OPINIÓN

Trepas

«Seguro todos conocemos a alguien que necesita tratamiento para esta dolencia más común que los catarros»

Nico Montero

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En trepa es la persona que intenta ascender profesional o socialmente aprovechando cualquier circunstancia y sin importarle los medios que utilice para ello. Esa podría ser la definición de un auténtico arte, no al alcance de todos, en la que algunos se mueven como pez en el agua, con pocos escrúpulos y menor vergüenza. Desde que el hombre es hombre y el mundo es mundo, afloran por doquier disimuladas aves rapaces, con caritas de bondad y sonrisas estudiadas, especialistas en la pose perfecta, cual yerno o nuera ideal, de estudiadas palabras y silencios, siempre complacientes, manipuladores, y en todo serviles de quienes ostentan algún poder o influencia.

Bajo el trepador se esconde alguien que no confió en sus posibilidades o dotado de poco potencial, que gastó sus energías y estrategias en buscar soportes que le auparan donde el mismo podría haber intentado llegar por sus propios méritos y esfuerzos, pero que, sin embargo, escogió el atajo más mediocre, mezquino y oportunista. Tras el disfraz, un ser atemorizado y henchido de estupidez, que convirtió en credo el peloteo infatigable y la adulación a todos aquellos que puedan proveerle la oportunidad de sacar beneficio de la rebosante vasija de favores. Una máxima: escalar. Caiga quien caiga, pese a quien le pese.

Todos conocemos a algunos ejemplares de esta nutrida especie. Los hay en todos los estratos sociales, y en las diferentes parcelas de la vida cotidiana. Abundan en el mundo laboral, son legión en los partidos políticos, y los hay hasta en las iglesias. Hay políticos trepas, periodistas trepas, actores y actrices trepas, sindicalistas trepas, curas y laicos trepas, y también músicos trepadores, de éstos conozco a unos cuantos, que con talento o sin él, menean el rabo al calor de quienes puedan ejercer favoritismo y promoción.

El trepa es por naturaleza insolidario. Cuando alguien no progresa ni asciende por su trabajo, o lo hace por un inesperado golpe de suerte, o solo es posible escalar pisoteando a otros, vulnerando la justicia y la ética del esfuerzo, y apropiándose del mérito que pertenecía a otra persona por su coraje, capacidad y dedicación. La gran estrategia del trepador es convertirse en 'favorito'. Ser del grupito de preferidos del adulado pez gordo, asegurará sus cuidados, sus atenciones, su promoción y su confianza. Y de esta manera, vendrán las recompensas, los honores y las oportunidades para obtener una posición ventajosa, inmerecida, pero ansiada. Como pliego de descargo, si existen los trepas es porque a la vez existen seres necesitados de halagos y pleitesía, poderosos narcisistas, dispuestos a recompensar la marea de likes cotidianos que reciben de sus secuaces e incondicionales.

Del mismo modo que, en medio de una frondosa selva, la planta trepadora se sustenta en otras más resistentes para poder crecer y alcanzar la luz, apenas visible entre la espesa y alta vegetación, el 'trepa' busca apoyos sobre los que avanzar y subir durante un tiempo y que, a su vez, le sirvan de escalón para alcanzar otros, y otros, y otros más… La ambición del trepa es ciega, como la fronda espesa, y sólo ve el objetivo: la luz, el prestigio, el reconocimiento, los aplausos, la fama, la bendición, la recompensa.

Los psicólogos, sociólogos y profesionales que han estudiado e indagado en el comportamiento de esta figura, han incidido en que uno de los signos distintivos del 'trepa' o trepador, sorprendente como poco, es precisamente que no se distingue o detecta su actitud hasta una vez haber trepado. Así que ojito y cautela, el 'trepismo' es un virus silencioso y casi invisible que da la cara cuando uno ya está totalmente infectado. Seguro todos conocemos a alguien que necesita tratamiento para esta dolencia más común que los catarros, y más repugnante que una diarrea.

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