en un futuro no muy lejano intentarlo con una editorial tradicional y tener todas las experiencias posibles, porque el escritor o autor, según se considere uno, lo es porque escribe, independientemente de cómo publique. Que también he decir que la autopublicación no es un concepto nuevo, solo que ahora está más en auge gracias a los medios digitales que tenemos a nuestro alcance, de lejos viene, más concretamente de la Edad Media donde los monjes hacían todo el proceso de la creación de un libro y ya cuando Gutenberg inventó la imprenta, muchos autores hicieron uso de ella para sacar una pequeña tirada de sus obras que vendían entre sus convecinos. Muchos autores famosos de los últimos siglos empezaron a siendo autopublicados, entre ellos Jane Austen, James Joyce, Beatrix Potter, Virginia Wolf o más actuales como Margaret Atwood, Paulo Cohelo, E. L. James, o yo misma (vale todavía no soy famosa, pero quién sabe con el tiempo…ji,ji,ji)

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