opinión

Endeudados

«En esta encrucijada, los niños y los mayores necesitan una especial atención, por la fragilidad y vulnerabilidad de su condición»

Nico Montero

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En estos tiempos de resiliencia, las familias españolas se endeudan el doble que en 2020 para sobrevivir a unos gastos cotidianos disparados. No vamos a adentrarnos en los frentes económicos abiertos que configuran una crisis de gran calado, pero lo cierto es que la demanda de financiación para consumo se eleva hasta el 29,30%, un 5,20% más que hace un año. Las familias siempre se han endeudado para hacer frente a gastos extraordinarios, como la compra de una vivienda o de un coche, la financiación de un tratamiento médico o de una boda e, incluso, costear unos días de vacaciones. Sin embargo, en la actualidad, las familias españolas empiezan a necesitar dinero prestado para sufragar los gastos de su vida cotidiana, la compra en el supermercado.

Muchas familias se muestran incapaces de asumir gastos sobrevenidos de no muy alta cuantía, que se convierten en una losa insoportable. La demanda de préstamos ha aumentado más de cinco puntos porcentuales en un año. Este tipo de financiación alcanzó en junio la cifra de 187.950 millones de euros. Por otro lado, se ha incrementado la polémica financiación con 'tarjetas revolving', fuente de quejas frecuentes por parte de sus usuarios por sus condiciones abusivas para los clientes.

Para complicar aún más el escenario de endeudamiento, la subida de los tipos de interés ha endurecido el acceso al crédito y ha aumentado el riesgo de excluir a muchas familias de la financiación que necesitan. Llegados a este punto, lo que resulta evidente es que en España tener una nómina ya no garantiza un nivel de vida mínimamente aceptable. Hay empleados que se están empobreciendo y clases medias que están dejando de serlo.

Esta precariedad no solo afecta al bolsillo y al frigorífico. Como decía la canción del Último de la fila «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana». El dinero no es causante de las dificultades de la pareja, pero sí un detonador de esos problemas. La falta de dinero, como otras situaciones externas, amenaza la estabilidad familiar, física o emocional. Es una de las principales fuentes de estrés para todas las personas, especialmente para quienes tienen la responsabilidad de proveer todo lo que se necesita. Ante una crisis económica, es habitual que los miembros de una familia reaccionen de una manera negativa. Empiezan a padecer angustias y preocupaciones, y a hacerse víctimas de los reclamos y reproches mutuos debido a las carencias. No sólo falta el dinero, el oxígeno empieza a escasear y el aire en casa se hace espeso y denso, creando una atmósfera irrespirable, en la que la tensión acumulada puede estallar en cualquier momento fragmentando la unidad, y en el peor de los casos, en forma de violencia.

Las familias necesitan el cuidado y la atención de las instituciones. No solo la protección y el sostén económico, sino también la necesaria atención psicológica para hacer frente a la desesperación que provoca la precariedad persistente, dotándolas de herramientas de resiliencia y superación. En esta encrucijada, los niños y los mayores necesitan una especial atención, por la fragilidad y vulnerabilidad de su condición. En tiempos como los que acontecen, se pone en juego la capacidad de los gobiernos y de los servicios públicos de estar a la altura de las necesidades de los ciudadanos. No olvidemos la impagable generosidad de una gran cantidad de instituciones no gubernamentales, desde Caritas a los bancos de alimentos, tejiendo una red para no dejar a nadie a la deriva. Por cierto, hacen falta voluntarios. El Banco de Alimentos de Cádiz fue creado en el año 2.000. Es una asociación independiente, apolítica, aconfesional y sin ánimo de lucro, que se constituyó con el fin de mejorar la situación de las personas necesitadas y que viven en la pobreza y exclusión. Su gran labor es recuperar excedentes alimentarios aptos para el consumo humano y luchar contra la pobreza, haciendo llegar los alimentos recuperados a personas de nuestro entorno en situación de precariedad alimentaria. Si te apetece dar un paso adelante, hazte colaborador o voluntario. En tiempos de crisis, el reto de la solidaridad.

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